El huevo es uno de los alimentos más consumidos, de eso estoy segura sin necesidad de mirar estadísticas, se consume cocinado de mil maneras diferentes: frito, cocido, en postres… El caso es que el otro día navegando por la red, llegó a mí una información muy curiosa que me gustaría compartir con todos los Cocinillas, porque compartir es vivir, y todos los que aquí nos reunimos vivimos entusiasmados en mayor o menos medida con el mundo culinario.

Creo que muchos conocemos el truquillo de poner el huevo en agua para ver si flota o no, de manera que dependiendo del resultado obtenido podemos saber si sería saludable consumirlo. Esto es algo muy extendido entre todos, pero personalmente nunca había obtenido información más detallada al respecto, así que aquí os la traigo.

Vamos allá, el truco ya sabemos que es poner el huevo en un recipiente con agua, preferiblemente transparente para observar el resultado más cómodamente, ahora bien, una vez introducido en el agua podremos observar diversos resultados:

  • El huevo se hunde rápidamente y se queda en el fondo colocado de forma “horizontal”, esto significa que el huevo es fresco.
  • El huevo se hunde más o menos lento y se queda en el fondo inclinado o de pie completamente, esto quiere decir que el huevo no es fresco, es más, cuanto mayor es el grado de inclinación más viejo es el huevo. En estas situaciones el huevo es apto para ser consumido.
  • El huevo no se termina de ir al fondo, se queda levemente flotando sin llegar. Llegados a este punto el huevo está ya en mal estado, aunque existen fuentes que siguen recomendando su consumo.
  • El  huevo se queda flotando en la superficie, esto quiere decir que está totalmente podrido. Esta flotación es causada por los gases que genera la materia orgánica al descomponerse.

Es recomendable hacer esta prueba antes de consumir el huevo ya que mojarlo contribuye a su más rápido deterioro.

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Existe otro método para saber si el huevo es bueno o malo, lo que ocurre es que esta vez será necesario romper la cáscara y observar el contenido en un plato:

  • El huevo está fresco cuando observamos la yema dura, bien definida, abultada y de color anaranjado fuerte, la clara debe tener también los límites bien definidos y debe ser espesa (tipo gelatina).
  • Se puede medir el grado de frescura del huevo por el estado de la yema y la clara. Cuanto más difusa y más pálida sea la yema, menor frescura tendrá. En el caso de la clara se vuelve con el tiempo más acuosa. Estos son huevos aptos para el consumo aunque hayan perdido frescura.
  • El huevo está a punto de ponerse malo cuando la yema está rota y de color pálido, la clara parece agua.
  • El huevo está podrido si la yema está sólida o pegada en el interior, el interior de la cáscara o la propia yema pueden adoptar colores oscuros.

Existen otros dos métodos para tal fin:

  • Si al agitar el huevo crudo escuchamos como la yema golpetea con la cáscara, está en mal estado.
  • Si cocemos un huevo y lo cortamos por la mitad observando que la yema está centrada y la cámara de aire es pequeña, el huevo está en buen estado para ser consumido. Si por el contrario la yema está hacia la cáscara y la cámara de aire es grande, el huevo está podrido.

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Para terminar, debemos de tener en cuenta que la gallina pone el huevo en la semana 0, a partir de la semana 3 deberían retirarse los huevos de la venta, los huevos caducan por fecha de etiquetado en la semana 4 (empiezan a perder sus propiedades organolépticas) y hay que tener precaución en el consumo a partir de la semana 6.

Ya tiene toda la información para no comer nunca un huevo en mal estado, ¿estás dispuesto a poner en marcha estos trucos?

Fuente | Solo sé que no sé nada

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