Los jugadores del Real Madrid, cabizbajos tras su derrota en la Euroliga.

Los jugadores del Real Madrid, cabizbajos tras su derrota en la Euroliga. EFE

Baloncesto

El cortocircuito del Real Madrid que le costó la Euroliga: de las faltas al colapso en el triple

El conjunto dirigido por Chus Mateo perdió la final frente a Panathinaikos después de una segunda mitad para olvidar.

27 mayo, 2024 02:15

El Real Madrid claudicó de forma amarga en la final de la Euroliga. El conjunto de Chus Mateo pagó caros los errores justo en un momento en el que estos no se pueden cometer. Esta vez, a diferencia de las semifinales, se toparon con un Panathinaikos excelso que aprovechó su momento y dio la puntilla a los blancos en el último cuarto.

Los madridistas ofrecieron dos caras totalmente opuestas. Su inicio de partido fue un auténtico festival anotando 36 puntos, algo que tan solo había logrado una vez a lo largo de toda la temporada (también en el primer cuarto en un choque frente a Maccabi). Un golpe directo al mentón para un Panathinaikos que hasta el momento nunca había encajado 30 puntos en un cuarto.

La proyección anotadora del Real Madrid invitaba a pensar en la 12ª Euroliga de su historia, pero todo se torció de pronto en la segunda mitad. Y es que, en los 20 minutos de la segunda parte, los de Chus Mateo anotaron los mismos puntos, 26, que en los primeros siete minutos de partido.

Hay muchas razones que podrían explicar el derrumbe del Real Madrid tras el paso por los vestuarios. Desde la reacción defensiva de los griegos hasta la falta de fluidez de los merengues con el paso de los minutos. Un cúmulo de detalles que acabaron echando por tierra la gran temporada de los blancos en esta edición de la Euroliga

El talón de Aquiles

El Real Madrid falló en Berlín en aquello en lo que hasta ahora había sido una máquina casi perfecta: el triple. De golpe y porrazo, después de una primera mitad con buenos porcentajes, los blancos se cayeron con todo el equipo.

Acostumbrado a un acierto del 37,4% en tiros de tres (el cuarto mejor equipo de la Euroliga) en la final el porcentaje cayó hasta el 31. Puede que no fuera tan llamativo en términos globales, pero sí lo fue viendo el rendimiento en cada una de las dos partes de la final.

El inicio desde el exterior fue demoledor. Ndiaye sorprendió a propios y extraños con dos triples consecutivos, mientras que Yabusele y Campazzo se sumaron a la fiesta para cerrar un primer parcial más que digno con 4/6. Muy similar a lo ocurrido en la semifinal frente a Olympiacos. El acierto bajó en el segundo cuarto, pero igualmente los de Chus Mateo se mantuvieron por encima de la media de la temporada.

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Sin embargo, algo ocurrió tras el paso por los vestuarios y el Real Madrid comenzó a fallar lo infallable. Triples liberados, con oposición, tras bote... Daba igual. La pelota no quiso entrar por el aro. En total fueron 2 aciertos en 17 lanzamientos, unos números que acabaron siendo definitorios.

Y es que los últimos 20' del Real Madrid en ataque fueron un querer y no poder. Lo intentaron de todas las maneras, pero daba igual. De hecho, los blancos tan solo anotaron 26 puntos en toda la segunda parte (7 en el tercer cuarto), es decir, los mismos que los obtenidos en los siete primeros minutos de la final. Así era imposible ganar.

En un primer momento, el desatino blanco no fue aprovechado por los jugadores de Panathinaikos y eso hizo que el Real Madrid llegara vivo y con opciones hasta pasada la mitad del último parcial. Sin embargo, en cuanto los helenos volvieron a entonarse ya no hubo nada que hacer.

Cabe destacar el mal papel de Musa y Hezonja en esa faceta del juego. El bosnio tan solo anotó uno de sus seis intentos, mientras que el croata logró encestar uno de sus siete lanzamientos. Llull, que anotó un triple importante, también estuvo lejos de su mejor nivel (2/7).

Factor diferencial

Queda claro que el Real Madrid perdió la final de la Euroliga por sus malos porcentajes de tiro exterior en la segunda parte. Sin embargo, también existió otro factor que acabó por perjudicar mucho a los de Chus Mateo: las faltas.

En este aspecto los de Chus Mateo se comenzaron a complicar la vida desde el inicio de la final. No habían pasado ni cuatro minutos de partido y Tavares, figura capital en el quinteto, ya tenía dos faltas a sus espaldas. Eso le mermó en su juego, menos agresivo que de costumbre, y le perjudicó a la hora de lidiar con una de las figuras del conjunto griego, Mathias Lessort. No acabó expulsado, pero no pudo imponerse y ser definitivo en la final.

Mario Hezonja, en la final de Euroliga frente al Panathinaikos.

Mario Hezonja, en la final de Euroliga frente al Panathinaikos. EFE

Quienes no acabaron la final fueron Vincent Poirier y Facundo Campazzo. El primero, hizo un flaco favor a su equipo con dos faltas en una misma jugada, una de ellas técnica, que le pusieron en un aprieto a Chus Mateo para los últimos compases. Jugó los minutos clave con cuatro infracciones y acabó siendo expulsado cuando el Madrid ya agonizaba.

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Lo mismo le ocurrió a Campazzo. Fue cargándose de faltas durante todo el choque y abandonó la final en los últimos minutos. No pudo liderar el último intento de arreón de su equipo para agarrarse a la final y acabó cabizbajo en el banquillo mientras sus rivales celebraban el título.

Panathinaikos fue justo vencedor de la final de la Euroliga. El Real Madrid tan solo compareció durante 20 minutos y después se desconectó. Los helenos fueron más constantes y terminaron por llevarse el título 13 años después. Ahora, al equipo de Chus Mateo le queda la bala de la Liga Endesa para firmar una temporada notable. Espera el Barça en semis esta próxima semana y no será nada fácil.