Image: Isidro Blasco, ciudades con memoria

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Arte

Isidro Blasco, ciudades con memoria

El escutor muestra en Madrid 46 piezas de los últimos diez años

26 marzo, 2010 01:00

Shangai planet, 2009

Aquí huidizo. Comisario: José Manuel Costa. Sala de exposiciones Alcalá 31. C/ Alcalá, 31. Madrid. Hasta el 16 de mayo.


Después de recorrer los espacios de esta suerte de exposición-laberinto de calles alargadas, plazas circulares, patios cerrados y habitáculos complejos en los que se integran los ensamblajes escultóricos y las instalaciones de esta elaborada retrospectiva, merece la pena que el espectador se detenga a contemplar la muestra en su conjunto, globalmente, desde arriba, desde las galerías altas de la Sala Alcalá 31. Queda así, abarcada por la unidad de la mirada cenital, la obra completa realizada a través de veinte años de trabajo por el escultor Isidro Blasco (Madrid, 1962). Se produce, pues, una contemplación más encalmada y comprensiva de la obra -en la que se serena la sucesión de tantos y tan diversos efectos visuales y perspectivas vertiginosas-, y se nos hace sentir que toda esta sucesión de piezas funcionan como elementos que encajan en un todo y convierten la exposición en una obra nueva única, monumental y efímera, es decir, en una "súper-instalación". Se trata de un acierto en el que ha colaborado el propio Blasco con José Manuel Costa, comisario del proyecto.

Sencillamente complejo
Contemplando este interesante y complicado conjunto, me viene a la memoria una sugestiva anécdota antigua: estando en Nápoles el pintor Mariano Fortuny y habiéndole obligado un coleccionista inglés a realizar para él una acuarela en un plazo muy corto, al entregarle la obra el artista le dijo: "Ahí tiene usted la acuarela; es algo complicada; tiene que perdonármelo, pero no he tenido tiempo para hacerla más sencilla". Pues bien, en el caso de la práctica escultórica de Isidro Blasco el tiempo ha corrido a su favor y, en consecuencia, sus obras más recientes no sólo se han aligerado de modo sorprendente de materiales y elementos constructivos redundantes, sino que han acabado "produciéndose" con una facilidad u oportunidad envidiables en la estructuración y en la factura, y con esa sensación de espontaneidad de creación o expresión natural soberana que es característica de plenitud de una obra de arte inequívoca. Así lo testifica la maravillosa instalación When my Time Comes (2010), en la que la sucesión y el ritmo "libre" de las luces de unas imágenes proyectadas sobre grandes paneles de madera resultan ser elementos suficientes no sólo para construir y sensibilizar la arquitectura de un habitáculo de grandes proporciones, sino para conseguir que el mismo espacio vacío comprendido entre esos despojados paneles fluya y se escape -"aquí huidizo", como declara el título mismo de la exposición- desde la realidad de este espacio habitado realmente por la penumbra, hacia la magia de unos exteriores ensoñados, imposibles, abiertos por las sensaciones controladas de la luz.

En una muestra retrospectiva siempre importa marcar con obras determinantes el momento que puso en marcha la trayectoria, así como los hitos del camino recorrido. En el caso de esta exposición se ha producido, de entrada, una circunstancia singular: la obra de Isidro Blasco que marcó desde los comienzos su concepción de lo escultórico había quedado instalada a la intemperie en un campo levantino, y se había deteriorado hasta el extremo de tener que ser reconstruida ahora para abrir la exposición. Aquí está y se titula When I Woke Up: un habitáculo circular de gran formato, construido de forma rústica -como en un "sueño"- con paneles de madera y puertas de desecho, parcialmente pintados de azul, donde se combina el vacío interior, las paredes elementales de una estructura tectónica -de orden siempre constructivo- y huecos irregulares que, como ventanas y rajas de entrada, hacen que el espacio interior se pueda penetrar y que fluya también de "dentro" a "fuera". En realidad, esta pieza no ha sido ahora reconstruida siguiendo la literalidad del modelo original, sino "rehecha", incorporando el autor sugestiones y vivencias posteriores, y confiriéndole un mayor grado de concentración, riqueza y fuerza estructurales. Para comprender las motivaciones autobiográficas y el sentido profundo de este gran ensamblaje emblemático conviene visionar con atención el vídeo Elusive Here (2010). Un filme fundamental donde Blasco da fe de la solidez y del misterio de su sentimiento radical de "escultor del ramo de la construcción", al tiempo que amplía sus potencialidades de narrador de espacios, de tiempos, de imágenes, de sueños y de la insaciabilidad de los pozos interiores.

Entre los extremos de ese torreón inicial y de este filme recentísimo, la muestra exhibe medio centenar de maquetas, esculturas "de pared", escenografías domésticas pobladas de memoria personal, vistas urbanas de perspectivas cortadas y abiertas en abanico, y toda una sucesión de collages y ensamblajes inconfundibles por sus complejas estructuras de madera y por sus recortes angulosos -a veces, circulares- de fotografías que funcionan como planos de paredes, ventanas y fachadas, y asimismo como perfiles de calles y siluetas de edificios de Nueva York, la ciudad de residencia de Blasco, y de Shanghai, la ciudad del deslumbramiento más reciente -y que no será el último- del artista.

Conexión fragmentaria

- ¿Cuál es la idea fundamental para entender su obra?

- La idea de visión que dió el cubismo de Picasso y Braque que no es sólo una manera de mirar, sino también una forma de pensar fragmentada.

- ¿ Qué le interesa del espacio doméstico y de la arquitectura?

- Me interesa ver la huella que dejamos al pasar cerca de un espacio, si es que dejamos algo de nosotros mismos allí.

- Si pensamos en el futuro, ¿qué cambios tendrá el arte?

- Estamos asistiendo a la desaparición de los centros geográficos como capitales del arte. Ahora cualquiera puede acceder a la misma información desde cualquier parte del planeta, y eso lo va a cambiar todo. Va a ser fascinante ver cómo desaparece la estratificación tan agobiante del mundo artístico, donde sólo unos pocos deciden lo que es bueno.