Antes de explicarte la receta que te ha hecho pinchar en esta entrada, quiero presentarme ya que esta es mi primera colaboración en Cocinillas.es (espero que la primera de muchas)

Me llamo Ana y descubrí mi pasión por la cocina a la fuerza, como casi todos, el día que me independicé y me tocó cocinar a mi. Ante la necesidad física de alimentarme de algo más que no fueran macarrones con tomate, empecé a investigar y consultar libros y blogs de cocina. Y así, poco a poco, la necesidad dió paso a la curiosidad, y la curiosidad dió paso a la fascinación, y la fascinación por fín dió paso al atrevimiento, lo que me ha llevado a preparar todo tipo de recetas que jamás hubiera creído ser capaz de hacer.

Así he descubierto que la cocina me divierte y me apasiona (y como todo lo que apasiona, a veces también frustra pero esas son las menos). Sigo aprendiendo día tras día, y así llegamos hasta este momento en el que, sin ser experta en nada, escribo mi propio blog y los de Cocinillas me aceptan como parte de su equipo (insensatos!)

Pero bueno, tú has entrado aquí porque querías una pizza carbonara con masa gruesa, ¿no? Pues ¡marchando!

Imagino que si te gusta la pizza tanto como a mi (me vuelve loca!) habrás hecho varios intentos de preparar tú mismo la masa, buscando que quede como las de las pizzerías más auténticas… y me imagino que como yo, habrás fracasado muchas veces. Puede que incluso hayas recurrido a las recetas de los chefs más prestigiosos y aún así nada de nada (un tal Jamie Oliver, osa llamar a su receta “la pizza perfecta” pero eso es, obviamente, porque aún no ha probado la mía) Estás de suerte; tus días de fracasos “pizzeriles” han terminado, porque hoy voy a revelarte el secreto de la mejor masa de pizza.

Yo la he hecho gordita (“masa pan” que le llaman algunas cadenas de pizzerías franquiciadas), pero esta masa vale para todo y si la estiras más puedes tenerla del grosor que a ti te guste y siempre quedará genial, crujiente por abajo y blandita por arriba.

¡Vamos a ello!

Pizza Pan a la Carbonara

Preparación

Lo primero que haremos será la masa. Calcula bien el tiempo y tu hambre, porque el proceso requiere de una hora de levado (tiempo para que suba la masa).

En un bol grande (en el que te quepan todos los ingredientes) y apto para microondas, vierte la leche y caliéntala al micro unos 30 segundos.

A continuación, sobre la leche templada, desmenuza con los dedos lo máximo que puedas la levadura fresca (puedes encontrarla en la zona de refrigerados en casi todos los supermercados, normalmente junto a las mantequillas). Con la ayuda de un tenedor, aplasta los posibles “pegotes” de levadura que hayan podido quedar, para que quede lo más disuelta posible.

Seguidamente ve añadiendo la harina y en mitad del proceso echa también la sal. Ve amasando hasta que llegue un momento en que la masa deje de ser pegajosa.

El tema de la harina es delicado; en los ingredientes he puesto 350 gr. aproximadamente, pero va a depender de muchos factores (la época del año, la humedad de la zona en la que vivas, etc.), así que esa cantidad es aproximada, sabrás que la masa está cuando ya no admita más harina y no se te pegue a las manos.

Una vez tienes la bola de masa hecha, hazle unos cortes para que “respire” y tápala con un paño (aún mejor, si tienes un horno con función de fermentado –temperatura inferior a 40º-, puedes utilizarlo). Déjala reposar como mínimo una hora, hasta que veas que dobla su volumen.

Cuando haya levado lo suficiente, divide la masa en 2 bolas si quieres la masa gruesa como he hecho yo hoy, o en 3 si prefieres una masa más finita. Las partes de masa que no vayas a usar puedes congelarlas envueltas en film de cocina (Truco: se descongelarán antes y mejor si en vez de congelarlas en “modo bola” las guardas un poco estiraditas)

Con la ayuda de un rodillo (si no tienes, también vale una botella o incluso un vaso), estira el trozo de masa hasta donde tú quieras y la capacidad de tu horno te permita. Otro truco; si te gusta la masa fina, pero también esponjosa por arriba, una vez que la hayas estirado, déjala reposar 10 minutos antes de empezar a ponerle los ingredientes, esto hará que la masa vuelva a subir un poquito otra vez y adquiera más esponjosidad.

Finalmente, le ponemos por encima los ingredientes que queramos. En este caso, como es una pizza carbonara, en vez de la típica base de tomate le echaremos cuatro cucharadas soperas de nata líquida para cocinar. Añadiremos un pellizco de sal y el orégano al gusto y con la ayuda de una cuchara, extenderemos bien por todo la base.

Seguidamente añadiremos dos terceras partes del queso rallado y dispondremos sobre él el resto de ingredientes (bacon, champiñones y cebolla). Para terminar espolvoreamos el queso que nos quedaba y ¡listo!

Al horno durante unos 12 minutos a 180º (o hasta que tú veas que la base se dora por los bordes y el queso queda derretido y ligeramente dorado)

 

Resultado

Una auténtica pizza “pan” a la carbonara, como en la mejor pizzería.

 

Tiempo: 10 minutos + 1 hora + 10 minutos

Dificultad: 1/5

Digestión: 3/5

Precio: 1,50 €

 

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