Image: El juicio según Germán Gómez

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Arte

El juicio según Germán Gómez

Condenados

29 mayo, 2008 02:00

Condenado Vii, 2008.

Galería Fernando Pradilla. Claudio Coello, 20. Madrid. Hasta el 12 de julio. De 5.000 a 11.000 euros


Germán Gómez González (1972) presenta en su séptima individual una nueva serie de fotomontajes mediante collages cosidos que continúan y amplían la línea con que identificamos una trayectoria sólida y ascendente. Camino que tiene su origen en el interés y fascinación por el cuerpo humano, por las miradas y rostros ajenos y que, más recientemente, le ha llevado a encontrar una técnica que supera la mera eficiencia de la resolución de problemas plásticos.

Es a partir de la serie Compuestos de hace cuatro años, cuando el gijonés afincado en Madrid da con algo que sobrepasa los límites del estilo propio, de la firma: la combinación de fragmentos de fotografías pertenecientes a cuerpos de personas distintas, pedazos de piel fotográfica con presencia casi escultórica que, cosidos a máquina, dan lugar a nuevos cuerpos y/o efigies, no tanto fruto del capricho como de la búsqueda del artista en esa identidad creada e inexistente. Como un doctor Frankenstein que buscara en la nueva criatura un reflejo superado de su propia identidad. Trayectoria que tiene un importante punto de inflexión en el monumental trabajo de la serie de 2005, Fichados-Tatuados, que (excelente idea) puede verse en el flamante espacio Proyectos de esta misma galería. Frías fichas policiales de cincuenta personas y retratos de otros tantos mostrando tatuajes con los que el artista asturiano traza una suerte de ambigua autobiografía. Por primera vez pueden verse reunidas todas las piezas dobles.

Ello sirve de complemento a esta nueva serie, Condenados que, de hecho, funciona como una especie de resumen de lo logrado hasta la fecha. Se trata, por una parte, de una nueva inmersión en el universo de culpa, expiación y dolor que ya apareciera en Del susurro al grito, además de un acercamiento a la composición pictórica del pasado, que ya practicara en sus principios (fotografías que se encontraban en pinturas de Caravaggio). Y también una vuelta al prometeico trabajo de construcción a partir del ensamblaje de pedazos de carne hecha foto. Germán Gómez González se fija en el Juicio Final de la Capilla Sixtina pintado por Miguel ángel y hereda el padecimiento de los condenados al fuego eterno en una red de personajes reconstruidos en posturas y escorzos imposibles y en retratos donde los rostros y cuerpos se superponen sin dejar de estar aislados. Logra una nueva serie angustiosa, monumental, hipnótica y profundamente humanista sobre el tormento, la penitencia en vida terrenal que en algo se aparece como particular exorcismo.