Image: Silvia Bächli

Image: Silvia Bächli

Arte

Silvia Bächli

Galería Peter Freeman Inc, Nueva York. Del 24 de febrero al 2 de abril

24 febrero, 2011 01:00

Silvia Bächli: Untitled, 2009.

Siempre es reconfortante encontrarse con el trabajo silencioso de Silvia Bächli. Su individual en Peter Freeman Inc., su segunda en la galería neoyorquina, es una parada muy recomendable.

Y más si nos vemos inmersos en la vorágine que próximamente se cernirá sobre la ciudad con el Armory Show, la feria de arte contemporáneo más importante de Nueva York, que abre sus puertas el próximo día 3 de marzo. La obra de Silvia Bächli es poco conocida en España y no estaría de más poder verla con detenimiento en nuestro país pues se trata de uno de los referentes en el ámbito del dibujo, práctica que, como sabemos, viene gozando de gran popularidad en los últimos años. Bächli crea atmósferas leves y muy sutiles, abstractas casi siempre, aunque nunca descarte dar espacio a la representación. Bächli representó a su país, Suiza (nació en Baden en 1953), en la Bienal de Venecia de 2009 en lo que fue uno de los pabellones más logrados. También ha mostrado su trabajo en espacios de la relevancia del Centre Pompidou de París o el Museu Serralves de Oporto.

La exposición que ahora presenta en la galería Peter Freeman Inc, está compuesta por trabajos realizados recientemente reunidos bajo el título Fjall. Se trata de un término islandés que designa el paisaje de la zona montañosa del norte del país. Todos sus últimos trabajos están basados en las diferentes formas y gamas cromáticas que ha visto en este rincón del planeta, duro y remoto. La exposición presenta una novedad: hay obras que muestran una cierta profusión tonal que es inusual en su paleta, colores más variados, sin ser del todo encendidos, pero sí tratando de avanzar más en un registro cromático que anteriormente no excedía los tonos ocres y grisáceos. Rojos, azules, verdes y amarillos se instalan ahora en sus papeles con lentitud, trazos lánguidos y acuosos que son el sello característico de su trabajo.

Los motivos habituales de Silvia Bächli no son demasiado complejos si bien aparecen reducidos a abstracciones que son a menudo ilegibles. Se trata de formas antropomorfas que aparecen suspendidas sobre los fondos blancos, o espacios domésticos, comunes a todos pero muchas veces indescifrables tras pasar por su tamiz reduccionista. Una de las obras en exposición, Untitled, 2010, que acompaña a estas líneas, ofrece tan solo un puñado de líneas que corren paralelas. Es tal vez, la fracción de un recipiente, o el ángulo de una ventana... No lo sabemos. Pero sí percibimos una línea temblorosa y frágil, otra marca de la casa, que no acierta a definirse plenamente pues aparece desligada de su contexto, convertida casi en signo fugaz e inasible.

Son paisajes mentales más que tangibles. Bächli dijo no hace mucho que no quiere "hacer trabajos 'periodísticos', que puedan decirse en otros idiomas. Dibujar es sumergirse en un territorio desconocido y vagar en él, creando y explorando espacios y jugando con el límite del papel". La artista suele montar sus piezas en grandes polípticos o, si no, en una trama bien definida. Se trata de crear una suerte de musicalidad. Los motivos que pinta tienen la misma relación con el papel que las obras con el espacio en que se muestran. Así, se subraya la experiencia a dos niveles, la del dibujo y la de cómo lo percibimos sobre el lugar.