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El Cultural

Erri De Luca: "La izquierda italiana no existe"

15 enero, 2010 01:00

Erri De Luca, al llegar al hotel para la entrevista, echa la mano por delante. Este gesto ya revela muchos detalles de ante quien nos encontramos: la piel de sus palmas está endurecida, como las de un menestral cualquiera. El autor napolitano, considerado por algunos críticos de Italia como el más importante que este país ha dado en la última década, fue en su día operario fabril de la Fiat, camionero y albañil. También militó gran parte de su juventud en Lotta Continua, con la firme de intención de subvertir el orden capitalista. No reniega de aquella etapa.

Al contrario: aún reivindica aquella lucha y muestra su solidaridad con los compañeros encarcelados todavía. Pero hoy sus quehaceres, retirado en la montaña, son algo más apacibles: traducir los textos sagrados directamente del hebreo y escribir, poesía y novela. El último libro suyo publicado en España es El día antes de la felicidad (Siruela), un homenaje a los napolitanos que no se doblegaron bajo la bota nazi.

Pregunta.- En su última novela, El día antes de la felicidad, se dice que el napolitano es bueno para el relato oral y el italiano para escribir.

Respuesta.- El italiano es bello porque es como un río, que recoge todos los afluentes de los diversos dialectos italianos. El napolitano, como cualquier otro dialecto, es más veloz. Si traduces una página del napolitano al italiano, el italiano se extiende el doble. El italiano va bien para la escritura, porque hay que tener tiempo. Y el napolitano es perfecto para el mercado, para discutir y para el amor.

P.- En alguna ocasión ha comentado que Nápoles es, a un tiempo, una ciudad monárquica y anárquica. ¿Cómo puede combinar estas dos cualidades contrapuestas?

R.- Es anárquica porque no deja que ningún poder pueda dominarla. El poder es como una especie de revoque que las piedras de la ciudad repelen, y lo hacen con sus terremotos y con su salitre. El poder allí no acaba nunca de establecerse sólidamente. Y monárquica porque los domingos necesita de un rey, para la fiesta. El último ha sido Maradona. Le gustan los fastos de las monarquías, como cuando fue capital de Europa bajo la monarquía española. Nápoles es todavía una ciudad muy española.

P.- ¿Diría que Nápoles es una buena ciudad para aprender las cosas importantes de la vida pero no para vivir en ella?

R.- ¡Los napolitanos viven en ella! ¡Será pues un buen sitio para vivir!. Pero la ciudad de hoy no tiene nada que ver con aquella en la que yo crecí. Aquella era una ciudad del sur, no del sur de Italia, sino del sur del mundo. Tenía la tasa de mortalidad infantil y la densidad de población más alta de Europa, todas las familias napolitanas tenían algún miembro deambulando por el mundo como inmigrantes. Era un burdel para los marines de la VI flota norteamericana. Hoy es un sucedáneo del norte, con sus propios inmigrantes extranjeros. Queda una ciudad con un fondo de tensión nerviosa, con unos ciudadanos una octava más tensos de la cuenta.

P.- ¿No concibe la posibilidad de volver algún día?

R.- No, yo me fui con 18 años. Fue una separación definitiva. Lo tuve claro cuando tomé esa decisión. Ahora, vuelvo a veces, pero no para quedarme.

P.- ¿Cómo ve el boom de literatura sobre la mafia? ¿Aporta algo nuevo respecto a lo que ya han contado los viejos maestros, Sciascia, Camilleri...?

R.- Es simplemente un fenómeno editorial, con fines mercantiles. En ningún caso supone una manifestación de mayor sensibilidad o conocimiento sobre esta cuestión.

P.- ¿Qué recuerdo guarda de su militancia en Lotta Continua?

R.- He sido un militante revolucionario desde el 79 al 90, casi toda la juventud. Creo que era mi deber y el de cualquier joven. Reivindico esa parte de mi pasado, y recuerdo y me solidarizo con los compañeros que siguen pagando las consecuencias penales de aquella lucha.

P.- Gaetano, protagonista de la novela, afirma que “un hombre es una cuenca de recepción de historias, cuanto más al fondo esté, más recibe”. ¿A qué fondo se refiere exactamente?

R.- A la última fila de la clase, al último estrato de la escala social... Ahí es donde se acumulan las historias. Hoy ese fondo está en los campos de concentración de inmigrantes, y en su aventura.

P.- También afirma: “El libro es un erizo, si está cerrado y compacto, aguanta el fuego”.

R.- Tanto la casa de mi padre como la mi madre fueron bombardeadas durante la guerra, y lo único que pudieron salvar entre los escombros fueron los libros.

P.- El libro electrónico no tiene esa cualidad, ¿no?

R.- El libro de papel es todavía un objeto insustituible. Le han dado por difunto muchas veces pero siempre sobrevive. El libro electrónico depende de la energía, porque debe enchufarse. Mientras que el libro tradicional es, en sí mismo, una fuente de energía.

P.- ¿Quién ha sido más nocivo para la salud democrática de Italia: Berlusconi o Andreotti?

R.- La Democracia Cristiana, de la que Andreotti era el máximo exponente, gobernó durante 40 años. Representaba el Poder, total, en todos los ámbitos. Berlusconi, en cambio, sólo representa la dictadura del poder económico y de los intereses privados en la gestión de la cosa pública. Son dos efectos, no causas.

P.- ¿Pero quién es más nocivo, en su opinión?

R.- Son los dos igual de malos.

P.- ¿Le queda alguna esperanza en la izquierda italiana?

R.- La izquierda italiana no existe. El partido de la oposición es una mera tentativa de concurrir también en el libre mercado. Vende la misma mercancía.

P.- ¿Siente frustración ante este panorama?

R.- Sí, porque Italia es un país que retrocede en conciencia cívica y de pertenencia a una comunidad. En Rosarno [Calabria] se ha consumado estos días el primer pogromo de nuestra historia, la agresión de una mayoría armada contra una minoría, considerada inferior. Ahora ha saltado a los medios porque los inmigrantes africanos se han rebelado, pero la caza al negro era un deporte habitual entre los jóvenes de Rosarno, desde hacía bastante tiempo.

P.- ¿Qué es la felicidad para Erri De Luca?

R.- Es algo sobre lo que no se puede fundar nada, ni una ciudad ni un amor, porque llega de forma imprevista y dura poco. La felicidad es un regalo, no un proyecto.