Carlos Herrera, de visita en Trincarro.
El restaurante de Sevilla que Carlos Herrera elogia por sus alubias: "Y las espinacas con garbanzos también"
Trincarro abrió hace un año, pero ya es uno de los faros gastronómicos que guía a vecinos y personajes célebres hasta esas mesas que ofrecen desde un picoteo clásico a una comida formal.
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El barrio sevillano de Los Remedios vive un momento dorado. Tras años de cierta quietud culinaria, las calles en torno a Asunción han recuperado el pulso gastronómico gracias a una oleada de aperturas que combinan tradición, modernidad y una identidad cada vez más marcada.
Entre esas nuevas propuestas destaca Trincarro, el local que no solo ha despertado la curiosidad del vecindario, sino que ya figura entre los favoritos de personalidades como Carlos Herrera, quien ha elogiado especialmente “sus alubias con carrilleras y las espinacas con garbanzos”, platos que el comunicador suele reivindicar como emblema del recetario popular andaluz.
Inaugurado el pasado 2024, hace casi un año, Trincarro ocupa un lugar cargado de memoria: la esquina en la que durante décadas estuvo la mítica Cafetería Asunción.
El proyecto es obra del hostelero Ricardo Laguillo, vecino del barrio y responsable también de Taplato y Bodeguita San Lorenzo, dos casas de buena fama en la escena gastronómica sevillana. Su intención era clara: llevar una propuesta más propia del centro histórico al corazón de Los Remedios, pero sin perder la familiaridad y cercanía del barrio.
Para lograrlo, el local ha sido reformado de arriba abajo. Hoy luce un interiorismo cálido, elegante y contemporáneo. Tonos azul marino, beige y tierra dialogan con maderas nobles y lámparas esféricas que aportan un aire vanguardista.
La sala principal, amplia y bien iluminada, está pensada para comidas relajadas, mientras que la zona de mesas altas invita al tapeo ágil y distendido. La terraza en la esquina de Asunción con Fernando IV es ya uno de los espacios más codiciados del barrio.
La fachada de Trincarro.
Una carta que combina raíces y actualidad
La oferta gastronómica de Trincarro bebe de la tradición mediterránea, pero con guiños modernos y un equilibrio que permite disfrutar desde el picoteo clásico hasta una comida formal. La carta, amplia y versátil, se sirve en medias y raciones.
Entre los clásicos sevillanos reinterpretados destacan la ensaladilla de langostinos, el solomillo al whisky coronado con jamón ibérico o el estofado de cola de toro.
También han ganado adeptos platos más creativos como el puerro confitado con romescu y pistacho, el wok de tallarines con verduras y presa ibérica, o el brioche de carrillada con espuma de patata.
Los amantes de los ibéricos encuentran jamón y lomito de bellota de excelente calidad; quienes prefieren pescados, opciones cuidadas como el lomo de corvina con muselina de ajo negro o el pulpo braseado con patatas baby. En carnes, la apuesta va desde el lomo bajo de ternera hasta las chuletitas de conejo o el steak tartar ibérico.
El plato de alubias con carrilleras y garbanzos con espinacas.
Y, por supuesto, no faltan los guiños dulces: desde la tarta de turrón con caramelo salado hasta una sugerente sopa de chocolate blanco con fresas flambeadas.
Aunque la carta de Trincarro es extensa y bien trazada, hay dos platos que han trascendido gracias al elogio de Carlos Herrera: Las alubias con carrilleras, un guiso de fondo reposado y alma casera que tanto representa la casa, y las espinacas con garbanzos, receta sevillana por excelencia que el restaurante trabaja con equilibrio entre tradición y suavidad.
Ambos platos, no siempre presentes de manera continua en carta, se han convertido ya en los más buscados por los clientes que desean comprobar por sí mismos si la recomendación del periodista está justificada.
Y lo está: la cocina de Trincarro demuestra oficio en los fogones lentos, esos que revelan la verdadera personalidad de un restaurante.
Además del servicio de almuerzo y cena, Trincarro se ha consolidado también como espacio para el tardeo, con un ambiente cuidado, servicio cercano y una oferta de copas que prolonga la visita más allá de la sobremesa.
El ticket medio ronda los 20 euros, lo que lo convierte en una opción muy competitiva dentro de la nueva escena gastronómica del barrio. Su equilibrio entre estética, tradición culinaria y modernidad lo coloca como una de las aperturas más destacadas de la temporada.
Y si a ello se suma la bendición de un paladar tan reconocido como el de Carlos Herrera, el resultado es claro: Trincarro ha llegado para quedarse.