Facultativos atienden a un paciente con Covid-19 en la UCI del Hospital Reina Sofía de Córdoba.

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Salud Covid-19

España solo ha recuperado la mitad de la esperanza de vida que perdió en 2020 por la pandemia

Un nuevo estudio apunta que de los 15 meses de esperanza de vida perdidos entre 2019 y 2020, España habría ganado 7,6 en 2021.

17 octubre, 2022 17:00

La mortalidad en España durante el primer año de la Covid-19 sigue siendo un gran tachón en la gestión de la pandemia. Entre los países desarrollados, registramos el segundo mayor descenso en la esperanza de vida entre 2019 y 2020, solo superado por EEUU, y el mayor exceso de mortalidad desde la pandemia de gripe de 1918. El escenario cambió considerablemente en 2021, en un viraje que nos coloca entre las naciones que vuelven a ganar en longevidad. Pero si bien Francia, Suecia, Bélgica y Suiza se han recobrado por completo, los españoles solo recuperan cerca de la mitad del año y medio de esperanza de vida perdido por la crisis sanitaria.

"Países como Suecia, Suiza, Bélgica y Francia han logrado recuperar sus niveles de esperanza de vida prepandemia porque han conseguido proteger tanto a los mayores como a los jóvenes", explica el Dr. Jonas Schöley, investigador del Instituto Max Planck de Investigación Demográfica (Alemania) y uno de los autores del trabajo que se publica en Nature Human Behaviour. Trabajando junto a sus colegas del Centro Leverhulme de Ciencia Demográfica de la Universidad de Oxford (Reino Unido), los académicos han recopilado los datos de 29 países europeos, a los que han sumado a Estados Unidos y a Chile, para determinar el "efecto rebote" tras la mortandad.

Este nuevo estudio cifra en quince los meses de esperanza de vida perdidos en España de 2019 a 2020, un cálculo ligeramente más optimista que el anterior, que superaba los dieciséis. Sin embargo, se habrían ganado 7,6 meses de vida en 2021, lo que deja el déficit con la situación prepandemia en 7,4 meses todavía a recuperar. Italia y Eslovenia presentan una dinámica similar, mientras que Portugal, Holanda, Austria e Inglaterra-Gales apenas doblaron la curva el año pasado. Mención aparte merecen Noruega, Dinamarca y Finlandia, en donde la esperanza de vida se vio poco o nada afectada por la pandemia, especialmente entre las mujeres.

Sin embargo, el desplome de la esperanza de vida en países de Europa del Este sería especialmente preocupante porque no tiene visos de frenarse. Bulgaria acumula una pérdida de casi tres años y medio (43 meses) entre 2019 y 2021; Eslovaquia, de 33 meses en el mismo periodo. Polonia, Lituania, Hungría, Estonia, República Checa siguen sin revertir la caída; en la región del Mediterráneo, tampoco lo hacen Grecia y Croacia. Estados Unidos suma ya un déficit de dos años y tres meses (28,2 meses) con respecto a la situación prepandemia, y Chile, de 21,1 meses. Alemania, finalmente, estaría acumulando un déficit frente a 2019 que ya roza los seis meses.

Para los países del Este, el impacto sobre la esperanza de vida solo es comparable al que provocó la disolución de la Unión Soviética. Más grave todavía, la situación en las islas británicas demostraría que las diferencias geográficas son estrechísimas, incluso en un mismo país con distintas administraciones sanitarias: Escocia e Irlanda del norte seguirían en caída pese a la mejora en la región central. Al contrario que Estados Unidos, que sufre una "crisis de mortalidad" por factores externos como las armas de fuego y las drogas, la Covid-19 es la primera causa de exceso de mortalidad en Europa, apuntan los investigadores, y su "persistencia" será causa de desigualdad.

El avance de la vacunación, por otra parte, se ha identificado como el principal factor de aumento de la esperanza de vida en 2021: el principal declive de la mortalidad se registró en los mayores de 80 años, que habían concentrado los casos mortales en 2020. Sin embargo, hay anomalías de países con un alto porcentaje de vacunados -Eslovaquia, Hungría o Croacia- en los que la esperanza de vida no se normaliza. "Habría que estudiar en detalle las estrategias de priorización por edad y las vacunas usadas, así como el grado de seguimiento de las medidas no-farmacológicas así como la capacidad general del sistema sanitario", valora Schöley.