Juan Genovés

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Arte

Juan Genovés: "La cultura no cambia el mundo como pensábamos en los 60"

El artista inaugura este viernes 'Arnar i tornar' (Ir y volver) en la Galería Malborough de Barcelona

7 noviembre, 2014 01:00

De los personajes más planos y sin volumen a las multitudes en relieve. Esta ha sido una de las evoluciones del artista Juan Genovés (Valencia, 1930), que inaugura este viernes Arnar i tornar (Ir y venir) en la Galería Malborough de Barcelona. En esta nueva muestra sigue ahondando en su interés por las multitudes formadas por esos personajes que somos todos. "O al menos como me imagino que andamos todos, revueltos, de allí para acá", cuenta el artista. Se encuentra en Barcelona y explica que nos ha tocado vivir un momento "tremendo, complicado y desagradable, intenso e incierto. Sobre todo incierto porque no se ve muy claro el futuro". Se muestra crítico y escéptico el artista que arrancó su carrera hace ya muchos años.

Pregunta.- Siempre le han interesado las multitudes y la exploración de la misma. ¿Qué es lo que le atrae de esto?
Respuesta.- En realidad yo creo que todo tiene una doble lectura porque en el fondo cada personaje también es un punto en el espacio de mi trabajo. Creo que una obra de arte tiene que tener una doble lectura, no una sola. Pienso mucho en el espectador y la gente va a ver más cosas e incluso más interesantes que yo mismo. Así que para mí es un doble trabajo porque por un lado intento que cualquiera pueda tener fácil acceso a la lectura del cuadro y por otro está tener un espacio delante y tratar ese espacio. Cada individuo es un punto que se relaciona con los otros puntos. De modo que procuro que tenga una tercera lectura en la que pongo puntos pequeños con ligeras sorpresas. En todo este lío estoy metido.

P.- Estar entre la multitud hace que creamos que estamos en compañía pero, a la vez, el sentimiento de soledad es aún mayor y más duro. ¿Hay algo de esto en su obra?
R.- Sí porque en el fondo no pinto mogollón de gente. Las multitudes están formadas por personas y me gustaría que cada persona representada fuera diferente y creo que lo es. Últimamente me gusta mucho hablar con la gente que ve mi pintura y en una de las exposiciones vi que una señora estaba mucho tiempo delante de uno de los cuadros. Al final rompí la barrera de hablar con ella, le dije que era el autor y que me gustaría saber lo que estaba pensando delante del cuadro porque me preocupa mucho lo que la gente piensa. Me explicó que entre toda esa gente estaba segura que ella estaba ahí y se estaba buscando. Es muy bonito, ¿verdad? Quiero que cada obra tenga una característica que la diferencie de las demás porque creo que las multitudes se forman uno a uno.

P.- Un rasgo que parece característico de su obra es que entre esas multitudes destacan los individuos mediante el uso de colores y su posición en el lienzo haciendo que se cree una especie de coreografía.
R.- Exactamente. Yo intento distanciar y poner a cada uno cierto detalle y cierta cosa y meto sorpresas. Y de pronto te puedes encontrar una pintura o retrato mío o de otra persona o una persona que lleva a cuestas un retrato o un santo encima. Osea que todo el mundo tiene algo pero sin que se note. En la primera lectura se ve una manifestación pero una segunda está llena de detalles hasta el punto de que puedes estar mirando el cuadro una eternidad y te va contando cosas. Nunca te lo acabas. Esa es mi ilusión.

P.- Esos detalles de los que cubre su obra, ¿ejercen, en parte, una crítica a la sociedad? No tenemos que olvidar que pasó por grupos como Los Siete, Parpalló y Hondo. Antes era un medio de lucha con poder transformador.
R.- En aquellos tiempos estábamos en pie de guerra y en contra de algo clarísimo que teníamos delante y queríamos acabar con ello. La situación es un poco diferente pero solo un poco porque el mundo entero está lleno de situaciones injustas. Vivimos en una democracia escrita con minúsculas y esto siempre lo tengo delante y se refleja en mi obra en mayor o menor sentido. Pero tampoco es un enfrentamiento directo pero sí un enfrentamiento directo con el mundo injusto en el que vivimos.

P.- ¿Qué función tiene ahora el arte?
R.- Creo que individualmente mucha. La cultura da una solidez al mundo y a la gente que la cultiva. Es importante porque sin cultura se vive una vida pequeñita y la cultura engrandece a las personas que se preocupan por ella, que la practican cultivando su mundo interior y ven de forma más clara el mundo exterior. Quizá para eso sí pero la cultura no sirve para cambiar el mundo como creíamos en los años 60. Y pensábamos de verdad que pintando se cambiaba el mundo y ahora lo pienso y sí, cambia pero muy poco a poco.

P.- En esta misma dirección, ¿qué función cumpliría el artista en la sociedad actual?
R.- Quizá antes era más relevante pero el artista siempre es un notario que da fe de la sociedad en la que vive. Cada artista lo hace, de una manera u otra, incluso aunque pinte una mariposa o un canario está siendo testigo y notario de la sociedad en la cual se desenvuelve.

P.- Cuando se pone delante de una nueva obra, ¿cómo las piensa? ¿Tiene la idea preconcebida de antemano o se deja llevar por el momento?
R.- Es muy complicado porque la pintura exige pensar mucho y, al mismo tiempo, cuando la realizas pensar muy poco. Si piensas demasiado o te pasas de pensamiento te puedes quedar como Velázquez en frente de Las Meninas con el pincel en el aire eternamente. Hay tanto para pensar en lo que vas a hacer que ese miedo es importante, el miedo al fracaso diario, es tan grande que a veces no tienes que pensar. Yo me levanto muy pronto, a las 5 incluso a las 4.30 de la mañana porque en ese medio despertar encuentro el momento para pintar con decisión, sin pensar y me encuentro con grandes cosas. Claro que a veces por la mañana cuando viene mi ayudante me dice 'esta noche qué batalla' y por la tarde tengo que ir rectificando. Voy buscando ese momento en el cual no sabes muy bien lo que haces, un momento del subconsciente que está ahí dentro de nosotros y no lo sabemos manejar en absoluto. Sería maravilloso tener como un grifo al subconsciente, abrirlo y decir ahora puedes salir. A veces el arte es como un resorte en el que te sale todo lo que tienes guardado. ¡Sal de mí! [ríe].