El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, el rey Felipe VI, y el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, durante su intervención en la Cumbre Iberoamericana del pasado sábado.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, el rey Felipe VI, y el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, durante su intervención en la Cumbre Iberoamericana del pasado sábado. Efe/Fernando Calvo

LA TRIBUNA

Una Cumbre Iberoamericana con sabor europeo

Con la autonomía estratégica en el horizonte, la Cumbre ha servido para que la UE afiance sus relaciones con América Latina de cara al próximo encuentro en julio. 

28 marzo, 2023 02:36

Iberoamérica es la unión de los países de América Latina con los países de la península ibérica, con los que guarda fuertes lazos de identidad e intercambio económico y social. Aprovechando la cercanía política y cultural, en 1991 se impulsó la creación de la Comunidad Iberoamericana y el mecanismo de Cumbres de jefes de Estado anuales.

Esta voluntad de integración de la península ibérica y América Latina se completó en 2005 con la creación de la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB), que es el organismo internacional de apoyo a los 22 países que integran la comunidad. 

Los ministros de Exteriores de los países participantes saludan en una foto de familia al término de la Cumbre Iberoamericana, el pasado sábado en Santo Domingo (República Dominicana).

Los ministros de Exteriores de los países participantes saludan en una foto de familia al término de la Cumbre Iberoamericana, el pasado sábado en Santo Domingo (República Dominicana). Efe

Los jefes de Estado y de Gobierno de los países de habla castellana y portuguesa de Europa y América se reúnen con la finalidad de "establecer un espacio común iberoamericano de concertación política y de cooperación".

Hasta 2014, la cita era anual, pero entonces pasó a celebrarse cada dos años. Este año, el anfitrión de la cita fue República Dominicana, y junto con la Cumbre se celebró el XIV Encuentro Empresarial Iberoamericano. 

Iberoamérica es un espacio regional singular. España, Portugal y Andorra no sólo distan geográficamente de los demás. Su carácter europeo marca y limita su adhesión, mientras que los socios latinoamericanos se han caracterizado por la debilidad de sus procesos de integración

Si bien es un esfuerzo de integración limitado por estas singularidades, no puede desconocerse su importancia. En primer lugar, porque se trata de un sistema de integración dotado de una institucionalidad propia. A la SEGIB se unen la Organización Iberoamericana de la Juventud, la Conferencia de Ministros de Justicia de Iberoamérica y la Organización Iberoamericana de la Seguridad Social y la Organización de Estados Iberoamericanos, esta última con oficinas y proyectos en 21 de los 22 países iberoamericanos. 

Ante la fragilidad de los procesos de integración regional latinoamericanos, la experiencia española y portuguesa en el marco del proceso europeo ha impulsado un sistema institucional. También un mecanismo de diálogo, concertación y promoción de proyectos conjuntos valioso para el conjunto de los países. 

El compromiso español con la promoción de esta comunidad la ha convertido en un puente para las relaciones con Europa. En el marco de la voluntad europea, encabezada por el Alto Representante Josep Borrell, de apuntalar su autonomía estratégica, la Cumbre Iberoamericana en República Dominicana es una oportunidad para afianzar relaciones y preparar la Cumbre entre la Unión Europea y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe que tendrá lugar en julio en Bruselas. 

Sin duda, la Cumbre Iberoamericana merece atención a pesar de importantes ausencias como la del presidente de Brasil, Lula da Silva, y la del presidente mexicano Juan Manuel López Obrador. Tampoco asistieron los mandatarios de El Salvador, Guatemala, Venezuela, Panamá y Perú. 

"España pidió fortalecer Iberoamérica como puerta de enlace con Europa, marcando las prioridades de la presidencia española de la UE"

La cita ha servido para escuchar a los presidentes expresar sus prioridades y visiones sobre el futuro de la región. El discurso del Alto Representante de la Unión Europea ha sido uno de los más aclamados y reseñados por darle un marco geopolítico al evento y a una América Latina llamada a buscar su espacio en el cambiante sistema internacional.

Asimismo, fue destacable la intervención del presidente chileno Gabriel Boric, que condenó duramente al régimen de Daniel Ortega. Una valentía no muy habitual en estos espacios, en los que el intento por conseguir la unanimidad en la aprobación de la agenda a veces tiende a "descafeinar" de política interna los debates.

Noriega no asistió. La defensa del régimen le correspondió a su embajador, que aludió a la trasnochada diatriba del imperialismo americano para acusar al chileno. Una vez más quedo patente el aislamiento del régimen nicaragüense. Maduro, por su parte, confirmó su presencia y canceló a última hora, como ha hecho en otras ocasiones. Su interés por desempeñar un papel internacional siempre choca con el temor al fundado rechazo que suscita su presencia.

