Secuelas de un ataque israelí en Rafah el pasado 18 de febrero.

Secuelas de un ataque israelí en Rafah el pasado 18 de febrero. Mohammed Salem Reuters

América

EEUU veta la propuesta de alto el fuego en la ONU, pero prepara la suya propia contra Netanyahu

Washington busca tomar la iniciativa y presentará una nueva propuesta en el Consejo de Seguridad que será sometida a votación en los próximos días. 

21 febrero, 2024 02:52

Como viene siendo habitual desde el inicio de las hostilidades entre Hamás y el estado de Israel, Estados Unidos aplicó en la ONU su derecho de veto a la propuesta de Argelia exigiendo un alto el fuego inmediato en Gaza. La solicitud argelina contó con el apoyo de trece de los quince miembros del Consejo de Seguridad y con la abstención del Reino Unido. Solo el representante estadounidense votó en contra, lo que ya es suficiente para que el texto decaiga.

De esta manera, en apariencia, la administración Biden sigue mostrando su apoyo a Netanyahu, pero hay mucha marea de fondo detrás de esta decisión. De entrada, lo que Estados Unidos no quiere bajo ningún concepto es que se “cuelen” terceros actores en el conflicto que estén fuera de su control. La propuesta argelina pedía evitar el ataque terrestre a Rafah… y eso mismo lleva semanas pidiendo el presidente estadounidense. También pide una tregua por razones humanitarias y Blinken lleva meses negociando algo parecido.

No hay, por lo tanto, nada que se salga de los mínimos que comparte Estados Unidos con el resto de la comunidad internacional. Si ha aplicado el veto, con el riesgo diplomático que eso supone, es por dos razones: la primera, porque quiere llevar el mando del relato. Biden necesita, a nivel interno y externo, aparecer como el gran pacificador. Supondría un triunfo para su imagen en pleno año electoral y haría olvidar la sensación de que su país, la gran potencia mundial, está fracasando en su empeño por controlar lo que sucede en Oriente Medio.

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Ahora bien, hay algo más: Netanyahu y Biden llevan meses enzarzados en un enfrentamiento más o menos soterrado. Las primeras recomendaciones desde la Casa Blanca se han convertido en discursos públicos en favor de un alto el fuego, en contra del exceso de fuerza demostrado por Israel en Gaza y en defensa de una solución negociada que permita a los desplazados palestinos volver a lo que quede de sus hogares, a los rehenes israelíes regresar con sus familias y a la comunidad árabe plantearse qué escenarios son los más deseables para después de la guerra.

Una diplomacia a la deriva

Todo eso forma parte, según afirmaba este pasado lunes el general Benny Gantz, del “después” para el gobierno israelí y en ningún caso del “ahora”. Esta postura tan obstinada molesta especialmente en Washington, pues le hace daño de formas muy distintas: como aliado principal de Israel en la zona, cada exceso de las IDF supone una mancha en la reputación estadounidense; por otra parte, como potencia negociadora, no está quedando en demasiado buen lugar ante otros aliados como Qatar, Egipto o Jordania, con los que regularmente esboza posibles planes de paz que son rechazados por Hamás y por el propio gobierno israelí.

No queda ahí la cosa: el riesgo de una extensión del conflicto por todo Oriente Medio sigue estando presente y, ahora mismo, eso sería un enorme contratiempo para Estados Unidos, que tiene que lidiar con la guerra de Ucrania, las amenazas nucleares rusas, el imperialismo chino en el Pacífico… con el Congreso en rebeldía y tumbando sistemáticamente todas las propuestas de Biden. Ante esta situación de bloqueo, no está claro qué posición tomará Irán: ¿seguirá rehuyendo el conflicto directo?, ¿pedirá a sus guerrillas en Yemen, Irak o Siria que aprieten en sus ataques a intereses estadounidenses?

Por eso, Washington ha decidido dar un paso adelante y tomar la iniciativa en las propias Naciones Unidas. Para ello, ha filtrado el borrador de una propuesta que será sometida a voto en el Consejo de Seguridad en los próximos días si Israel no cambia su postura. Dicha propuesta condena por supuesto el terrorismo y defiende el derecho del estado hebreo a la defensa propia… pero ahonda en la necesidad humanitaria de regular el uso de la fuerza y, sobre todo, utiliza por primera vez la expresión “alto el fuego”, aunque sea de forma matizada.

Ambigüedad calculada

La resolución que Estados Unidos presentará ante el Consejo pide a ambas partes que cesen las hostilidades “en cuanto sea posible”. Por supuesto, hay una ambigüedad perfectamente calculada en la expresión… pero también hay un mensaje directo a Israel: se acabó lo de quedarnos solos defendiéndoos, ya podéis hacernos caso o iremos escalando nosotros también en nuestra retórica. El desprecio con el que Netanyahu y sus ministros están despachando las propuestas estadounidenses ha obligado a la Casa Blanca a tomar esta decisión y poner negro sobre blanco lo que su presidente ya va afirmando en mítines ruedas de prensa.

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¿Tiene posibilidades de prosperar la resolución? En principio, se podría pensar que sí, pero aquí entramos de nuevo en la cuestión del relato. No sabemos si Rusia y China quieren que Estados Unidos aparezca como salvador de ninguna causa. Sería regalarle a Biden una relevancia que choca con las relaciones actuales entre los tres países. Tampoco es que la resolución de la ONU vaya a parar a Israel de ninguna manera. La historia reciente está llena de resoluciones de la ONU que se ignoran o que se cumplen a medias. Esta sería una más en la lista.

Porque lo cierto es que no se observa en Israel la menor intención de parar su ofensiva sobre el sur de la Franja de Gaza, lo diga quien lo diga. Tanto Netanyahu como sus aliados insisten en el desalojo de Rafah sin especificar adónde, especialmente cuando las IDF están contemplando la toma del campo de refugiados de Al Mawasi, la otra “zona segura” que establecieron ellos mismos cuando iniciaron el ataque sobre Jan Yunís a principios de diciembre. 

El convencimiento de que los rehenes están retenidos en Rafah junto a la promesa de acabar por completo con el ala militar de Hamás hace muy difícil convencer a Israel de que se atenga a los deseos de la comunidad internacional. Desde Tel-Aviv sienten que parar antes de conquistar Rafah sería dejar la guerra a medias y convertir en inútiles todos los esfuerzos anteriores. Siguen pensando que habrá una rendición de Hamás que haga innecesario cualquier ataque, pero si dicha rendición no llega ni con 30.000 muertos propios en cuatro meses y medio, no es fácil que se produzca de la noche a la mañana en los próximos días.