Salud

Médicos que recetan fruta y verdura gratis: el plan que mejora la hipertensión y el sobrepeso en EEUU

Los programas que subvencionan la adquisición de alimentos sanos reportan efectos positivos en la salud de los beneficiarios, según un estudio.

30 agosto, 2023 03:06

La inseguridad alimentaria es el principal factor de riesgo de mortalidad en todo el mundo. Una de cada cinco muertes se atribuye a una dieta subóptima, 90.000 de ellas en España, donde hay 2,5 millones de personas en inseguridad alimentaria, según un estudio de la Universidad de Barcelona. Una pionera evaluación de las ayudas a la alimentación ha demostrado la mejoría en salud de aquellos beneficiados.

A pesar de la moderación de la inflación en los últimos meses, el precio de los alimentos sigue marcando récords: ha crecido nada menos que un 10,8% en el último año, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística. Productos como el aceite de oliva han experimentado una escalada nunca vista.

Ante esta escalada, mucha gente acude a opciones más baratas y de peor calidad que pueden incidir en su salud. "Me dicen muchos pacientes que hay productos que no se pueden permitir", comenta Guadalupe Blay, médica de familia y responsable del grupo de Endocrinología y Nutrición de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG).

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"Yo les digo 'en tal frutería lo tienes más barato, en esta otra tienda sacan productos próximos a caducar y son más económicos', y así". También se ha encontrado en el supermercado con personas mayores comprando productos en lata y preguntándole por lo que lleva: llega a ser más barato que adquirir alimentos frescos de calidad.

"Por cada pieza de fruta y verdura que consume la gente al día, el riesgo de muerte disminuye un 4%, y esa reducción se acumula día tras día". Con la subida de la inflación, la SEMG y otras sociedades médicas pidieron incluir el aceite de oliva en las bajadas de IVA planeadas por el Gobierno, y así evitar que la gente se pasara a otros aceites de peor calidad. "Son medidas prioritarias".

Por eso Blay acoge de forma muy positiva los resultados de un análisis de los programas de acceso a alimentos en EEUU que acaba de publicarse en la revista Circulation: Cardiovascular Quality and Outcomes, donde, por primera vez, concluyen que facilitar cupones para adquirir frutas y verduras beneficia en la salud cardiovascular y metabólica de los individuos en barrios de bajos ingresos.

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El artículo analiza la eficacia de nueve programas de alimentos en 12 estados del país donde se incentivaba la compra de alimentos frescos, con un gasto medio de 63 dólares, entre 2014 y 2020. Se hizo un seguimiento a 2.064 adultos y 1.817 menores de edad que estaban en riesgo cardiometabólico, ya sea por hipertensión, diabetes o un índice de masa corporal que indique sobrepeso u obesidad.

El consumo de frutas y verduras recomendado es de unas cinco piezas diarias. La población adulta del estudio no llegaba a tres y, tras seis meses del programa, su consumo se incrementaba en 0,85 piezas diarias (en los menores fue de 0,26). Es decir, las ayudas a la compra de estos productos se transformaba en un mayor consumo de estos.

La salud autopercibida mejoró en un tercio, y la inseguridad nutricional se redujo en la misma proporción. En personas con un nivel de glucosa en sangre superior al 6,5% (señal de diabetes), este se redujo 0,29 puntos porcentuales por edad.

En los adultos con hipertensión, la presión sistólica y diastólica disminuyeron 8,38 y 4,94 puntos, respectivamente. Además, aquellos que tenían sobrepeso vieron reducir su IMC en 0,36 kilos por metro cuadrado.

Para los autores del análisis, comandados por Kurt Hager, de la Tufts University de Boston, las prescripciones de este tipo de productos lograron no solo aumentar su consumo sino también mejorar la salud cardiometabólica de las personas.

Los procesados, como el tabaco

"Ojalá poder recetar frutas y verduras", opina Guadalupe Blay. Favorecer la adquisición de estos productos, para la doctora, sería más eficaz que penalizar el consumo de refrescos azucarados y alimentos ultraprocesados gravándolos con impuestos específicos. "Es como el tabaco, poca gente disminuirá su consumo aunque suba el precio: una encuesta señalaba que solo un 4% renunciaría a ellos".

El cardiólogo Manuel Anguita tiene una visión similar aunque "si esto beneficia al sistema snaitario, que lo pagamos entre todos, sería nuestra obligación". Él también ha vivido en su consulta el "no me lo puedo permitir" pero también achaca parte de la culpa al bombardeo publicitario de los productos ultraprocesados.

"La dieta mediterránea –que se basa mucho en la fruta y la verdura– no solo es cardiosaludable sino saludable en general: disminuye el riesgo cardiovascular, el cáncer y las enfermedades degenerativas".

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Además, en personas con hipertensión, diabetes o altos niveles de colesterol, se asocia a un mejor control "y hasta un 50% menos de necesidad de utilizar fármacos". 'Recetar' frutas y verduras en lugar de medicamentos no suena mal.

De hecho, un análisis reciente de una veintena de ensayos clínicos revelaba que las dietas vegetarianas mejoraban de forma significativa la salud cardiovascular de los participantes, incluso superando los tratamientos habituales en el campo.

Anguita, que es portavoz de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), recuerda que este tipo de programas de ayuda a la adquisición de verduras existen en muchos países, pero hasta ahora no se había evaluado su impacto en la salud de la población.

"Desde el punto de vista médico, un bono, siempre que fuera destinado a la adquisición de estos alimentos, sería coste-beneficioso. La inversión es grande pero el ahorro en medicamentos puede ser notable".

Sin embargo, el impacto sería mayor dirigido a las personas jóvenes: lo más económico siempre es prevenir, no tratar. "Hay que valorarlo, como el bono cultural". Por eso hace un llamamiento a las administraciones públicas para que piensen cuánto se pueden ahorrar en medicamentos si incentivan el consumo de productos sanos. "Yo me veo recetando frutas y verduras; cualquier médico, cualquier cardiólogo, querría hacerlo".