Mención aparte merece Gustavo Petro, presidente de Colombia, que muy adecuadamente señaló el camino hacia la integración iberoamericana alrededor de las energías limpias. Aunque en su estilo habitual, una de cal y otra de arena, sugirió que se invitara a las Cumbres a la "nación saharaui" en calidad de observadora.

Una propuesta que pretende marcar distancia con su antecesor en el cargo. El presidente Duque, volcado al otro extremo, reconoció el dominio marroquí sobre el Sáhara. Pero la sugerencia de Petro también afecta a la relación con España. En su próxima visita a la península ibérica, en mayo, tendrá que afinar un poco más el mensaje. 

España, por su parte, tanto en las intervenciones del rey y del ministro de Exteriores, como en la del presidente del Gobierno, acertó en su diagnóstico de la situación de la región. Y se centró en fortalecer Iberoamérica como puerta de enlace con Europa. El mensaje, apropiado en tono y contenido, marca el camino hacia las prioridades de la presidencia española de la UE que dará inicio en julio de este año. 

Más allá de las intervenciones, la Cumbre deja un resultado valioso en temas estratégicos. Además del apoyo unánime a la Declaración de Santo Domingo y a las estrategias de la Secretaría General Iberoamericana para el próximo año, se han aprobado tres instrumentos: la Carta Medioambiental Iberoamericana, La Ruta Crítica para alcanzar una Seguridad Alimentaria Incluyente y Sostenible en Iberoamérica, y la Carta Iberoamericana de Principios y Derechos en Entornos Digitales. Todos, temas cruciales para el futuro de una región que ha visto agravarse sus problemas estructurales tras la pandemia y a consecuencia de la invasión de Rusia a Ucrania.

"La Cumbre es un espacio en el que los países hacen suya la agenda de sus socios y donde se contagian las buenas prácticas entre regiones"

La Carta Medioambiental, primera de su tipo, es un primer paso para hacer frente a los desafíos del cambio climático y unificar normativas y políticas públicas. Una iniciativa muy relevante para una región que tiene un tercio de las reservas de agua dulce del mundo, rica en biodiversidad y en bosques y selvas. 

La Carta de Principios y Derechos Digitales, por su parte, pretende conseguir una transformación digital inclusiva que atienda a las brechas existentes y evite otras nuevas. Esta iniciativa es clave, si se atiende a la potencia y vitalidad del idioma español en el avance de la digitalización. De hecho, la carta se ha inspirado en la Carta de Derechos Digitales de España. 

El tercer instrumento, la Estrategia para la Seguridad Alimentaria, tiene como fin fortalecer el comercio intrarregional y el desarrollo de cadenas de suministro más resilientes, además de consolidar la agricultura familiar y la infraestructura digital rural.

Sin embargo, en el tintero de la Cumbre, y ante la dificultad de conseguir la unanimidad que imponen sus reglamentos, se ha quedado el Comunicado Especial sobre Arquitectura Financiera Internacional. Este pretendía avanzar hacia un sistema financiero global más justo, inclusivo y flexible para afrontar la recuperación pospandemia, la transición energética y la desigualdad. 

Además de los instrumentos, la Cumbre deja otros 16 documentos de declaración, que tocan los temas más diversos. Desde la cuestión de las Malvinas y el rechazo al régimen de sanciones contra Cuba, hasta la celebración del año de los camélidos, pasando por otras sobre el mascado de coca, los derechos humanos o sobre las armas autónomas. 

[Editorial: España ensaya la presidencia europea en Iberoamérica]

No son anécdotas. La agenda regional latinoamericana tiene muchos temas comunes y pocos espacios para tratarlos. La Cumbre Iberoamericana es mucho más que una foto de familia (conflictiva). Es un espacio en el que los países hacen suya la agenda de sus socios y experimentan un contagio positivo de las buenas prácticas entre regiones. Además, todo aquello que vaya en la dirección de poner la mira en la relación euro-latinoamericana es un acierto. 

Iberoamérica tiene muchos desafíos pendientes. Entre ellos, el de diseñar una nueva estrategia a largo plazo que integre los desafíos emergentes, una articulación más equilibrada y representativa de todos los organismos iberoamericanos, y una mejora en la medición del resultado e impactos de sus programas de cooperación.

Retomar el mecanismo de las Cumbres y conservar su nivel es indispensable para mantener vivo un esfuerzo de dos décadas que es y será una fortaleza adicional para España y Portugal. 

** Erika Rodríguez Pinzón es profesora de la Universidad Complutense, investigadora del ICEI y Special Advisor del Alto Representante de la Unión Europea.

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