El Kubo y La Ruina se han convertido en el epicentro de la precampaña en Barcelona.

El Kubo y La Ruina se han convertido en el epicentro de la precampaña en Barcelona. Diseño: Arte EE / EE, Desokupa, EP

Reportajes

Los 50 de Desokupa contra los anarquistas de Colau: la campaña se juega en el desalojo de la Bonanova

El Kubo y La Ruina son dos locales ocupados en uno de los mejores barrios de Barcelona. La empresa de Daniel Esteve ha prometido desalojarlos.

6 mayo, 2023 02:22
Barcelona

En una pequeña esquina que pasa desapercibida a la vista, encajonadas entre la iglesia de Nuestra Señora de la Bonanova y bloques de pisos que rondan entre los 5.000 y los 6.000 euros el metro cuadrado, El Kubo y La Ruina se han erigido como símbolo de lo que, para muchos, es la Barcelona de Ada Colau tras ocho años de mandato. Son dos locales okupados por colectivos anarquistas, parte de los movimientos sociales que cuentan con el beneplácito de un consistorio que declara abiertamente a Barcelona como ciudad “antifascista”.

Aquí, en la sección 32 del distrito de Sarrià-Sant Gervasi, la renta per cápita asciende a 33.250 euros. El barrio se encuentra entre el 1% de los más ricos de España. Sus vecinos no están acostumbrados a ser el epicentro de movilizaciones políticas. Pero desde hace unas semanas, las cosas han cambiado: en la esquina de El Kubo y La Ruina se enfrentan a sólo unos metros de distancia los dos modelos de ciudad que se batirán en las urnas el próximo 28 de mayo. Por un lado, la Barcelona de izquierdas, los colectivos radicales y las políticas laxas con la ocupación ilegal. Por el otro, la cada vez más pequeña Barcelona de orden, colegio privado y harta de la deriva que ha tomado la ciudad.

De este último lado está la empresa Desokupa de Daniel Esteve, quien tras una cadena de altercados en el entorno de los edificios ocupados, anunció a través de sus canales en redes sociales que se plantaría de forma voluntaria en el lugar con “50 tíos” para forzar el desalojo de los okupas, el próximo 11 de mayo. En palabras de Esteve, será “el mayor dispositivo” que la empresa ha llevado nunca a cabo en España. La aparición imprevista de este personaje ha terminado por cerrar el guión de una película que tiene todos los ingredientes para que se produzca una batalla campal previa a la batalla de las urnas.

La esquina en la que se encuentran El Kubo y La Ruina.

La esquina en la que se encuentran El Kubo y La Ruina. Rafa Martí

Del otro lado, los colectivos antisistema de Barcelona han respondido a Esteve con una concentración inusual de fuerzas el mismo día 11 en el entorno de El Kubo y La Ruina, adonde acudirán en masa para defender el símbolo de orgullo anarquista en el corazón de la zona alta de Barcelona. Allí residen de forma habitual una veintena de okupas que han levantado barricadas en previsión de lo que está por venir.

“Se va a liar”, comentan varios adolescentes en un corrillo a la salida del colegio La Salle Bonanova, a apenas 200 metros de las casas ocupadas. “El otro día vinieron los de Vox, PP y Ciudadanos”, comenta, por su parte, una señora a otro matrimonio mayor en la Plaza Bonanova, enfrente de los locales ocupados. El Kubo y La Ruina se han convertido en una atracción de feria para los vecinos del barrio y los adolescentes que llenan las aulas de los colegios privados de la zona. No se habla de otra cosa.

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Bastión anarquista

La historia de El Kubo y La Ruina se remonta a 2016, cuando un grupo de okupas se metió en un edificio de oficinas abandonado al que rebautizaron, por su forma cúbica, con el primero de los nombres. Colindante a él, se encuentra una finca modernista propiedad de la Sareb, donde los okupas entraron en 2019 y en el que establecieron el ‘Centro Social Okupado’ La Ruina. Los locales ocupados se habían convertido ya en un símbolo del movimiento antisistema y, para los vecinos, en una incómoda compañía.

En todos estos años, los incidentes no habían pasado de alguna fiesta con volumen alto que molestaba a los vecinos, y alguna que otra concentración minoritaria. Pero no fue hasta el pasado 23 de marzo que la chispa prendió la mecha de un conflicto que los okupas llevaban anunciando desde que se establecieron. “Dos años arruinando el barrio”, reza en catalán un grafiti en una de las vallas del edificio.

