El ex presidente de Estados Unidos Donald Trump.

El ex presidente de Estados Unidos Donald Trump. Reuters

EEUU

Donald Trump busca reunir a sus afines lanzando un Twitter "anti-progres" bajo sus normas

El expresidente estadounidense ha lanzado una nueva red social llamada Truth, parecida a Twitter, aunque con intenciones políticas. 

23 octubre, 2021 06:56

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Hay liderazgos que se basan en la tradición, liderazgos que se basan en la gestión adecuada a partir de un ideario concreto y liderazgos que se basan en el carisma. El de Donald Trump es de estos últimos y, por lo tanto, necesita de estímulos constantes que hagan que su electorado permanezca en pie y movilizado.

Durante cuatro años se acusó al expresidente republicano de gobernar a golpe de tuit como algo peyorativo, pero lo cierto es que cada uno de esos tuits y cada uno de sus mensajes en Facebook, decenas de miles de veces copiados y pegados, no hacían sino aumentar su popularidad, fuera para bien o fuera para mal.

Esa ha sido siempre la estrategia básica de Donald Trump en todo lo que ha emprendido en la vida: conseguir que los demás hablen de él, es decir, marcar la agenda. Eso y buscar un enemigo común, que es algo que nunca falla. Ese enemigo variará según el negocio y en este caso es "el progresismo", en general, sin matices. ¿Qué une a un trumpista californiano de Los Ángeles y a uno de Kentucky?, ¿qué los vincula a su vez con un enamorado de Trump madrileño o húngaro? El odio a ese supuesto enemigo común de forma diversa y discurso cambiante. Como si Joe Biden fuera lo mismo que Pablo Echenique.

Desde que, a raíz de la ocupación del Capitolio el pasado 6 de enero, tanto Jack Dorsey como Mark Zuckerberg decidieran anular las cuentas personales de Donald Trump, el multimillonario ha perdido, obviamente, un altavoz importantísimo. Tampoco es que le haya venido excesivamente mal, teniendo en cuenta que corría un serio riesgo de sobreexposición y que, al fin y al cabo, quedan tres años para las siguientes elecciones presidenciales, pero este alejamiento de internet no podía durar mucho más. De ahí que, tras varios intentos de reflotar redes sociales vinculadas a la extrema derecha americana -un batiburrillo de fanatismo religioso y confusión acientífica-, Trump haya anunciado la creación de su propia red social, bajo el nombre de Truth.

El 15-M de la América profunda

¿Qué es Truth? Lo que se ha filtrado de esta nueva red social la hace muy parecida, casi idéntica, a Twitter. Difiere en sus intenciones, que son abiertamente políticas. En 'Truth' se invita a colaborar a todos aquellos que estén cansados de los "dogmas liberales", teniendo en cuenta que "liberal" en la jerga política anglosajona es el equivalente a nuestro 'progresista'. En definitiva, Truth pretende abarcar en su seno a todo aquel que no esté de acuerdo con la sanidad pública, con las vacunas, con la política migratoria o con las limitaciones a la posesión de armas, Todos son bienvenidos.

Ahí, Trump corre un riesgo muy grande. Su mensaje siempre ha sido "a la contra", siempre se ha definido como un maverick que se enfrenta a los grandes poderes, obviando que, durante cuatro años, nadie ha sido más poderoso en el mundo. ¿Cuál sería entonces su papel en una red de interacción con gente que piensa igual que él o incluso es capaz de llevar ese pensamiento a la paranoia más feroz, siguiendo al dedillo los postulados de la plataforma Q-Anon? Que los conspiranoicos forman parte del electorado de Trump es obvio, pero, ojo, Trump no gana elecciones solo por los conspiranoicos, hay mucho más.

El expresidente de Estados Unidos Donald Trump antes de un discurso en Perry, Georgia, EEUU.

El expresidente de Estados Unidos Donald Trump antes de un discurso en Perry, Georgia, EEUU. Reuters

La idea de asentar una iglesia de fieles puede estar bien si estás convencido de que esos fieles comparten religión. En este caso, no está tan claro. Son muchos, son muy ruidosos y cada uno tiende a tirar por su propio interés. Truth corre el riesgo de convertirse en una asamblea del 15M monopolizada por grupos extremistas que bordean el terrorismo.

En eso consiste el citado riesgo de Trump: en no dejarse llevar por la deriva. Ser capaz de mantener un discurso propio frente a todas las locuras que se van a decir en esa web… y a la vez, caerles simpático a todos. Mantener una cierta autoridad que le permita ser el líder del movimiento, aunque el movimiento en sí no sepa muy bien hacia dónde va. Ser el emblema de los antivacunas y a la vez estar vacunado desde el primer momento.

