Unos bomberos forestales en un incendio en Castilla y León.

Unos bomberos forestales en un incendio en Castilla y León. Ical

Zamora

La lucha en el infierno de Losacio: "Es duro ver cómo pierden su vida y no puedes apagar esa puta bestia"

Uno de los bomberos forestales que ha estado en el incendio de Zamora relata cómo han transcurrido estos días

22 julio, 2022 07:00

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El incendio de Losacio se ha convertido en uno de los mayores desastres naturales de la provincia de Zamora y de España. El fuego, que ha arrasado más de 30.000 hectáreas, también se ha cobrado la vida de dos personas. Concretamente la de Daniel Gullón, un bombero forestal de 62 años que quedó atrapado entre las llamas, y la de un pastor de 69 años al que encontraron en una zona ya quemada. Precisamente, este periódico ha charlado con uno de esos profesionales forestales que ha relatado como se ha vivido el infierno que azota a los zamoranos desde el pasado domingo 17 de julio.

El bombero forestal, que ha preferido no desvelar su identidad y que nos refiramos a él como Manuel, explica que la primera dificultad que se encontraron fue la simultaneidad de incendios en toda la Comunidad. Concretamente había más de 165 declarados y todos los medios estaban repartidos. "Por el avance que tenía ese incendio en una situación normal se hubieran mandado muchos más medios, pero estaban trabajando en otros lados", relata el profesional.

"Lo más duro es ver a la gente de los pueblos, ver que están perdiendo su vida y no puedes realmente hacer lo que quisieras hacer que es apagar esa puta bestia", afirma con rotundidad.

Manuel asegura que en todos los años en los que lleva trabajando "nunca" se había encontrado nada igual, una sensación que comparte con sus compañeros y que han tratado durante estos días. "Es el incendio más duro al que me he enfrentado, en cuanto a mentalmente hablando. Sufres mucho de cabeza", asevera.

El bombero forestal y su cuadrilla ya se encontraban en Zamora el domingo, ya que estaban actuando en otro incendio de la zona, y fue entonces cuando recibieron el aviso de que tenían que acudir a Losacio. "Cuando llegamos allí vimos que se estaba preparando. El primer día era sobre todo intentar salvar el pueblo que teníamos cerca, Ferreruela, y hacer lo máximo posible por la gente y sus casas. El segundo día teníamos órdenes más claras de ir a un punto concreto, eso sí, estaba todo desmangado por todos lados, eran frentes muy amplios y te mandaban a núcleos de población directamente", recuerda.

"Trabajamos sobre todo para que no se quemen los pueblos, infraestructuras, naves y ganados y cosas de la gente que vive allí. El tercer día el objetivo era controlar lo que es el incendio en sí, vigilancia, remate de puntos y demás", añade, al mismo tiempo que recuerda que la primera noche fue "especial" por la pérdida de un compañero. "Antes de que pasase el accidente sabíamos que no nos íbamos a poder hacer con él (el incendio) y se solicitaron más medios. Tras lo ocurrido había una situación de estrés, no saber qué ha pasado y la mente loca. En otras circunstancias igual te la juegas un poco más, pero en estas dices: cuidado porque esto no es algo normal", puntualiza.

Una dificultad ante un incendio fuera de lo habitual que se unen a las condiciones en las que se llevan a cabo los trabajos. Y es que desde el colectivo se han visto en una situación de "abandono" por parte de la Junta de Castilla y León. "El primer día directamente no encontramos ni avituallamiento", aclara Manuel, que subraya que estuvieron "cuatro horas" esperando que les llevasen al hotel sin saber muy bien si les iban a llevar o no. 

"Hay que entender que nuestro trabajo no es en la ciudad, no tienes un acceso fácil, hay muchísimos kilómetros de unas brigadas a otras... es complicado llevar avituallamiento, pero una cosa es eso y otra que no haya", denuncia el bombero forestal. Manuel tiene claro que si no es por ONGs como World Central Kitchen y la gente de los pueblos que lleva bocadillos, fruta y agua la situación sería más complicada. "Muchas veces no sabes cuándo vas a comer", afirma.

Por otra parte, para Manuel no es "suficiente" el acuerdo alcanzado entre la Consejería de Medio Ambiente, sindicatos y patronal para hacer a más de 800 bomberos fijos. "Es una medida que se ha llevado a cabo porque se ha generado revuelo a través de lo que está pasando y tienen que hacer algo. El hecho de que pasen de fijos discontinuos a fijos probablemente sean los que ya estén en el proceso y lo aceleren", afirma.

En la misma línea, el bombero forestal matiza que la Junta de Castilla y León solo tiene como "propios" los camiones forestales que llevan un peón y un conductor y los escuchas de incendios que están en las torretas de vigilancia. "El resto de brigadas tanto helitransportadas, como peones, buldócer y demás personal pertenecen a empresas privadas o a empresas privado-públicas como Tracsa. En Castilla y León hay más de 36 empresas que se dedican a contrataciones que saca la administración para realizar esos trabajos", puntualiza, a la vez que sostiene que es "lógico" que tengan que sacar una rentabilidad de su trabajo, pero eso influye en que tienen que "abaratar costes" en equipos de protección, meses de trabajo o jornadas laborales. "Mucha parte del operativo solo trabaja los tres o cuatro meses de verano", aclara.

Esto provoca que las cuadrillas sufran inestabilidad en sus plantillas, algo que perjudica al trabajo de los mismos. "Si tienes más estabilidad se nota la experiencia", aclara Manuel, que añade que no contar con ello "genera desconfianzas" y que "evidentemente" al empezar a trabajar en algo "no sabes de eso". "Luego también son trabajos de verano que coge la gente y la implicación no sería la misma si fuera de más meses y te exigieran algún tipo de requisito", denuncia.

Entre las reivindicaciones del colectivo se encuentra la necesidad de crear un estatuto a nivel nacional, algo "básico para los bomberos forestales para tener una base legal". Por otro lado, exigen una categoría de bomberos forestales en Castilla y León "porque ni si quiera lo somos aquí y no podemos entrar a pluses por toxicidad y peligrosidad".

También piden una estabilidad laboral, ya que ayudaría a llevar "una mejor gestión y una profesionalización del sector". Por último, claman por un material en buenas condiciones. "Que no nos den monos usados y que el equipo de protección sea el idóneo, no que te den un casco de obra y te suelten al monte", sentencia.