Giorgia Meloni en la celebración del Día de la Liberación.

Giorgia Meloni en la celebración del Día de la Liberación. Reuters

Europa

La ambigüedad de la ultraderecha de Meloni en Italia: democráticos pero no "antifascistas"

"Meloni debe asegurar que es antifascista", dijo ayer públicamente el alcade de Milán, el progresista Giuseppe Sala.

26 abril, 2023 02:17
Roma

El partido nacionalista de la primera ministra italiana Giorgia Meloni, Hermanos de Italia (HDI), es ambiguo con la palabra antifascismo. Este martes se celebró en toda Italia, como todos los años desde el final de la Segunda Guerra Mundial, el Día de la Liberación, que conmemora la victoria de los Aliados y la Resistencia Italiana contra los nazis de Hitler y los fascistas de Mussolini.

La jornada de ayer fue un incómodo escenario de pulso ideológico para la jefa del Ejecutivo transalpino y los suyos porque es la primera efeméride con Meloni al frente del Palacio Chigi, en el primer Gobierno ultraconservador en Italia desde el final del segundo conflicto mundial. 

Con el objetivo de complacer a los sectores más radicales de su electorado, la contraposición entre lo que debe y lo que querrían hacer Meloni y los suyos en relación a temas vinculados al fascismo es evidente. La puesta en práctica de los planteamientos anti-antifascistas de la derecha de Gobierno italiana, de hecho, se han visto reflejados en los actos oficiales del Día de la Liberación de ayer martes: a las 9 de la mañana, la primera ministra Giorgia Meloni bien es cierto que acompañó al jefe del Estado, Sergio Mattarella -quién aseguró que "la Constitución italiana es hija de la lucha antifascista" en otro acto oficial en el Norte del país- en la tradicional ceremonia solemne en el Altar de la Patria de Roma, frente al Soldado Desconocido.

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Pero en una carta publicada ayer en el conocido diario italiano Corriere della Sera, por otro lado, la jefa del Gobierno transalpino apuesta por rebautizar el día nacional italiano como "Fiesta de la Libertad". Evitando así el término liberación. 

A esto hay que añadirle que Ignazio La Russa, cofundador de Hermanos de Italia y presidente del Senado, el segundo cargo del Estado italiano; ayer presenció junto a Mattarella y Meloni el acto oficial en el Altar de la Patria en Roma; pero se desplazó a Praga (República Checa) con el objetivo de rendir homenaje a la lucha contra el comunismo.

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No es la primera vez que Ignazio La Russa ha desatado una fuerte polémica en relación al Día de la Liberación, ya lo hizo el pasado otoño asegurando públicamente que él "no" iba a "celebrar el 25 de abril", unas palabras que causaron revuelo a los medios de comunicación y donde tuvo que aclarar que asistiría a los actos oficiales, pero que no lo celebraría en ninguna manifestación, de tradicional corte progresista. Igualmente ayer martes, La Russa, también para desinflar la polémica, ha reafirmado en todo momento la importancia del 25 de abril como símbolo de la "Liberación de la ocupación nazi" y de la "derrota del fascismo". 

La izquierda italiana que ayer se manifestó en las principales plazas de Italia pidió a la derecha que se pronunciara cerca de su antifascismo: "Meloni debe asegurar que es antifascista", dijo ayer públicamente el alcade de Milán, el progresista Giuseppe Sala. A última hora de la jornada de ayer, La Russa ha intentado evitar responder directamente a la pregunta de si se consideraba o no antifascista a lo que afirmó finalmente que "dependiendo del significado que se le atribuya a la palabra antifascista. Si por ello se entiende como rechazo firme a la dictadura y a la nostalgia [del fascismo], entonces sí". 

En los últimos días, previos a la celebración del Día de la Liberación, ha tenido mucho peso la opinión de Gianfranco Fini histórico líder de Alianza Nacional (AN) el partido de derecha radical anterior a la refundación llevada a cabo por Meloni y La Russa bajo el nombre de Hermanos de Italia. Fini es un líder político muy apreciado en Italia también por los sectores progresistas, por haber sido un protagonista político muy conciliador y que lideró la democratización de los ultraconservadores en los años noventa, cuando el auge de SilvioBerlusconi en el poder.

Fue Gianfranco Fini quien protagonizó el rechazo definitivo de la derecha ultraconservadora al fascismo de Mussolini, que llegó a definirlo como el "mal absoluto" en una viaje oficial a Israel hace 20 años. En una entrevista en la televisión pública italiana este domingo, Fini aseguró que Meloni y los suyos deberían de dejar de titubear acerca de la palabra antifascismo: "La derecha ya ha afrontado el pasado. Meloni debería decir, porque sé que está convencida de ello, que libertad e igualdad son valores democráticos, de la Constitución  y antifascistas. No entiendo la dificultad de pronunciar este adjetivo". Y añadió: "Los Hermanos de Italia tienen que afirmar que reconoce los valores antifascistas, como en el pasado hizo Alianza Nacional". 

Para ser claros, Giorgia Meloni y su partido están plenamente y legítimamente insertados en el Estado de derecho italiano y, en varias ocasiones, han renegado pública y oficialmente del fascismo. La cuestión, sin embargo, es mucho más sutil y no por ello menos grave: el problema no es que Meloni y los suyos compartan las ideas del fascismo, sino que rechazan o eluden el término antifascismo para asignarlo la izquierda, negando en la práctica que la carta magna transalpina de 1948 sea el resultado donde conservadores y progresistas, protagonizaron juntos el nacimiento de la actual República Italiana: "En la Constitución no hay ninguna referencia al antifascismo", pronunció hace unos días Ignazio La Russa. A lo que Elly Schlein, líder del socialista Partido Democrático (PD), respondió asegurando que "el antifascismo es nuestra Constitución". 

El riesgo político-cultural que corre Italia en relación al antifascismo es que esté vinculado exclusivamente a los progresistas del país. Que la izquierda transalpina se identifique con el antifascismo es algo natural: pero es un grave error, en la Italia democrática, que antifascismo sea sinónimo de izquierda. Para poner un ejemplo muy concreto, el partido más importante de la posguerra y en el nacimiento de la República Italiana fue precisamente la Democracia Cristiana (DC), el partido político del movimiento popular y católico transalpino que también perteneció al antifascismo. Uno de sus mayores protagonistas fue Alcide De Gasperi, el primer jefe del gobierno italiano y uno de los principales defensores e impulsores de lo que hoy es la Unión Europea (UE). 

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El Día de la Liberación se celebra anualmente en Italia para recordar la derrota de los nazis y los fascistas después de la Segunda Guerra Mundial, tomando como día simbólico el 25 de abril de 1945. En dicha fecha no acabó oficialmente el segundo conflicto mundial, pero fue la jornada en la que los alemanes de Hitler y los seguidores de Mussolini se marcharon de Milán y de Turín, que fueron definitivamente liberadas por los Aliados y la Resistencia Italiana.

El 25 de abril fue celebrado por primera vez en 1946, un año después de los acontecimientos, y se hizo lo propio los años siguientes hasta que, en 1949, la efeméride fue oficializada como fiesta nacional en Italia. Desde entonces, todos los presidentes de la República junto a los primeros ministros, celebran un acto solemne en el Altar de la Patria en la Plaza Venecia de Roma recordando a los caídos y desaparecidos de todas las guerras.