
Un collage con torrijas friéndose en una sartén, junto a una imagen de Karlos Arguiñano.
Ni el mejor pan ni remojarlo en leche: el truco más sencillo de Karlos Arguiñano para unas torrijas espectaculares
El chef vasco revela su truco más sencillo (y sorprendente) para darles ese toque especial que marca la diferencia.
Más información: El truco definitivo para hacer torrijas muy fáciles y casi sin ensuciar
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Si hay una voz autorizada en nuestro país para hablar de trucos de cocina esa es la de Karlos Arguiñano, el reputado chef vasco que nos ha acompañado a lo largo de más de tres décadas en televisión, con distintos programas en los que ha compartido miles de recetas para todos los gustos, con su particular sentido del humor y una enorme cantidad de trucos que siempre hay que tener en cuenta.
En esta ocasión, aprovechando una Semana Santa que cada vez está más cerca, el chef ha hablado de las clásicas torrijas, originalmente elaboradas con pan, huevo y fritura. Sobre esta preparación, el de Beasain tiene claro cuál es el truco más sencillo para que salgan espectaculares, y no es utilizar el mejor pan ni remojarlo en leche, sino que la clave está en el aceite.
Uno de los puntos diferenciales de la torrija para Arguiñano se encuentra en el efecto de infusionar el aceite ya caliente con una pequeña corteza de limón. En una sartén con abundante aceite, se añade una corteza de cáscara de limón, de manera que los aceites esenciales de la piel de la fruta cítrica se expanden con mayor facilidad, y con el calor, consiguen dejar impregnado el sabor en las torrijas, dándoles así el toque definitivo.
Ingredientes de las torrijas tradicionales de Karlos Arguiñano
- 500 ml de leche
- 15 ml de agua de azahar
- Media barra de pan de Viena
- 3 cucharadas de azúcar
- 1 limón (solo la cáscara)
- 1 naranja (solo la cáscara)
- Huevos (cantidad según necesidad, para rebozar)
- Aceite de oliva virgen extra (para freír)
- 1 cucharada de canela en polvo
- (Opcional) Helado de vainilla para acompañar
Paso 1
Pon la leche en una cazuela junto con una cucharadita de azúcar, dos trozos de cáscara de limón, dos de naranja y el agua de azahar.
Paso 2
Calienta a fuego suave durante 5-10 minutos y, después, deja templar.
Paso 3
Mientras tanto, corta el pan de Viena en rebanadas de unos 2 cm y colócalas en una fuente.
Paso 4
Riega las rebanadas con la leche aromatizada, asegurándote de que queden bien empapadas.
Paso 5
Calienta abundante aceite de oliva virgen extra en una sartén.
Paso 6
Bate los huevos en un bol.
Paso 7
Escurre las rebanadas de pan y rebózalas en el huevo.
Paso 8
Fríe las torrijas en el aceite bien caliente hasta que estén doradas por ambos lados.
Paso 9
Una vez fritas, colócalas sobre papel absorbente para retirar el exceso de aceite.
Paso 10
Mezcla el azúcar restante con la canela en polvo y espolvorea sobre las torrijas.
Paso 11
(Opcional) Sírvelas con una bola de helado de vainilla para dar un contraste de temperatura delicioso.
Las torrijas, el dulce más típico de la Semana Santa, es tan sencillo como sabroso, pero además tiene una serie de beneficios para la salud que para muchos son desconocidos. Para empezar, nos encontramos con una preparación alta en energía, llegando a aportar unas 230 kilocalorías por unidad.
A ello hay que sumar que son ricas en azúcar y en grasa monoinsaturada y poliinsaturada, especialmente si están fritas en aceite de oliva. Además, si tenemos en cuenta el valor nutricional del pan, este tiene que ser una parte importante dentro de la dieta. De hecho, algunos expertos recalcan que no consumirlo de manera habitual puede contribuir a un desequilibrio en el perfil calórico de la dieta.
También hay que destacar que las torrijas son bajas en colesterol, puesto que sus alimentos de origen animal se limitan a la leche. Asimismo, aportan vitaminas y minerales, tales como vitamina A, ácido fólico, vitamina B3 o ácido fólico, además de calcio y potasio, entre otros, por lo que tienen propiedades nutricionales que son beneficiosas para el organismo.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que, aunque tienen una parte buena en términos nutricionales, no significa que se puedan comer tantas como se quiera, sino que debe limitarse a un consumo ocasional.