Imagen de archivo de una mujer sacando alimentos del frigorífico.

Imagen de archivo de una mujer sacando alimentos del frigorífico. iStock

Hogar y decoración

Qué productos se pueden congelar y cuáles no: los trucos para evitar que la comida acabe en la basura

La OCU también recomienda hacerlo de manera adecuada para "evitar problemas de seguridad alimentaria".

7 agosto, 2023 10:54

Cada año, un tercio de los alimentos producidos para el consumo humano se pierde o desperdicia en todo el mundo. En muchos hogares, no se suele medir bien la cantidad de comida que se adquiere y se prepara. De hecho, muchos alimentos quedan en el fondo de las neveras durante semanas, hasta el momento en que algún miembro de la familia decide limpiar y ordenar el electrodoméstico. El frigorífico (y el congelador), por desgracia, no es una máquina que detiene el tiempo, ni tampoco una pequeña cámara de criogenización. Y además, no todos los alimentos toleran temperaturas muy bajas. 

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Tener un congelador limpio y ordenado no es algo reservado a los maestros del orden. Y además, para evitar abrirlo y encontrarse con olores extraños, conviene saber qué alimentos están en su interior y cuándo se han metido. Lo más fácil, en este caso, es etiquetar o rotular los envases o contenedores de los alimentos, con nombre y fecha, en el momento en el que se almacenen. 

Pero no basta con saber cuándo se han metido allí, cada alimento tendrá su propia tolerancia del frío. Un alimento se puede poner malo por pasar mucho tiempo congelado o porque, en primer lugar, no se debería haber colocado en el congelador. Los huevos, por ejemplo, son alimentos que no se deben congelar. Lo mismo sucede con otros productos frescos, como algunas verduras. 

¿Qué ocurre dentro?

El refrigerador es un invento muy moderno. El plano del primer modelo fue ideado por el estadounidense Oliver Evans, en 1805, pero el primer electrodoméstico para enfriar no se fabricó hasta 1934, cuando Jacob Perkins, basándose en el modelo de Evans, creó un dispositivo que empleaba un ciclo de compresión del vapor.

Lo cierto es que utilizar el frío para aumentar la vida útil de los alimentos es algo incluso más antiguo que las pesetas. Pero la congelación es algo que era muy difícil conseguir sin contar con los avances científicos de la modernidad. Esta no ha dejado de ser la técnica más eficaz para almacenar los alimentos frescos. 

En la Antigüedad, las fuentes naturales, como los arroyos o las cuevas, eran una buena opción para almacenar la comida. Cuanto más profunda era una cueva, más frío era el aire. Con el paso del tiempo se fueron desarrollando otras soluciones, como los agujeros en el suelo o los recipientes de madera.

También había cámaras frigoríficas que los vecinos compartían para conservar la carne, la fruta y las verduras. Durante el invierno, se almacenaba el hielo y la nieve para refrigerar los alimentos durante los meses cálidos. 

Volviendo a los frigoríficos, hay que entender cómo funcionan. Lo que hace realmente reste artilugio no es enfriar, sino extraer y expulsar el calor que hay en su interior hacia fuera. Y para alcanzar la temperatura idónea emplea el líquido refrigerante y la compresión de la cámara frigorífica en un ciclo que se repite. 

Sabiendo cómo funciona se comprende mejor por qué no conviene estar abriendo y cerrando sus compuertas continuamente. Cuando entra el aire caliente del exterior, el ciclo de refrigeración se reinicia. 

Este sí, este no

"Hay alimentos que no se deben congelar", advierte la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) en una nota informativa. Y elabora, someramente, una lista de los alimentos susceptibles a estropearse en condiciones extremas de frío.

Los alimentos que no se deben congelar, según la OCU

- Las verduras de hoja, como la lechuga o las espinacas. 

- Las patatas, tanto frescas como cocinadas. 

- Las frituras, porque se ablandan. 

- Las salsas con huevo, porque se pueden cortar. 

A esta lista se pueden añadir otros productos, como el arroz, los quesos blandos, las gelatinas, los quesos blandos, el yogur, la nata sin montar y los lácteos desnatados. Hay otras verduras con otro contenido de agua, como los tomates o los pepinos, que tampoco se congelan bien.

Amy Gorin, dietista y fundadora de Plant Based with Amy, en declaraciones al blog Brightly.eco, enuncia una regla de oro: "Considerar congelar los alimentos que tienen una textura que no se verá alterada por el proceso de descongelación". Si sospechas que podría estropearse, no lo congeles.  

El ABC de la (des) congelación

No solo es importante saber qué se puede meter al congelador y por cuánto tiempo. Es igual de importante conocer el mejor método para la descongelación de los alimentos para evitar su contaminación.

"La congelación por debajo de los –18 °C reduce la actividad de los microorganismos presentes en los alimentos, pero no los elimina", explica la Organización de Usuarios y Consumidores (OCU) en una nota informativa. Por eso, se recomienda hacerlo de manera adecuada "para evitar problemas de seguridad alimentaria".

El mejor método es hacerlo en la nevera: "debe hacerse al menos con 12 horas de antelación", explican. Primero se coloca el alimento sobre un colador, para eliminar el agua sin que entre en contacto con el alimento. Y después se coloca en un recipiente cerrado para evitar que desprenda olores no deseados en el interior de la nevera. 

"En caso de urgencia, se puede utilizar la función descongelación del microondas (potencia baja)", explica la OCU. Lo que nunca se debe hacer, recuerdan, es volver a congelar lo que ya se había descongelado previamente.