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Cristina Iglesias: “‘Hondalea’ es mi obra más extrema”

La artista ha instalado un gran abismo marino dentro del faro de la isla de Santa Clara, en San Sebastián. Con este enorme vaso de bronce quiere llamar la atención sobre la necesidad de proteger nuestras costas y mares

2 junio, 2021 09:07

En 1597 la peste llegó a la ciudad de San Sebastián y a modo de prevención se decidió que los enfermos guardaran cuarentena en Santa Clara, la isla que custodia la bahía de la Concha. Para ello, restauraron una pequeña ermita que tiempo después fue convertida en faro. Este edificio, rodeado de vegetación y que ha permanecido en desuso desde 1968, cuenta ahora con una nueva habitante: Hondalea, una escultura de grandes dimensiones con la que Cristina Iglesias (San Sebastián, 1956) quiere llamar la atención sobre la necesidad de proteger nuestras costas y mares.

Para llevar a cabo el proyecto la artista se ha inspirado en la costa vasca y en algunas formaciones del parque de Jaizkibel y el flysch. “Hemos tomado moldes directos de algunas superficies pero son texturas que luego hemos moldeado en la fundición. Lo que vemos es una ficción inspirada en la realidad pero su formación no existe”, explica Iglesias sobre la obra que ha creado para su ciudad natal. 

"Quiero que mi obra despierte percepciones que a veces tenemos escondidas"

Algunos sienten vértigo, otros quedan hipnotizados por la cadencia del agua y el ruido que emana a través del fluir al ritmo de las mareas. Cristina Iglesias lo tiene claro y asegura que es su pieza “más extrema”. Y arguye: “siempre he dicho que quiero que mi obra despierte percepciones que a veces tenemos escondidas, que emocione, que dé vértigo o cualquier otra sensación que uno pueda sentir”. 

Más que una obra, un viaje 

La experiencia empieza en el puerto de San Sebastián, donde el visitante tiene que coger un barco que le lleva a la isla. Superando el posible viento que azota la zona toca sortear una subida hasta la Casa del Faro. “Hemos creado un viaje a Santa Clara, que es un lugar mágico. Se trata de una ficción a la que también se une la memoria que tenemos del paisaje de nuestras costas y el mar”, apunta Iglesias. Nada más entornar la puerta que conduce a Hondalea (que en euskara significa ‘abismo en el mar’, ‘profundidad abisal’ aunque se trata de una palabra en desuso) se escucha el repiqueteo del agua sobre la escultura que emula las formaciones rocosas tan características de la zona. 

Dentro, el agua golpea contra una gran superficie de bronce con oquedades y resuena recordando al azote al que el mar somete a las rocas a escasos metros. “Parece que es agua que viene del mar, se crea esa ilusión y hay momentos en los que se puede pensar que toda la isla es de bronce y que las cuevas se conectan las unas con las otras y con el mar”, comenta Iglesias. Sin embargo, no proviene del Cantábrico que rodea la isla sino que es dulce y llega desde un depósito de 60 metros cúbicos, de los cuales se utilizan en torno a los 30. Para el proyecto la escultora no solo ha ideado una intervención si no que ha recuperado esa casa abandonada para “transformarla en una obra que sirve para reflexionar y también evadirnos”. 

En diálogo con Chillida y Oteiza 

Esta nueva escultura pública queda en el centro de otras dos piezas que custodian San Sebastián desde los extremos. A su derecha el Peine de los Vientos de Chillida (para el que hay un proyecto de restauración) y a su izquierda Construcción vacía de Jorge Oteiza. Hondalea se une al diálogo aunque resulta invisible desde la distancia, lo que hace que el paisaje original no se vea alterado. “Lo que agradezco a ambos escultores es que hicieran familiar ese lenguaje abstracto. Gracias a ellos podía pensar en hacer escultura”, se sincera.

Sin embargo, la escultora considera que ha encontrado una voz propia dentro de la tradición de la escultura vasca. En este sentido, “la idea de ficción que propone Hondalea está relacionada más con el cine que con sus esculturas”, admite. Desde el Palacio de Miramar, aunque menos visible, les mira Five Plates Counter Clockwise, escultura de Richard Serra, y un poco más alejada, aguarda la arquitectura de Rafael Moneo. La instalación de Iglesias llega para agrandar el tejido cultural que ya existe en la ciudad.

Cómplice con la protección de la isla

No obstante, la obra de Iglesias ha recibido críticas de grupos que consideran que su intervención puede masificar la isla y repercutir de manera negativa en el medioambiente. Para Iglesias, sin embargo, Hondalea es “cómplice de quienes quieren proteger la isla”. Con ella, quiere invitar a la reflexión y a través de su lenguaje transforma un “lugar remoto y misterioso” en un símbolo de la defensa de causas ecológicas y de la conservación medio ambiental. Pero no solo eso y es que a Santa Clara solo se puede acceder nadando o en barco, lo que hace que su visita tenga "unos tiempos marcados".

"Hondalea es cómplice de quienes quieren proteger la isla”

La artista cree que el arte también puede participar en la recuperación de edificios abandonados. Ya lo hizo con la Torre del Agua en Toledo y lo hace ahora en la Casa del Faro, una obra sostenible cuya cubierta se ha realizado con placas solares translúcidas. Además, las visitas estarán controladas y se realizarán encuentros relacionados con la naturaleza, la flora y la fauna, así como la historia y la memoria del lugar. 

Este gran abismo marino de 15 toneladas de peso se completa con una serie de dibujos preparatorios, documentación sobre el proceso creativo y maquetas que hasta el próximo 26 de septiembre se podrán ver en el cercano Museo San Telmo. Además, un vídeo, pensado para quienes no puedan llegar hasta la obra, evoca el viaje de la ciudad a la isla. En definitiva, Cristina Iglesias ha creado “la tormenta perfecta” en un lugar al mismo tiempo cercano y remoto.

@scamarzana