Si pudierais trasladaros a una época pasada, ¿a cuál sería? Seguro que muchos sueñan con los grandes faraones egipcios o con el esplendor del Imperio Romano. Hoy nos vamos un poco más lejos, concretamente al período de las dinastías chinas, que convirtieron al país en líder mundial.

Por supuesto, en estas cortes imperiales, se celebraban festejos fastuosos, que dieron lugar a uno de sus bienes más preciados, la cocina China Imperial. ¡Lo que hubiésemos dado por colarnos en alguno de sus banquetes! No tenemos el poder de volver a tiempos pasados, pero sí el de rememorarlos a través de lugares, como concretamente en este caso, un restaurante.

El origen de China Crown

Precisamente para rememorar algo tan importante como fue la cocina China Imperial, nacía China Crown. Primero fue Barcelona, en la emblemática Casa Calvet, uno de las obras más singulares de Gaudí. Tan magno proyecto tuvo dos figuras capitales, la del chef Tim Wang, que recorrió hasta en siete ocasiones el país, preparando un extensivo estudio de cómo y qué comían en el período de las dinastías y la de María Li Bao, a la que muchos conocen como la emperatriz china de la hostelería.

María llegó a España de adolescente. Sus padres habían montado un restaurante chino en Madrid y empezó a trabajar con ellos. Pasó el tiempo y el gusanillo de la hostelería iba haciendo mella en su carácter. Madrid ya tuvo su China Crown, que marcó un antes y un después en la capital.

Hubo más proyectos, más restaurantes, más trabajo. Junto a otro socio, abrió los restaurantes Shangai Mama y más tarde, en 2019, el China Crown de Barcelona. 

Ahora, le toca el turno a Madrid, concretamente al barrio de Salamanca, que en plena calle de Don Ramón de la Cruz, acoge una de las más flamantes aperturas del otoño.

China Crown, el abanderado de la cocina China Imperial

En esta nueva aventura, es el hermano de María, Felipe Bao, el que se pone al frente fogones y, con un ejército de cocineros nativos, consigue devolver a Madrid esa parte de la cocina de las grandes dinastías. 

El local habla precisamente de ese esplendor, con elementos suntuosos como el terciopelo, la seda o la gran luminaria que cambia de color y preside la entrada del local y da la bienvenida a los comensales, simulando un gran dragón en movimiento. Papeles pintados, detalles en mesa, vajilla y cristalería o réplicas tanto de un cuadro pintado por el emperador de la dinastía Song y una casaca de edición numerada, hacen de este un espacio singular, ad hoc para el tipo de cocina que allí se pone en práctica.

¿Qué se puede probar en China Crown?

Además de bocados reconocibles y familiares, de los que hablaremos más adelante, en China Crown quieren darnos a conocer platos no tan conocidos en Occidente. Sería el ejemplo de un escabeche picante de pollo de corral estilo Chong Qing, que se come a temperatura ambiente y tienen un adictivo y agradable toque picante o del pepino marino con reducción de cebolleta china y soja, estilo Pekinés.

Entre los aperitivos más apetitosos se encuentra unos dados de tofu crujiente, a las cinco especias chinas, con un sabor láctico, que recuerda al queso, por la fermentación de la propia soja para elaborar el tofu. Reseñables también los rollitos imperiales. En el caso de los rellenos de verdura, el exterior es crujiente y las verduras sabrosas y reconocibles.

Los dim sum forman un apartado a tener en cuenta, con recetas como el relleno de boletus o los xialongbao, con caldo en su interior, de tinta de calamar, con carne de cerdo y trufa o de txangurro con caldo de marisco. La masa es muy fina y deja protagonismo a los rellenos.

De su sección de arroz y noodles, son francamente interesantes los fideos artesanales de boniato. Al no utilizar trigo, son muy ligeros y los preparan con caldo de cerdo ibérico y hierbas.

Una de las estrellas y emblemas de la casa, es el pato Imperial Beijing, su propia versión del pato laqueado estilo Pekín, para el que utilizan unas cinco horas de horno, bañándolo en salsa China Crown. Una vez está cocinado, le echan por encima aceite caliente, lo que hace que la piel quede crujiente justo antes de servirlo. Una vez en sala, se presenta al comensal con todo un ritual de despiece que separa la carne de la piel y se acompaña de crepes, salsa hoisin, pepino y puerro. Se puede pedir también la versión que añade caviar por encima de cada pieza.

No le queda a la zaga la receta del magret de pato crujiente a la naranja o el bogavante con salsa de curry rojo tradicional de Singapur. 

También presentan la opción de menú degustación, en este caso apodado como 'Ruta de la Seda' que con un precio de 45€ por persona, ofrece ocho platos, como un recorrido por platos emblemáticos de las ciudades por las que discurría esta ruta.