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Qué vino con este queso: la guía definitiva para hallar el maridaje perfecto

Te enseñamos algunas armonías impecables para disfrutar de ambos manjares y enardecer las características de cada uno. Para que, hablando de vino, no te la vuelvan a dar con queso.

27 febrero, 2020 17:19

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Vaya por delante que queso y vino no son la pareja perfecta. La suya no es precisamente una historia de amor. De esta enemistad histórica, y de la costumbre de los antiguos bodegueros de disfrazar los defectos de un vino malo con una tapa de queso para engañar a los marchantes de granel, surge la expresión popular "que no te la den con queso".

¿Quién dijo que vino y queso no casan?

¿Quién dijo que vino y queso no casan?

La razón es sencilla. Al contrario de lo que se cree y a pesar de nuestro empeño por casar dos manjares tan exquisitos, las proteínas y las grasas del queso bloquean las moléculas responsables de los aromas del vino (tinto) y, a su vez, los taninos del vino ocultan el sabor del queso. Sin embargo, existen excepciones, como la que sucede con los blancos, que potencian su sabor con la mayoría de los quesos, y viceversa.

Si a pesar de la sabiduría popular quieres unir queso y vino sin que ninguno pierda su protagonismo en la boca, toma nota de los siguientes maridajes perfectos y aprende los trucos para elaborar la tabla de quesos y armonías definitiva.

10 claves para maridar queso y vino

1. En líneas generales, un buen consejo es combinar los quesos de sabor fuerte con tintos jóvenes, blancos melosos, espumosos con estructura o vinos dulces naturales, y los quesos de sabor delicado con vinos tintos con cuerpo, blancos secos, rosados semisecos o espumosos.

2. La mayoría de los quesos franceses de pasta blanda (Camembert, Brie, etc.) pueden llegar a destruir la expresión de un vino tinto, pero son magníficos compañeros de blancos secos y minerales, como los elaborados a partir de uva sauvignon blanc. Si estamos en territorio nacional y tenemos a mano un Queso de Tetilla, un San Simón o un queso mallorquín tipo Mahón, apostaremos por blancos jóvenes, ligeros y afrutados de Navarra, Galicia o Penedés.

3. Los quesos de pasta cremosa también hay que pensarlos bien. Prueba a servir una copa de cava o champán brut con una Torta del Casar, un queso de la Serena, o de Cantabria, en su defecto. Comprobarás cómo la efervescencia del vino le dará un agradable latigazo a ese punto graso del queso de untar. Los tintos vigorosos y de buen aroma también funcionan.

El queso azul, mejor con Jerez.

El queso azul, mejor con Jerez. Consejo Regulador de Vinos de Jerez

4. Casi todos los quesos azules, tipo Roquefort, Cabrales, Gamoneu o Stilton, agradecen tintos fuertes y con cuerpo, blancos jóvenes y secos con buena estructura y grado alcohólico, incluso espumosos frescos y florales para limpiar la potencia de estos quesos. Aunque el perfecto equilibrio se consigue con vinos dulces oscuros y poderosos, como los PX, los Oportos o los monastrell mediterráneos.

5. El queso de vaca u oveja de pasta dura (Ibérico, Manchego, Idiazábal, Roncal, Zamorano) debe reservarse a tintos más estructurados, a vinos con categoría y aporte de madera presente, como los de La Rioja, el Bierzo o la Ribera del Duero. También pueden ir bien con blancos de chardonnay. Aunque los muy curados funcionan mejor con un amontillado o un palo cortado jerezanos. De hecho, los vinos de Jerez son los verdaderos todoterreno a la hora de armonizar todo tipo de quesos, sobre todo los más potentes.

Frutos secos, uvas, manzana, fruta y semillas de granada, para redondear.

Frutos secos, uvas, manzana, fruta y semillas de granada, para redondear.

6. Apuesta por los maridajes por contraste: el queso Roquefort, por ejemplo, resulta exquisito con un Sauternes, y el Cabrales asturiano adquiere otra dimensión con una copa de malvasía canaria. El dulzor de estos vinos somete la potencia de este tipo de quesos y acentúa su redondez.

7. Para armonizar con vino el Parmigiano Regiano, uno de los más antiguos y apreciados del mundo, hay que tener en cuenta su maduración. Un Parmigiano de entre 12 y 18 meses de curación presenta un sabor suave y armónico, y resulta especialmente agradable con vinos blancos espumosos. Los de más maduración, entre 22 y 24 meses, es mejor combinarlos con tintos de cuerpo medio, como el Sangiovese di Romagna, el Gutturnio o el Chianti Classico, si optamos por vinos italianos, o con un Rioja, un Ribera o un Priorat, si nos quedamos en España.

Para armonizar el Parmigiano hay que tener en cuenta su curación.

Para armonizar el Parmigiano hay que tener en cuenta su curación. Parmigiano Reggiano

Y para los más viejos, los de 30 o 40 meses de maduración, hay que pensar en vinos con cuerpo y estructura como el Barolo, Barbaresco o Brunello di Montalcino, blancos con madera o trabajo de lías o, por qué no, un jerez amontillado.

8. Otro amor incondicional es el que existe entre el queso Cheddar y el vino tinto ligero, el blanco suave o las burbujas. El feta, por su parte, se toma en Grecia con tintos ligeros o blancos con potencia de fruta.

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9. Tres maridajes que nunca fallan: el queso Gruyere se complementa a la perfección con los vinos blancos semidulces, el Brie con vino tinto, y el Camembert con cava.

10. Los quesos blancos y suaves, como el de Burgos, también se pueden tomar con vino. Elige un blanco ligerito o un rosado de esos que hacen gala de sus aromas a bayas y violetas, y disfruta de un bocado verdaderamente exquisito. Al fin y al cabo, uvas con queso saben a beso.