Desde 1985, el 20 de marzo se celebra el Día Mundial Sin Carne. No voy a aprovechar este día para hablar de la dieta vegana, que no sigo, ni para dar datos sobre los beneficios para la salud y el planeta que supone una dieta rica en vegetales. No lo haré porque ya hay miles de artículos publicados sobre esto; una bibliografía extensísima y mucha gente hablando con más rigor en este terreno que yo, que no soy ejemplo en este tipo de alimentación precisamente.

Tengo la suerte de que a mí un brócoli al vapor con un chorro de aceite de oliva y limón ya me parece una buena cena, así que no me supone ninguna desgracia comer verde, ni tengo que ingeniármelas para camuflar el sabor de las hortalizas, pero es cierto que cuando comienzas a cocinar y a ver las posibilidades que tienen las verduras, se te abre otro universo.

Para esto, primero, tienes que tener un buen proveedor. A mí me encanta comprar en el mercado (todo: carne, pescado, salazones, verduras…) y que mi frutera me vaya recomendando cosas o desaconsejando otras. Siempre me ha llamado la atención esa actitud honesta que tienen algunos vendedores hacia el cliente. Cuando, pudiendo darte esas mandarinas que tú misma estás pidiendo, te dicen que no te las lleves, que esta semana no han venido buenas, al principio desconfiaba. Pensaba: “Y si yo no te las quito del medio, ¿qué vas a hacer con ellas, comértelas tú?”. Luego vi que preferían comerse ellos una partida de mandarinas reguleras a ir perdiendo clientes y no poder comer ni esas mandarinas ni ningunas otras.

En el mercado te abren el apetito. Pero, sobre todo, si das con una buena frutería, a la vez que te despachan, te van cantando procedencia del producto, temporada ideal para comprarlo, cómo escogerlo y hasta recetas. Hace unas semanas fui a comprar unas setas de cultivo para hacer un guiso. Quería pocas, sólo era para que le diera un poco de sabor a la salsa. La frutera me regaló un puñado para que las rebozase como ella me acababa de explicar. Por si a alguien le interesa, básicamente se hacen como en este vídeo. Si queréis acompañarlas con alguna salsa, os recomiendo echar un vistazo al recopilatorio de salsas derivadas de la mayonesa que dejó la editora de Cocinillas, Mer Bonilla.

Comer verdura no es comer sólo ensaladas, cremas y la Santísima Trinidad de verduras al vapor: patatas, zanahoria y judías verdes. Podemos encontrar muchísimas recetas, fáciles, rápidas, buenas y baratas que no contienen carne y, además, salir de los clásicos de nuestra gastronomía.

Si queremos darnos un paseíto por Italia, podemos preparar una polenta de verduras que, como dice Clara Villalón, se puede reinterpretar con las verduras que tengamos en la nevera.

Algo menos dietético, pero que seguro que le gustará hasta a quien tuerce ese morrico fino cuando escucha la palabra “verdura”, son las berenjenas estilo pizza al horno de Mer Bonilla. Sólo tienes que tener berenjenas, que quizá eso es lo más difícil ahora, queso, tomate y orégano y media hora.

Podemos viajar a oriente haciendo este salteado de verduras. Mer Bonilla le dio su toque ibérico con jamón serrano en esta receta, pero si lo quieres hacer vegetariano, prescinde del jamón y sabrá rico igual. Depende de dónde vivas, las setas shiitake y la salsa de ostras te cuesta un poquito más conseguirlas.

No todos los ceviches tienen que ser de pescado o marisco. También podemos hacer este riquísimo plato peruano con calabaza y aguacate. Y si preferimos quedarnos más cerquita, la mazamorra cordobesa es una opción que no debemos limitar sólo al verano. Aunque sólo sea por lo cómodo que es hacerla en poco tiempo y que te aguante varios días en la nevera. 

Algunas de estas recetas son vegetarianas, pero no veganas. Además de todas las que proponemos en Cocinillas, puedes encontrar toda la inspiración del mundo en esta bibliografía que recomienda Marta Martínez en su web Mi Dieta Vegana.