El cubano Héctor es médico en el 061 y este martes, en el barrio de Las 600 en Cartagena, fue amenazado de muerte junto a su equipo.

El cubano Héctor es médico en el 061 y este martes, en el barrio de Las 600 en Cartagena, fue amenazado de muerte junto a su equipo. Cedida

Reportajes

Héctor, el médico del 061 amenazado de muerte en el barrio de Las 600 de Cartagena: "¡Te rajaré!"

El personal sanitario de la Región de Murcia ha realizado varios actos de protesta porque desde junio vienen sufriendo agresiones y amenazas.

4 noviembre, 2022 09:38
Murcia

A Héctor le tocó cubrir este martes una guardia en el 061 donde atendió a 123 pacientes. No tuvo tiempo para detenerse a comer hasta las seis y cuarto de la tarde. Pero lo peor de la jornada no fue el cansancio acumulado por un turno de 24 horas durante un festivo, como el Día de Todos los Santos, ni el estrés de desplazarse todo el tiempo por Cartagena en una ambulancia con los pirulos encendidos. Lo más jodido para este médico de emergencias fue tener que plantar cara a un veinteañero que junto a tres allegados, provistos de palos, le exigió que le hiciesen un test Covid.

"Para proteger a mi equipo me tuve que enfrentar a un individuo: así no se puede trabajar una guardia de 24 horas, con gente que te amenaza y se siente con total impunidad", tal y como reflexiona Héctor.

Este médico del 061 se jugó el pellejo durante un servicio que prestó en Las 600: un barrio convertido en el 'supermercado' de la droga de Cartagena, por culpa de unos pocos residentes que imponen sus leyes, como el adolescente que se acercó a la ambulancia a amedrentar al equipo que coordina Héctor. "Nos vimos desamparados y desatendidos: podría haber pasado algo serio, pero gracias a Dios no ocurrió".

Héctor, médico del 061, este martes, en el barrio de Las 600 de Cartagena, donde fue amenazado de muerte por un veinteañero.

Las palabras de este médico no son exageradas y están avaladas por un vídeo que recogió parte del grave episodio de amenazas de muerte que sufrió este facultativo, así como los miembros de su equipo del 061: un técnico de emergencias y dos enfermeras, una de ellas residente. Llueve sobre mojado para el personal sanitario de la Región de Murcia que hace quince días celebró actos de protesta en una treintena de centros de salud, con el objetivo de denunciar los casos de violencia contra empleados del Servicio Murciano de Salud que se vienen registrando desde el verano.

Valgan como botón de muestra estas situaciones. En junio, un toxicómano golpeó a un médico y trató de asfixiar a un técnico de emergencias del Centro de Salud de San Andrés en Murcia. En agosto, la Policía Nacional arrestó a un hombre y a una mujer, por dos delitos de atentado a funcionaria pública, amenazas graves y lesiones a dos facultativas del Centro de Salud Mariano Yago de Yecla, a las que exigieron un tratamiento específico. En septiembre, médicos de Calasparra denunciaron amenazas diarias en las guardias, y en octubre, una familia de Fortuna apaleó a un facultativo por decirles que a la consulta solo podía entrar un acompañante.

[Una familia apalea a un médico de Murcia por decirles que en consulta solo entra un acompañante]

"Esto es inaceptable, estamos expuestos y vendidos: algunas personas están irascibles y quieren que estemos a merced de su voluntad", critica el cubano Héctor, titulado en Medicina en 1989, y con más de dos décadas de experiencia ejerciendo en España en urgencias hospitalarias, como médico de cabecera, en el Servicio de Urgencias de Atención Primaria (SUAP), incluso en el sector privado para Navantia.

"Hace falta una respuesta inmediata de la Consejería de Salud y de la Justicia: hasta ahora jamás había recibido amenazas de muerte". Pero este martes, Día de Todos los Santos, a Héctor le tocó hacer valer su 1,88 de altura y su imponente físico para que ni él ni sus compañeros saliesen apaleados del barrio de Las 600 en Cartagena. "Necesitamos sentencias más rápidas y contundentes para frenar los ataques a sanitarios". 

El último ocurrió a las siete de la tarde de este martes, cuando el equipo que coordina en el 061 fue requerido de urgencia. Tenían que asistir en la vía pública a un anciano, de 88 años, que acababa de ser dado de alta del Hospital Santa Lucía, y que al ser trasladado a su domicilio por una ambulancia sin dotación médica, comenzó a sentirse indispuesto. "Cuando llegamos pensamos que podía ser un infarto porque el señor estaba pálido, sudoroso, y desorientado". De modo que este médico y sus dos enfermeras comenzaron a tratar al anciano dentro de la ambulancia.

