Sin lugar a dudas estamos en la mejor época para aficionarnos a las ensaladas. Y es que con estos calores que parecen dispuestos a quedarse durante días, parece que el cuerpo es lo único que pide, ensaladas más o menos contundentes, gazpachos, fruta bien fresquita y helados.

Ingredientes para preparar la ensalada de ventresca

  • Patatas medianas, 4
  • Remolachas cocidas, 2
  • Huevos duros, 4
  • Ventresca de bonito o de atún en aceite, 1 lata
  • Aceitunas, 4 (opcional)
  • Mayonesa, 4 cucharadas
  • Vinagreta balsámica
  • Sal

Así que, para que no os aburráis comiendo a diario la clásica ensalada de lechuga, hoy os propongo esta ensalada de ventresca, patata y remolacha para que la incorporéis a vuestro recetario.

Preparación de la ensalada de ventresca, patata y remolacha

1: Cocer las patatas con la piel

Cuando vayamos a cocer patatas solas, es decir, que no las vayamos a cocer en un guiso o un caldo con mucho sabor, lo mejor es cocer las patatas al vapor o en agua con su piel, así conservaremos el sabor y la textura de la patata, que quedará tierna pero firme, eso sí, siempre y cuando estemos empleando una patata de una variedad adecuada para cocer.

Si optamos por cocerlas con su piel, simplemente llenaremos una olla con agua abundante y sal, echaremos las patatas con el agua fría, pondremos la olla al fuego, llevaremos a ebullición y dejaremos cocer a fuego “alegre” hasta que al pinchar las patatas con un palillo éste penetre sin dificultad. Dependiendo del tamaño de las patatas, pueden ser necesarios entre 25 y 40 minutos, aunque se puede hacer en la olla a presión y en unos 15 minutos – o mucho menos dependiendo de la olla- las tenemos listas.

Cuando hayan superado la prueba del palillo, las pasamos inmediatamente a un bol con agua muy fría y, seguidamente las pelamos. Las dejamos enfriar unos minutos y ya podremos continuar con la receta.

2: Trocear los ingredientes

Una vez que las patatas estén a temperatura ambiente, las cortamos en rebanadas de unos 5 mm de espesor y las reservamos. Cortamos también la remolacha en rodajas de unos 2 o 3 mm.

3: Montar la ensalada

Podemos montar la ensalada como más nos apetezca, bien en abanico alrededor del plato intercalando rebanadas de los distintos ingredientes –remolacha, patata y huevo duro-, o en forma de milhojas como he hecho yo en esta ocasión o como mejor os parezca. Eso sí, lo suyo es elegir una manera que haga destacar la ventresca de atún o de bonito, que es lo que hace que esta humilde ensalada se convierta en un plato de lujo.

4: Servir

Para terminar de emplatar podemos poner alguna aceituna y, a  modo de aliño, colocaremos una cucharada de mayonesa y un poco de vinagreta balsámica de la forma más artística que seáis capaces en ese momento. Como podéis comprobar, esta vez yo no estaba muy inspirada.

El encanto de presentar la comida ordenada

Aunque suponga algunos minutos más de trabajo, cuando tengo invitados me gusta siempre servir algún plato con los ingredientes ordenados y ver cómo los comensales lo “atacan”. Creo que la forma de comer o de interactuar con la comida puede llegar a decir mucho de una persona, y más cuando se le ofrecen los ingredientes pulcramente ordenados en el plato.

Con este por ejemplo, habría 3 comensales de manual, uno que iría deconstruyendo la milhoja y comiéndose cada capa por separado mojando cada trozo en los aliños, otro que intentaría mantener el equilibrio de la milhoja e intentaría cortarla con precisión quirúrgica para no desmontarla y llevarse un poco de todo en cada bocado y, el tercero, se pondría a trocearlo todo sin contemplaciones, lo embadurnaría bien en las salsas y, una vez estuviese todo bien revuelto, empezaría a comer. Y observar eso mola.