Image: Una isla volcánica llamada César Manrique

Image: Una isla volcánica llamada César Manrique

Arte

Una isla volcánica llamada César Manrique

Arranca la celebración del centenario del artista que defendió con su obra y su ejemplo el patrimonio natural de Lanzarote

8 mayo, 2019 02:00

César Manrique. Fotos: Fundación César Manrique

La fotografía que aparece sobre estas líneas retrata a la perfección a César Manrique (Arrecife, 1919 - Teguise, 1992). Descalzo y ataviado con un mono de trabajo manchado de pintura, el artista se encuadra con un gran marco blanco dentro del paraje rocoso de Lanzarote, fundiéndose con él. Y es que la esencia de su obra es inseparable del patrimonio natural de la pequeña isla donde nació, creció, desarrolló casi todo su trabajo y murió, cuya austera belleza divulgó como nadie y defendió a ultranza frente a la mano profanadora del hombre.

Manrique, de naturaleza tan volcánica como la isla, cultivó a lo largo de su vida la pintura, la escultura, la arquitectura, el paisajismo y el arte público. Consideraba que su compromiso ecológico y artístico con Lanzarote era precisamente “un paspartú o un marco” que él le ponía a la isla para que la gente se diera cuenta de su “gran potencia plástica” y de su belleza, como explicó en 1979 ante una cámara en uno de los muchos fragmentos de entrevistas reunidos en Taro, el eco de Manrique, documental dirigido por Miguel G. Morales en 2012 con motivo del vigésimo aniversario de la muerte del artista en un accidente de tráfico. Ahora Lanzarote y todos los admiradores de su vida y obra conmemoran el centenario de su nacimiento, el 24 de abril de 1919.

César Manrique en su estudio

En los años sesenta, en plena fiebre del desarrollismo y del boom del turismo en España, la suya fue una de las primeras voces ecologistas que se escucharon en nuestro país, cuando aún apenas se conocía el término “ecología”. Nunca tuvo reparo en denunciar públicamente y a voz en grito la construcción de urbanizaciones y hoteles que no respetaban el paisaje ni la tradición arquitectónica de la isla, que aún se mantenía con la pesca y la agricultura pero iba camino de sucumbir ante el mismo turismo de masas que ya se había apoderado de la costa mediterránea. “Mis enemigos son los especuladores” y “Lanzarote se está muriendo” son algunos de los titulares que encabezaron durante años las frecuentes apariciones de Manrique en la prensa.

Éxodos y regresos

Siendo un adolescente, Manrique se alistó como voluntario en el bando franquista y partió a la península. Sobre su experiencia bélica lo único que solía contar es que cuando regresó a casa lo primero que hizo tras besar a su familia fue subir a la azotea, quitarse el uniforme, pisotearlo y prenderle fuego. Tras cursar en la Universidad de La Laguna estudios de arquitecura técnica que no terminó, volvió a salir de Canarias para estudiar Bellas Artes con una beca en la Academia de San Fernando, en Madrid. En los años cincuenta pasó de la figuración a la abstracción y al informalismo, haciéndose cada vez más presentes en su obra reminiscencias de los materiales naturales y la orografía de Lanzarote.

Por aquella época expuso a menudo su obra dentro y fuera de España y participó en las Bienal de Venecia de 1955 y en la de 1960. Entre 1964 y 1966 vivió en Nueva York, donde estableció contacto con las corrientes norteamericanas del momento, especialmente el expresionismo abstracto y el arte pop (en el documental de Morales aparece incluso una fotografía en la que posa junto a Andy Warhol), pero la gran manzana le parecía “una ciudad demasiado dura y aniquiladora” para el hombre, y precipitó su ya planeado regreso a su tierra de origen.

Taro de Tahíche, actual sede de la Fundación César Manrique

A su regreso se hizo construir una original casa dentro de una zona de burbujas volcánicas que descubrió por casualidad mientras paseaba por el mar de lava de Tahíche, en el municipio de Teguise. Con ecos de la arquitectura popular de la isla y bautizada “Taro” en honor a los refugios de piedra seca construidos antiguamente por los pastores de la isla, la casa fue portada de revistas internacionales y por ella no dejaban de pasar amigos y personalidades del mundo del arte, de la cultura e incluso de la política.

Taro de Tahíche, que desde 1992 alberga la Fundación César Manrique, fue uno de los muchos proyectos arquitectónicos que el artista lideró o en los que participó, siempre buscando la perfecta armonía con la naturaleza y el menor impacto visual posible. En su afán protector de la tradición lanzaroteña, Manrique realizó un inventario de los mejores ejemplos de la arquitectura popular de la isla. Fotografió más de un centenar de casas que incluyó en su libro Lanzarote. Arquitectura inédita, publicado en 1974.

Uno de sus mejores amigos y colaboradores fue el arquitecto Fernando Higueras, que diseñó la casa de Manrique en la sierra de Madrid y después se convirtió en su principal socio en la creación de espacios arquitectónicos revolucionarios y sostenibles para Lanzarote. Aún puede verse la exposición que hasta el 19 de mayo le dedica el Museo ICO de Madrid.

Fruto de la visión pionera de Manrique son también los Centros de Arte, Cultura y Turismo del Cabildo de Lanzarote, construidos a partir de los años sesenta gracias al apoyo de su amigo y a la sazón presidente del cabildo José ‘Pepín' Ramírez Cerdá, cuyo hijo, José Juan Ramírez, preside hoy la Fundación César Manrique. Entre estos singulares centros, que propugnaban una oferta turística única y respetuosa con el entorno, se encuentran los Jameos del Agua, el Jardín de Cactus en una antigua cantera de Guatiza y el Mirador del Río, al norte de la isla. No lejos de allí, en la Caleta de Famara, correteando en los largos veraneos de su infancia por una kilométrica playa y contemplando los acantilados, fue donde Manrique desarrolló su sensibilidad hacia la naturaleza.

Mirador del Río, en el Risco de Famara, Lanzarote

Contemporáneo del futuro

También desde una edad muy temprana Manrique intuyó que el tiempo no era más que una construcción mental. Un segundo y la eternidad eran lo mismo. Por eso a los 71 años declaraba tener 25 por dentro. Y por eso afirmaba ser “un contemporáneo del futuro”. Esta frase ha servido de inspiración para El desafío inmediato del presente: una humanidad contemporánea del futuro, el programa de actividades con el que la fundación que lleva su nombre celebra el centenario del artista.

El ministro de Cultura, José Guirao, inaugura oficialmente el centenario este miércoles en Lanzarote. Entre los platos fuertes del programa conmemorativo se encuentran la exposición César Manrique. Lanzarote, comisariada por el director de la fundación, Fernando Gómez Aguilera, que expone el mural pintado por el artista en 1953 para la terminal de viajeros del primer aeropuerto de la isla, una pieza que no se muestra al público desde hace casi cincuenta años; y un ciclo de conversaciones conducidas por el periodista Iñaki Gabilondo. En la primera de ellas dialogará con el politólogo Sami Naïr sobre Europa, geoestrategia y migraciones.

También puede verse en la sede de la fundación hasta el 17 de junio la exposición César Manrique, palabra y compromiso: Al poder se le incomoda, que muestra la dimensión activista del artista, a través de sus declaraciones y reivindicaciones planteadas en los medios de comunicación, sin filtros ni intermediaciones críticas. También se celebrará próximamente el festival ‘Escena Lanzarote', con la intención de que diversas propuestas artísticas se fundan con los escenarios naturales creados por Manrique en la isla.

@FDQuijano