Barricadas en el perímetro del CSO La Runia.

Barricadas en el perímetro del CSO La Runia. Rafa Martí

Aquel día, un juez había programado un lanzamiento para desalojar a los residentes de El Kubo, pero no de La Ruina. Ambos procesos los tramitan juzgados diferentes, los cuales no lograron coincidir en una única fecha de desalojo. Ante la orden judicial, los okupas construyeron barricadas en todo el perímetro de ambas fincas: vallas con el logotipo del Ayuntamiento de Barcelona, ladrillos, redes y sacos de cemento para repeler una entrada de la policía. 

El día indicado, la Guardia Urbana se presentó en el lugar y fue recibida a perdigonazos que los okupas dispararon con pistolas de balines desde el interior. La policía ni siquiera intentó entrar. Ante la situación, el juez optó finalmente por suspender el desalojo. El responsable del Área de Seguridad del Ayuntamiento de Barcelona, el socialista Albert Batlle, justificó la no intervención policial en que, si no se desalojan las dos casas de forma simultánea, los okupas de una podrían refugiarse en la otra, perpetuando el problema.

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La suspensión, sin embargo, fue vista como una victoria de los okupas. En la cuenta de Twitter del CSO La Ruina, éstos publicaron el siguiente mensaje: “Tenemos el placer y el orgullo de comunicar que el desalojo del Kubo se ha suspendido Las fuerzas represivas del estado no se ven capaces de desalojarnos. Por este motivo el juzgado ha suspendodo el lanzamiento. Muchas gracias a todxs por el apoyo. Atentxs a proximas noticias”.

La situación provocó que los vecinos se organizaran entonces por su cuenta, a través de la asociación Mi Barrio Seguro, y con el apoyo de Vox, PP, Ciudadanos y Valents. Estos partidos vieron cómo en el conflicto de la zona alta de Barcelona podrían arañar votos de cara a la cita electoral del 28-M, en torno a uno de los principales temas de la campaña: la ocupación ilegal. 

El líder de Desokupa, Daniel Esteve.

El líder de Desokupa, Daniel Esteve. Metrópoli Abierta

Con la atención mediática encima, las concentraciones de los vecinos fueron cada vez más numerosas: la clase pudiente barcelonesa había encontrado, al igual que en las manifestaciones de la calle Núñez de Balboa en Madrid en el contexto de las medidas de la pandemia, un motivo para unirse en la calle.

“Hijos de papá”

El aumento de la presión vecinal ha provocado, en las últimas semanas, que los altercados se hayan multiplicado. Envalentonados por la atención mediática, adolescentes de los colegios de la zona, se enfrentaron a los okupas increpándolos desde la calle, con motivo de una de las dos concentraciones que han tenido lugar enfrente de los locales. Los días siguientes, los okupas, al grito de “pijos” y “fachas”, fueron de cacería contra ellos.

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Según relatan a EL ESPAÑOL tres estudiantes de primero de Bachillerato en La Salle, los okupas han agredido a un chico de 12 años que volvía de un entrenamiento de hockey, y a otros alumnos de segundo de Bachillerato que han tenido que vérselas con los radicales. “Roban móviles, amenazan, dan collejas… no nos dejan ir tranquilos por la calle”, dice uno de los chicos en conversación con este periódico. De las mismas denuncias se ha hecho eco Esteve en sus redes sociales, donde ha aportado material gráfico de las supuestas lesiones que han provocado los okupas. 

A otro vecino del barrio, un joven de origen georgiano que ha nacido y vivido toda la vida en la Bonanova, cuya casa está a vista de El Kubo y La Ruina, un perro de los okupas atacó al suyo hace tres años: “Salí a pasear con mi perro atado y ellos iban con un pitbull suelto que mordió y dejó inconsciente al mío”, asegura en conversación con este periódico. El joven se enfrentó a golpes contra los okupas. “Es un problema que conozco de cerca: en casa de mi abuela ha habido 144 okupas y nos costó 30.000 euros echarlos”, dice.

Algunas de las pancartas que cuelgan en los locales ocupados en Barcelona.

