Image: 15 años de VIDA

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Arte

15 años de VIDA

12 marzo, 2014 01:00

Moon Goose Analogue. Agnes Meyer-Brandis (Alemania)

El concurso de Arte y Vida Artificial VIDA, creado por Fundación Telefónica en 1999, se ha convertido en uno de los premios de mayor prestigio en el encuentro entre el arte, la ciencia y la tecnología.

Es 2014 y hace unos seis meses desde que se presentó en rueda de prensa la primera hamburguesa in vitro cultivada en laboratorio, cuya carne no proviene del sacrificio de un animal vivo. Hace pocos días, una empresa llamada Bitelabs anunció su intención de fabricar salami artesanal a partir de muestras de tejido celular de cantantes y actores famosos. En Google X, el misterioso departamento de investigación avanzada de Sergei Brin y Larry Page, han conseguido introducir sensores en unas lentillas con el fin de medir el nivel de glucosa en las lágrimas de los diabéticos. Todavía no se sabe demasiado de lo que harán, sin embargo, con Boston Dynamics, la compañía de robótica que compraron el año pasado y que ha fabricado un guepardo mecánico que alcanza una velocidad de carrera de 45 km/h (dos más que Usain Bolt).

En los almacenes de Amazon, los empleados trabajan en cooperación con los robots Kiva que les acercan estanterías completas llenas de mercancía. En estos almacenes la clasificación de los productos en pasillos y secciones no la decide un directivo sino un algoritmo, que organiza cada objeto según parámetros de optimización que los humanos no entendemos instintivamente. Otros algoritmos ahora mismo intercambian valores en los mercados bursátiles o corrigen erratas en Wikipedia.

Es 2014 y nuestra vida se ve a diario atravesada por múltiples interacciones con fuerzas que no son humanas; a veces nuestra relación es de colaboración y otras de dependencia extrema. El mismo sentido de lo que significa la palabra 'vida' se está viendo paulatinamente transformada, a medida que los atributos que la definen aparecen también en agentes que no están estrictamente vivos. Además, el desarrollo de la genómica y la biología sintética nos sitúa en un escenario en la que el hombre se coloca a la altura de la naturaleza en la misión de dar forma y sustancia a aquello que llamamos 'vivo'. Es otra dimensión más del Antropoceno, la era en que el hombre es finalmente, la medida de todas las cosas.

Este es el mundo en que vivimos y es el mundo hacia el que miraban en 1999 los tres fundadores de VIDA, el premio internacional de Fundación Telefónica que celebra este año su edición número 15. El concurso surgió como iniciativa de la fundación junto a tres artistas, Susie Ramsey, Nell Tenhaaf y el canadiense-mexicano afincado durante un tiempo en Madrid Rafael Lozano-Hemmer, sin duda uno de los nombres que más ha hecho por introducir el lenguaje de lo digital en el espacio del arte contemporáneo.


The Center of Gemonic Gastronomy, Catherine Kramer y Zackery Denfled (Noruega - Estados Unidos)

Uno de los aciertos fue no realizar una convocatoria sin más de 'arte electrónico' o 'arte y tecnología', sino buscar un término que representase ese espacio de encuentro entre investigación científica e imaginación creativa. Para ello acudieron a un concepto acuñado por el científico Christopher Langdon en 1987 en referencia al efecto combinado de tecnologías de la información y ciencias de la vida para formar nuevas clases de organismos. 'Vida Artificial' es un término específico dentro de las prácticas del New Media -históricamente se refería a la simulación del comportamiento de sistemas vivos- pero el concurso lo ha entendido de manera lo suficientemente flexible para expandir sus contornos. Así, a lo largo de los años, se han premiado obras en forma de virus informáticos, inteligencias artificiales, espacios inmersivos o quimeras que combinan organismos de la naturaleza con procesos computacionales.

A estas alturas VIDA es una institución, quizás una de las más solidas y rigurosas en el sistema del arte nacional y en el espacio cultural de los nuevos medios a nivel global. Un mérito atribuible a la constancia de la fundación, que ha mantenido su apoyo sin esperar de él resultados contables e inmediatos -ojalá todas nuestras instituciones fueran tan poco cortoplacistas-. También, por supuesto, a la tarea de sus tres directores en este periodo: Lozano-Hemmer, al que tomó el relevo otro destacado artista, Daniel Canogar, y Mónica Bello, responsable desde 2010. En estos tres lustros se han recibido casi 2000 proyectos y premiado 200. Actualmente, el importe repartido anualmente es de más de ochenta mil euros, entre sus diferentes categorías.

El aniversario de VIDA no será especialmente retrospectivo, en esencia porque hace apenas dos años la gran exposición inaugural del espacio de Fundación Telefónica en la Gran Vía madrileña ya recorrió la historia de los proyectos galardonados. Precisamente este espacio es el lugar en que se presenten por vez primera los ganadores de la última edición, rompiendo la larga tradición de revelarlos en el stand de Telefónica en ARCO. Son seis proyectos en total, entre los tres ganadores, el premio votado por el público y dos premios de apoyo a la producción. Uno de ellos, de nueva creación, es especialmente interesante, porque supone el apoyo y la colaboración de investigadores en Telefónica I+D.

Los ganadores de este año siguen cuestionando no sólo nuestras nociones de qué es la vida, sino de qué podría llegar a ser. El primer premio, Rotes Rauschen, de Kerstin Ergenzinger, explora los sonidos que quedan fuera de nuestra percepción inmediata, ya sea porque están fuera de nuestra capacidad sensorial o porque los condenamos como sonido ambiental sin interés. El segundo premio es producto de una artista con un imaginario fascinante, Agnes Meyer-Brandis, que en sus proyectos reflexiona sobre el espacio entre las mitologías de la ciencia y la imaginación. Moon Goose Analogue. Lunar Migration Bird Facility es una narrativa que explora la leyenda de los gansos que emigraban no al hemisferio sur, sino a la Luna. El tercer galardonado, Effulge (Yunchul Kim) es una escultura pero también es el material que le da forma, un fluido sensible a las fuerzas magnéticas, electroestáticas y gravitacionales desarrollado por el propio artista. La exposición estará abierta hasta el 20 de abril.