El Papa Francisco al recibir el alta en el hospital Gemelli el pasado 23 de marzo.

El Papa Francisco al recibir el alta en el hospital Gemelli el pasado 23 de marzo. REUTERS/Yara Nardi

Salud

De la bronquitis a la neumonía bilateral: las infecciones respiratorias que han causado la muerte del papa Francisco

El pontífice era especialmente vulnerable a los problemas respiratorios desde su juventud, cuando sufrió la extirpación de parte de un pulmón.

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P. Fava
Publicada

El Papa Francisco ha fallecido en la mañana del 21 de abril de 2025, lunes de Pascua, aproximadamente un mes después de haber recibido el alta en el Hospital Gemelli de Roma, donde superó una infección respiratoria que lo tuvo en riesgo crítico. Aunque se había reincorporado a sus funciones, el pontífice de 88 años se mostraba en sus últimas comparecencias todavía muy debilitado, requiriendo de una silla de ruedas para desplazarse e incapaz de realizar discursos.

Francisco, nacido con el nombre de Jorge Mario Bergoglio, ingresó el pasado 14 de febrero por una bronquitis con infección polimicrobiana a la que se sumó una neumonía bilateral. Nacido en 1937 y el Papa más longevo desde León XIII, que falleció a los 93 años, la salud del jesuita estuvo marcada por los problemas respiratorios. Con solo 21, sufrió una grave infección respiratoria que llevó a los médicos a optar por la extirpación parcial del lóbulo superior de su pulmón derecho.

Aunque los detalles son escuetos, se cree que el joven Bergoglio había sufrido un absceso pulmonar, una cavidad producida por la infección que se llena de pus e inflama el tejido de los pulmones circundantes, amenazando con extenderse. "Me sacaron un litro y medio de agua del pulmón", recordaba Francisco en su autobiografía, Soñemos juntos. Aunque superó ese grave trance, quedó especialmente vulnerable a las enfermedades respiratorias.

Ese fue uno de los motivos que llevó al Vaticano a 'blindarse' contra la epidemia de Covid-19, sumado al hecho de que la elevada edad de los miembros de la Curia romana convertían al Estado en una población de riesgo. Por motivos de edad, tanto el pontífice emérito Benedicto XVI como Francisco fueron de los primeros en recibir las vacunas a comienzos de 2021, y la Comisión Pontificia exigió a todo el personal contratado vacunarse bajo amenaza de despido.

No obstante, Francisco ha tenido que ser atendido por casos de bronquitis severa. Se trata de la inflamación del revestimiento de los bronquios, los conductos que trasladan el aire a los pulmones y también fuera de ellos. Sus principales síntomas son la tos y la producción de mucosidad, aclara la Clínica Mayo en su página web. El dolor de garganta, de cabeza y, en general, en el cuerpo, la fiebre, la fatiga, las molestias en el pecho y la falta de aire son comunes. Además, puede cronificarse.

El Papa Francisco saluda al recibir el alta en el Hospital Gemelli.

El Papa Francisco saluda al recibir el alta en el Hospital Gemelli. REUTERS/Yara Nardi

El 14 de febrero de 2025, no obstante, Francisco fue ingresado por lo que, en principio, se trataba de una infección respiratoria acompañada de un episodio de fiebre leve. Realizadas las pruebas, se actualizó su diagnóstico a una "infección polimicrobiana del tracto respiratorio", un cuadro clínico complejo. Estas infecciones pueden producirse por especies diferentes y combinaciones de virus, hongos, bacterias o parásitos. Cada uno de estos microorganismos requiere ser tratado con su propio tratamiento específico y puede ser especialmente grave en pacientes de riesgo.

En las horas siguientes, se conoció que la infección le había provocado una neumonía bilateral, una inflamación simultánea de ambos pulmones. Se manifiesta en forma de fiebre, tos y falta de aire, y afecta especialmente a aquellas personas aquejadas de enfermedades respiratorias como el asma grave o la enfermedad pulmonar obstructiva crónica. En el caso de Francisco, la especial vulnerabilidad de su sistema respiratorio sumada al deterioro del sistema inmune natural con la edad lo predisponían.

Tras varias crisis de deterioro agudo, -en concreto, un broncoespasmo, una contracción involuntaria de los músculos que causó un episodio de vómito con inhalación- el Papa recibió el alta el 25 de marzo. Su médico, Sergio Alfieri, reveló que hubo un momento "en el que se tuvo que decidir entre parar y dejarlo ir o probar con todos los medicamentos y terapias posibles, corriendo un riesgo muy alto" de dañar sus riñones y la médula ósea.

La recuperación, no obstante, pasaba por recibir terapia farmacológica y fisioterapia motora y respiratoria. Aunque no las llevaba en su último encuentro público, la audiencia con el vicepresidente estadounidense J.D. Vance, todavía necesitaba la suministración de oxígeno por cánulas nasales.