Me encanta el queso, simplemente me encanta. Siempre he mantenido que si tuviese que elegir un único alimento para comer el resto de mi vida, sería este producto lácteo, y que podría vivir como Heidi hacía, comiendo pan y queso hasta el fin de mis días!

Cuando pensamos en queso, una de las imágenes que nos viene a la cabeza de manera inevitable, es cuando está calentito, cuando se estira si intentamos tomar un poco, ya sea en fondue, pizza, o cualquier gratinado del horno.

Pero… ¿Por qué pasa esto? ¿porqué con unos quesos más qué con otros?

Antes de ser tratados en la cocina, muchos tipos de queso y especialmente los que solemos fundir (como el emmental por ejemplo), contienen moléculas proteicas de cadena larga (compuestas por una gran cantidad de átomos). Estas moléculas suelen estar hechas un ovillo en una masa de naturaleza grasa. Cuando el queso empieza a calentarse, las grasas y las proteínas se mezclan formando un grupo compacto de fibras que resulta fácil romper.

Cuando alguien introduce un tenedor en el queso fundido recién hecho del cazo, el cubierto tendría la función como un peine que convierte las cadenas en estrías, para explicarnos más o menos. Algo similar a sacar un hilo de un ovillo de lana, deshilachando.

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Esto se puede ver en otros muchos materiales similares, compuestos de cadena larga, por ejemplo los que proceden de la química del carbono. Es el caso de los

Algunos expertos infieren que la longitud de estas hebras antes de partirse podría servir para ver la cantidad de moléculas de proteínas que contiene el queso. Sería como ver en directo un fenómeno químico.

Fuente: Muy Interesante

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