Héctor, médico del 061, en un servicio.

Héctor, médico del 061, en un servicio. Cedida

Durante el servicio comenzaron los problemas: "Aparece un señor, de etnia gitana, para decirnos que su hijo, de veintipocos años, estaba enfermo por un resfriado, y nos exigió que lo viéramos en su casa y que le hiciéramos la prueba del Covid, pero le informamos que estábamos en una urgencia y que para eso el joven debería acudir al servicio médico, y que el test se lo podía hacer en el domicilio, en la farmacia o que fuera al SUAP, donde además le harían una revisión". La explicación educada que ofreció Héctor y acorde al protocolo del Servicio Murciano de Salud, de poco le sirvió al padre del veinteañero, tal y como se demostró en cuanto estabilizaron al anciano en la ambulancia.

"El paciente residía en un bloque sin ascensor y le subí a pulso tres plantas, sobre una silla de traslado, con la ayuda de mi técnico de emergencias y de un vecino". Nada más terminar de hacer de buen samaritano, como 'premio', a este facultativo y a sus compañeros les tocó lidiar con un supuesto episodio de atentado contra la autoridad.

- ¿Qué ocurrió cuando dejó a su paciente en su domicilio?

- Al llegar arriba, le pedí a una de las enfermeras que me subiera los informes médicos, pero me respondió: 'Creo que tenemos problemas y hemos tenido que llamar a la Policía'. El veinteañero que estaba resfriado salió de su casa y se fue como un bólido hacia la ambulancia. Entonces, empezó a amenazar y a insultar a los dos enfermeras sujetando una fusta o un garrote. Después, aparecieron dos o tres allegados portando unos palos, incluso llegó un niño con una escoba. Todos protestaban porque no asistíamos al chico y no le queríamos hacer allí mismo el test de antígenos. Preguntaban quién era el jefe del equipo y el veinteañero dijo: 'El negro ese se va a enterar'.

Héctor no se arrugó y cuando vio desde la vivienda del anciano la situación de peligro que estaban sufriendo sus compañeros en la calle, no dudó un segundo en acudir a prestarles auxilio. Así lo demuestra el vídeo que grabó una enfermera, donde este médico, en cuanto empieza a bajar por las escaleras, es interceptado con violencia por un joven, llamado Yeray, de 22 o 23 años, que va armado con una fusta o un garrote

- Cuando el joven le abordó en las escaleras del bloque, ¿qué pasó?

- Me cogió por la solapa del chaleco, puso su pecho contra mi pecho, y daba golpes a la pared con la fusta. Para proteger a la enfermera la separé de allí y el chico empezó a gritarme y a amenazarme de muerte: '¿Tú no me vas a atender? ¡Me cago en los muertos!' Entonces, yo le separé, le pedí calma, pero seguía gritándome a la cara: '¡Te voy a rajar!'

El vídeo de este violento episodio al que ha accedido EL ESPAÑOL, demuestra que este médico no cedió para proteger al equipo que coordina en el 061. Y además, lo hizo en un ambiente hostil, ante la presencia de allegados del chico que iban con palos, y en un barrio marginal, marcado por un historial de graves delitos de sangre. Prueba de ello es el siguiente extracto de la conversación que mantuvieron Héctor y Yeray, donde el facultativo se niega a prestarle atención sanitaria bajo amenazas.

- Héctor: ¡No me toques! ¿Qué es lo que quieres? No te vamos a hacer nada. Llámame a la Policía.

- Yeray: ¡Llámala! ¡Corre y llámala!

- Héctor: ¿Quieres dormir en el calabozo?

Este facultativo puntualiza que no todos los vecinos de Las 600 actuaron igual: "Hubo gente que trató de calmar la situación". El suceso ha provocado una gran indignación entre el personal sanitario de la Región de Murcia y Héctor no para de recibir muestras de apoyo por su valentía. "Ese chico decía que estaba resfriado en la cama, pero salió bien rápido de su casa para amenazar con un garrote a todo el personal sanitario", tal y como reflexiona este médico, de 50 años, que tuvo que abandonar Cuba para labrarse una meritoria trayectoria profesional en España.

"Me marché para mejorar mis condiciones de trabajo y ayudar a mi familia", recuerda con nostalgia Héctor, un facultativo curtido, que ha realizado colaboraciones internacionales en África, y que reclama "medidas" a la Consejería de Salud para proteger al personal sanitario de cualquier amenaza o agresión por realizar su trabajo. "Para hacer avisos vamos a tener que ir escoltados".