Algunas de las pancartas que cuelgan en los locales ocupados en Barcelona. Rafa Martí

Este joven, que prefiere mantener el anonimato por el temor a que los antisistema busquen a algún familiar suyo tras aquella pelea, dice que los problemas comenzaron al poco tiempo de que llegaran los okupas. “Estos edificios llevaban años abandonados. Yo incluso entré de más pequeño con otros amigos para hacer la gracia. Cuando llegaron ellos, comenzaron a hacer pintadas y a tirar los contenedores de sobras de los supermercados. Todas las noches hacen lo mismo: van en coche vaciando contenedores”, señala.

“Muchos son hijos de papá. El padre de uno de ellos tiene mucho dinero y, de hecho, viene todo el tiempo a un bar del barrio. Está harto de su hijo. La hermana de uno de mis mejores amigos también está metida en una de esas casas. Es una chica que detesta a su familia y que salió desviada”, prosigue, al tiempo que advierte del hermetismo que impera en el colectivo okupa respecto a estos dos locales.

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“Me parece muy bien que no quieran trabajar, pero que no molesten a los demás. Viven en dos edificios enormes en el mejor barrio de Barcelona, con luz y agua corriente, no pagan nada y están todo el día haciendo lo que les da la gana. Y saben que no les van a echar”, añade el joven, un referente del barrio. Está expectante al operativo de Desokupa el próximo jueves. “En este barrio hay mucho españolito con pulserita, pero faltan huevos para pegarse con ellos”, concluye.

Otros vecinos prefieren no hablar. Es el caso de los propietarios de un local comercial que se ubica enfrente de las casas ocupadas, que declinan hacer declaraciones “por miedo”. “Preferimos no decir nada porque no queremos levantarnos un día y encontrarnos con el escaparate roto”, dice uno de ellos.

Operación ‘Desokupa’

Según ha anunciado Esteve, líder de Desokupa, hasta 50 trabajadores de su empresa estarán el 11 de mayo a las 21:00 para forzar el desalojo. No hay orden judicial, con lo que nadie puede entrar en el recinto. Pero, según Esteve, tratará de forzar el desalojo con la presión de la calle y ha prometido “palos”. El líder de la empresa de desocupaciones, pretende concentrar a entre 4.000 y 5.000 vecinos indignados. Además, su plan cuenta también con dos infiltrados entre los okupas. 

"Ellos ya estuvieron anoche con los okupas, ya que aprovecharon el llamamiento que hicieron a otros colectivos de la zona para mezclarse con ellos. Nos cuentan que ya hay desacuerdo entre ellos porque hay algunos que no ven con buenos ojos las acciones delictivas que están cometiendo", explicó Esteve en un vídeo, quien avanza que el plan es que “estos infiltrados entren en la casa okupada el jueves 11” y les obliguen a salir.

La respuesta por la parte contraria también crece en paralelo. Según ha podido saber este periódico, el movimiento antisistema de Barcelona se está organizando para concentrar en las casas ocupadas a centenares de jóvenes, los cuales interpretan la acción de Desokupa y los vecinos como una provocación. En vista de que el conflicto pueda escalar y salga de control, el líder de Desokupa prevé que los Mossos d’Esquadra intervengan antes de la fecha y practiquen un lanzamiento limpio y sin espectadores.

En las dos concentraciones que ha habido hasta la fecha, los incidentes sólo se desataron en la primera de ellas, el 25 de abril. Ante la concentración de varias decenas de vecinos, los okupas salieron a manifestarse y acabaron perseguidos por cargas policiales cuando  trataron de romper el perímetro de los Mossos d’Esquadra con una pancarta que rezaba “Vuestres hijes serán okupas” a la cabeza. La actuación se saldó con cuatro detenidos entre los antisistema, que arrojaron objetos a los manifestantes y a la policía desde la protección de los muros de los locales ocupados.

La segunda concentración, el pasado martes 2 de mayo, el cordón policial fue el doble: hasta 14 furgones de antidisturbios de los Mossos separaron a un centenar de anarquistas que salió a la calle nuevamente con pancartas y bengalas desafiando a los vecinos. Estos les respondieron con gritos desde megáfonos y consignas contra la política permisiva de Ada Colau.

Con 2.838 ocupaciones ilegales según cifras de 2022, Barcelona es la provincia española donde más se produce esta práctica. Es un número que triplica el de la segunda provincia con más ocupación, Madrid. En el caso de El Kubo y La Ruina, el consistorio ha echado balones fuera, y descarga toda la responsabilidad en las órdenes de los jueces.