Lara Ferreiro, psicóloga experta en relaciones de pareja.

Lara Ferreiro, psicóloga experta en relaciones de pareja. Cedida

Salud

Lara Ferreiro, psicóloga, alerta sobre las personas que mandan muchos audios de WhatsApp en España: "Son invasivos"

Los mensajes de audio que mandamos con frecuencia por el móvil pueden ocultar ciertos rasgos de nuestra personalidad que pueden no gustarnos.

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J. Rodríguez
Publicada

Recibir un mensaje de audio puede emocionarnos o desquiciarnos, todo depende del saber hacer de su remitente. Generalmente, los preferimos cortos, al grano y bien justificados, pero todos conocemos a alguien que suele excederse en sus narraciones.

La psicóloga Lara Ferreiro recuerda perfectamente el día en el que le mandaron una nota de voz de nada menos que dos horas. Desde entonces confiesa usar herramientas para transcribirlos o escucharlos a máxima velocidad.

Ferreiro, que también es la autora del libro ¡Ni un capullo más! El método definitivo para quererte y encontrar a tu pareja perfecta, explica que detrás de las personas que abusan de esta manera de comunicarse hay una personalidad compleja.

"Cada día en España se mandan 7.000 millones de mensajes de voz en WhatsApp y, de media, cada usuario manda 5,5 audios como mínimo", afirma la psicóloga. "La generación Z es, sin duda, la que más abusa de ellos".

Cada día, las personas de esta generación mandan una media de 7,2 mensajes de audio, pero los millennials les siguen de cerca: mandan unos 6,8 audios al día. "Los X y los boomers prefieren métodos más tradicionales", señala Ferreiro.

En realidad, Ferreiro explica que las personas que mandan notas de audio son sólo el 10% de los usuarios de WhatsApp y hasta el 70% le damos al botón para que se reproduzcan al doble de velocidad. Pero, ¿qué dicen los audios de nosotros?

"Los audios indican que la persona necesita una inmediatez emocional. Hablar tiene más espontaneidad que escribir, estas personas buscan trasladar una emoción con su mensaje y también darle el tono o el matiz adecuado", explica.

Ahora bien, alerta que abusar de los audios también puede indicar que el autor padece el síndrome del billete de 500 euros. Es decir, que son personas que "necesitan gustar a todo el mundo, necesitan una validación emocional inmediata".

"Son de los que pueden montarte 'un pollo' porque tardas en contestar a su podcast, tienen una baja tolerancia a la espera. Son impacientes y vagos, pasan de escribir y les encanta escucharse a sí mismos", describe la psicóloga.

Toxicidad

De hecho, explica que la comunicación por audio no admite interrupción y puede ser un espacio poco empático y egocéntrico. "Puede generar mucha toxicidad en las relaciones o cuando se está produciendo un divorcio. En esa situación, es mejor transcribirlos".

No todos los abusadores del audio son iguales y Lara Ferreiro señala que entre ellos hay algunos que tienen ansiedad social o miedo al conflicto, "que revisan la nota de voz tres o cuatro veces al mandarla, luego la borran y la repiten".

"La nota de audio les da la sensación de ser más cálidos que por escrito, lo que les tranquiliza porque buscan evitar los malentendidos. Les tienen miedo, y la voz, al final, genera intimidad, conexión emocional".

Pero también pueden ser "personas expresivas, espontáneas, sociables, impulsivas, eficientes, poco pacientes, que buscan atención y monopolizar las conversaciones. Pueden ser más emocionales que racionales", explica Lara Ferreiro.

"Son de ese tipo de persona que cuando les dices que estás fatal ellos te contestan 'pues yo estoy peor todavía'. También pueden ser más proclives a ser infieles por estar más abiertos a las relaciones", sigue la experta.

Ferreiro aconseja que antes de mandar un audio reflexionemos si lo hacemos por no querer dar la cara a la hora de comunicar algo incómodo. "Si sólo usas audios esto denota cobardía, lo dejas dicho y te vas".

El uso de audios se convierte en un problema cuando quien los manda exige una respuesta proporcional e inmediata, cuando sobrecarga al destinatario de información. "Los audios son invasivos, hay que respetar el tiempo del otro", cuenta.

"¡Vamos, no sé si detrás de un audio de dos horas lo que hay es dependencia emocional!", declara recordando aquel audio interminable que recibió. También reconoce que hay quien los manda —los que son más cortos— porque necesita hacer varias tareas a la vez.