Un avión de combate F-16 de la Fuerza Aérea Polaca vuela durante un día mediático.

Un avión de combate F-16 de la Fuerza Aérea Polaca vuela durante un día mediático. Reuters

Europa

¿Dónde están los F-16? Kiev advierte que la falta de cazas puede condenar la contraofensiva

El máximo responsable del ejército ucraniano, Valeri Zaluzhnyi, ha recordado que todos los manuales de estrategia hablan de la necesidad de contar con la superioridad de la aviación.

3 agosto, 2023 03:07

Tanto el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, como el máximo responsable de las fuerzas armadas, Valeri Zaluzhnyi, llevan tiempo insistiendo en la misma idea: es insensato pedirle a su país que recupere territorio al ejército ruso sin el apoyo de una fuerza aérea digna de ese nombre. Como el propio Zaluzhnyi indicaba recientemente en la prensa estadounidense, todos los manuales occidentales de estrategia hablan de la necesidad de que el ataque por tierra sobre posiciones enemigas fortificadas se haga contando con la superioridad de la aviación. Sin embargo, a Ucrania se le exige que avance sin fuego aéreo. A pelo, bala contra bala.

Hay en Occidente cierta condescendencia a la hora de enfrentarse a la situación del ejército ucraniano. Como si hubiera que explicarles mil veces lo que tienen que hacer en vez de escuchar y aprender de lo que de hecho están haciendo. Como indicaba el New York Times en su edición del miércoles, los soldados que han recibido formación en técnicas occidentales de ataque por parte de la OTAN están volviendo a sus planes originales. No basta con coger a unos cuantos cientos de hombres, instruirles en la teoría y esperar que todo vaya rodado. La realidad es otra cosa bien distinta.

Y, sin embargo, Occidente se niega a dar ese paso que lleve de la intención al acto. Por supuesto, Kiev debe agradecer todo el apoyo recibido durante este año y medio. Un apoyo sin el cual probablemente no habría resistido el ataque ruso o, cuando menos, le habría costado un esfuerzo en vidas y armas mucho mayor. Ahora bien, también es cierto que cada nueva tecnología que la OTAN o la Unión Europea ha mandado a Ucrania ha costado horas y horas de diplomacia. Nadie quería mandar Leopards hasta que la opinión pública reclamó que se enviaran esos Leopards. Lo mismo ha pasado con los HIMARS, los Abrams… y ahora con los ATACMS y los F-16.

Un avión de combate F-16 de la Fuerza Aérea Rumana está estacionado en la Base Aérea de Siauliai en Lituania en julio de 2023.

Un avión de combate F-16 de la Fuerza Aérea Rumana está estacionado en la Base Aérea de Siauliai en Lituania en julio de 2023. Reuters

¿Burocracia o desgana?

No se sabe si por miedo a las posibles represalias de Putin -nunca es fácil entrar en conflicto con alguien que suelta la expresión "guerra nuclear" cada dos días-, lo cierto es que Occidente sigue enviando armas a Ucrania con una lentitud pasmosa… incluso en un momento en el que, entre intrigas internas y el lógico cansancio de un ejército invasor, da la impresión de que el colapso ruso puede ser inmediato a poco que Ucrania esté en condiciones de apretar.

Ahora bien, para ello, tanto los ATACMS -lanzaderas de misiles de larga distancia que puedan alcanzar los núcleos de suministro y artillería ubicados en el sur de Crimea, en Rostov y en Krasnodar- como, sobre todo, los cazas F16 son imprescindibles. Y no acaban de llegar. Hace ya dos meses que el presidente Biden autorizó la formación en Europa de pilotos ucranianos para llevar estos F16 a primera línea de combate. Sin embargo, tal y como apunta la cadena CNN en su página web, la burocracia está paralizando el proceso sin que se sepa muy bien por qué.

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Como es habitual con todo material bélico, Estados Unidos se ha reservado el derecho a supervisar el uso que se va a dar a sus cazas antes de autorizar el envío de piezas, repuestos y componentes propios de la tecnología que requiere un avión de este tipo. El problema es que, dos meses después de dejar la tarea de la formación en manos de sus socios europeos, estos no han enviado aún a Washington un plan preciso de qué se va a hacer cuando esta acabe. En el Pentágono insisten en que, sin dicho plan, no pueden autorizar nada. Necesitan que Europa ponga negro sobre blanco qué pretende hacer con los F16 y cómo se va a organizar su envío a Ucrania.

El cascabel al gato

De hecho, aunque el inicio del curso de formación está previsto para este mismo mes de agosto en Dinamarca y Rumanía, y aunque se haya constituido una comisión de once países -los dos citados más Holanda, Bélgica, Canadá, Luxemburgo, Noruega, Polonia, Portugal, Suecia y Reino Unido- para ayudar en la tarea, Estados Unidos asegura desconocer en este momento qué países van a ceder sus F16 a Ucrania y en qué fechas está previsto que lo hagan. Algo que, por supuesto, también tienen que aprobar.

En resumen, llevamos desde antes del verano hablando de los F16, pero lo cierto es que no hay un compromiso firmado y cerrado de cuántos cazas recibirá Ucrania ni en qué plazos. Europa culpa a Estados Unidos por su afán de controlarlo todo mientras Estados Unidos culpa a Europa de ser incapaz de enviarles un documento que puedan aprobar razonablemente. En medio, queda, como decíamos, el ejército ucraniano, sumido en la indignación de tener que combatir en inferioridad y encima recibir las críticas por no avanzar lo suficientemente rápido.

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Y es que, aunque en su momento se habló de principios de 2023 para la llegada de los cazas al frente, las nuevas informaciones dan a entender que esa fecha no es más que un ejercicio de optimismo. Podrían tardar incluso más tiempo, comprometiendo por completo la contraofensiva ucraniana, que tiene que tirar de inventiva para cortar líneas de suministros, agotar al ejército ruso y dejar preparado un escenario de ataque que solo podrá hacerse realidad si el invasor colapsa como lo hizo en Járkov o Jersón… o la superioridad aérea, por fin, se materializa.

Hasta que llegue ese momento, quedará la duda de hasta qué punto la advertencia de Moscú de que los F16 eran una nueva "línea roja" por su capacidad para transportar bombas nucleares -aunque Ucrania carezca de las mismas- ha calado en la coalición occidental y ha hecho que todo se retrase. Mientras, quedan los esfuerzos de un ejército valiente y tenaz que avanza kilómetro a kilómetro, pero que no puede lanzarse de forma suicida contra las fortificaciones establecidas por Rusia sin bombardearlas antes. Y para ello se puede elegir el camino largo -artillería y más artillería- o el corto, es decir, superioridad aérea. Occidente tendrá que aclararse al respecto y definir con precisión sus objetivos.