La lucha decisiva en el Partido Republicano

Durante este primer año de administración Biden, la lucha de Trump ha sido interna. Y nada fácil de ganar. Perder la presidencia con 74 años tras un primer mandato y confiar en que cuatro años después tu partido te elija como candidato para un segundo es algo insólito. Que no solo nos lo estemos planteando, sino que lo demos por hecho habla muy bien de las dotes de convicción de Donald Trump, que tendrá 77 cuando empiecen las primarias y 78 cuando lleguen las elecciones. Hay que tener en cuenta que, antes de Trump, solo diez presidentes perdieron los comicios de reelección. De esos diez, solo Glover Cleveland consiguió un segundo mandato ocho años después del primero. Fue en 1892.

En tiempos tan cambiantes y sin un anclaje previo en el Partido Republicano -Trump es un candidato, no un militante, nunca lo ha sido-, es normal que el expresidente sienta que tiene que ganarse la nominación cada día. En cualquier momento, puede salir otro candidato a su izquierda o a su derecha y ganarle en carisma y mensaje. De momento, son más los que van a su rueda y prefieren no adelantar, sino apoyar.

Recientemente, se hizo viral en Twitter el vídeo de la candidata republicana a gobernadora por Nevada, un ejemplo de trumpismo pura sangre: un desierto, una pick-up, una pegatina Trump 2024, una pistola al cinto y como propuesta, el ataque a los medios "liberales". Se entiende que 'Truth' pretende ser eso: no solo un contacto directo con el electorado potencial sino una plataforma para otros líderes republicanos que busquen la bendición del gran patriarca al margen de las estructuras habituales del partido.

De todos es sabido que la relación entre Trump y Mitch McConnell, probablemente el cargo institucional más importante del Partido Republicano en este momento -líder de la minoría en el Senado- es tensa, por decir algo. De momento, Trump no ha conseguido quitarse de encima a McConnell… pero también es verdad que McConnell no ha podido quitarse de encima a Trump pese a sus pocos apoyos internos, su derrota electoral y su alejamiento de los medios más tradicionales de la derecha estadounidense. Abundando en lo que parece una gerontocracia a la soviética, McConnell tiene 79 años. No está para encabezar muchas renovaciones.

Preparando el terreno para 2024

¿Qué dicen las encuestas de Trump un año después de perder las elecciones? Aquí hay que tener en cuenta dos factores muy importantes: para empezar, el desplome de Joe Biden en términos de aprobación popular. Biden es de los presidentes peor valorados en el primer año de su mandato, aunque en eso tiene mucho que ver la propia polarización del electorado estadounidense. Algunas encuestas de Rasmussen, demoscópicamente muy afín al Partido Republicano, le dan una ventaja de hasta trece puntos con Biden. El resto habla prácticamente de un empate si Biden fuera su rival y una pequeña ventaja si lo fuera -parece lo más probable- la vicepresidenta Kamala Harris.

Ahora bien, todo está demasiado reciente y la táctica de Trump parece clara: insistir en el pasado, insistir en la conspiración y el fraude, insistir en el odio contra el odio. Perder puede llegar a escocer durante mucho tiempo, pero es difícil que escueza durante cuatro años. Probablemente, esa sea la función de Truth: por un lado, alargar todo lo que se pueda la teoría del supuesto fraude. De nuevo, la táctica del enemigo que une dentro de la amplísima diversidad. Por otro lado, generar nuevas ofensas y nuevas reivindicaciones que incluyan a Trump como salvador necesario. Manejar el mensaje y las necesidades.

El problema que va a tener Trump es que aparezca un grupo de republicanos suficientemente cohesionado. De momento, eso ni se ve ni se espera. Cada uno hace la guerra por su cuenta. Ted Cruz por un lado, Mike Pence por el otro, y así sucesivamente. Nadie se atreve a significarse demasiado por lo que pueda pasar. Ahora bien, llegará un momento -y probablemente sea después de las midterms de 2022, de cuyo resultado dependerán muchas cosas- en el que las ambiciones puedan más que la lealtad.

Si el Partido Republicano consigue un buen resultado y recupera ambas cámaras, es muy probable que en 2024 llegue de nuevo a la Casa Blanca. No olvidemos, en cualquier caso, que, desde la victoria de su padre en 1988, solo George W. Bush, en 2004, ha sido capaz de ganar el voto popular para el GOP, y eso hace que dependas de muy pocos votos en muy pocos sitios.

La aparición de un candidato fuerte, carismático, joven, capaz de conectar con la América más rural y a la vez responder a los retos de la América más urbana, con el apoyo de buena parte de la cúpula del partido y de medios como Fox, pondría en serios apuros a Donald Trump de cara a la reelección. Lo que está claro y podemos dar por hecho es que el expresidente no va a presentarse si no tiene un altísimo porcentaje de posibilidad de victoria. No necesita añadir otra derrota a su currículum de la que no poder culpar a nadie. De momento, se está armando y parece fuerte. Veremos cómo responde en la larga distancia.