Mitch McConnell y Donald Trump.

Mitch McConnell y Donald Trump.

América

McConnell arrasa como líder republicano: el frente antiTrump se organiza en torno a él y a DeSantis

Tras la debacle republicana en las 'midterms', Trump pidió públicamente la cabeza de McConnell, culpándole de los malos resultados.

18 noviembre, 2022 03:19

El 13 de febrero de 2021, poco más de un mes después del intento de golpe de estado contra el poder legislativo de Estados Unidos, el Senado tuvo que decidir qué hacer con la propuesta de impeachment aprobada en la Cámara de Representantes. Hacían falta dos tercios de los votos para apartar a Donald Trump definitivamente de la lucha por la Casa Blanca, sin opción a presentarse nunca más a unos comicios presidenciales. Con un reparto de cincuenta senadores demócratas y cincuenta republicanos, la clave estaba en lo que decidieran estos últimos, testigos en primera persona de la insurrección organizada el 6 de enero.

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Aun con sus filias y sus fobias propias, con el recuerdo -unos- de esas horas de angustia y la lealtad -otros- que aún mostraban a su expresidente, parecía claro que el grupo republicano votaría mayoritariamente lo que les dijera Mitch McConnell, el senador por Kentucky desde 1985, cuando la victoria de Ronald Reagan en las presidenciales del año anterior tiñó todo Estados Unidos de rojo. McConnell, jurista de éxito y hombre poco dado a los grandes titulares, había hecho del trabajo de hormiga en la sombra su mayor valor. A los 78 años, se enfrentaba a una responsabilidad enorme por delante, teniendo que elegir entre sus convicciones personales y la imagen del partido.

En el aire flotaba la profunda enemistad entre el senador y el expresidente. A McConnell nunca le gustó la altanería del magnate, ni mucho menos que quisiera hacerse con un partido que, hasta cierto punto, consideraba suyo. McConnell ya era líder de la mayoría en el Senado cuando Trump ganó las elecciones, ya se había curtido en luchas intestinas y ya había puesto contra las cuerdas a la administración Obama. No era descartable en absoluto que quisiera poner el último clave en el ataúd del trumpismo y enterrarlo en un rincón de la historia.

Los republicanos del Senado de los Estados Unidos se reúnen para las elecciones de liderazgo en el Capitolio de los Estados Unidos en Washington.

Los republicanos del Senado de los Estados Unidos se reúnen para las elecciones de liderazgo en el Capitolio de los Estados Unidos en Washington. Reuters

Sin embargo, prefirió no hacerlo. Habría hecho demasiado daño a su propio partido. A cambio, tomó un camino que dolió aún más si cabe a Trump: le culpó de todo lo sucedido el 6 de enero, vino a reconocer punto por punto que todo lo que decía la Cámara era verdad, le calificó de "responsable moral y efectivo de lo sucedido aquel día"… y a continuación, le exoneró y dejó su destino en manos de la justicia. "La figura del impeachment -dijo aquel día McConnell- no se creó para sustituir lo que deben juzgar los tribunales". Dejaba así a Trump sin la capacidad siquiera de clamar traición. Le dejaba sin nada.

Los cuchillos tras las legislativas

Solo que los tiempos cambian. Estados Unidos, y, desde luego, el Partido Republicano, han olvidado el 6 de enero. La agitada presidencia de Joe Biden y sus evidentes limitaciones han renovado los apoyos a Donald Trump, cuyos candidatos, bajo el paraguas del conglomerado MAGA -Make America Great Again- arrasaron en las primarias para las elecciones legislativas de la semana pasada. Exdeportistas, presentadoras de televisión, veteranos del ejército, líderes rurales… todos se juntaron para afirmar bien alto que las elecciones de 2020 habían sido un robo y que a los ya condenados por la toma del Capitolio habría, en consecuencia, que indultarlos.

McConnell se vio en una situación delicada. Un triunfo aplastante como el que se veía venir beneficiaba a su partido, pero le perjudicaba a él. Si quería seguir siendo el líder republicano en el Senado, tal vez no le interesaba tanto rodearse de fanáticos que le debían su puesto a Trump. De nuevo, la duda era razonable y, de nuevo, McConnell ni quitó ni puso rey, pero ayudó a su señor, el GOP. Gracias a sus contactos con poderosísimos donantes, llenó de fondos las carreras electorales de algunos de sus acérrimos enemigos, mientras Trump no ponía un centavo. Aun así, no fue suficiente.

La debacle del Partido Republicano en las midterms hay que medirla en relación con la expectativa. En otras palabras, en relación con la "marea roja" que anunciaban los candidatos de Trump. A los tres días de votar, viendo que dicha marea no llegaba y obviando que habían sido sus fieles -Mehmet Öz en Pensilvania, Blake Masters y Kari Lake en Arizona, Adam Laxalt en Nevada y Herschel Walker en Georgia- los que se habían quedado cortos en sus respectivas carreras electorales, Trump volvía a pedir públicamente la cabeza de McConnell, culpándole de los malos resultados. Sin duda, pensaba que estaba en condiciones de conseguirla en bandeja de plata.

El expresidente de los Estados Unidos, Donald Trump , anuncia que se postulará para presidente en 2024 en su propiedad de Mar-a-Lago en Palm Beach.

El expresidente de los Estados Unidos, Donald Trump , anuncia que se postulará para presidente en 2024 en su propiedad de Mar-a-Lago en Palm Beach. Reuters

El fracaso de Rick Scott

El problema de Trump es el problema de un novato en un casino, a lo Dostoievski. Entras, ganas y das por hecho que siempre va a ser así. De repente, empiezas a perder y ya dejas de saber lo que estás haciendo. Trump perdió las legislativas de 2018, las presidenciales de 2020 y no ha obtenido el resultado esperado en 2022. En el GOP lo saben y, más allá del carisma innegable del expresidente, empiezan a buscar alternativas electoralmente más viables. Y todas pasan por que McConnell siga manejando el cotarro y financiando el asunto.

Que algo se está moviendo en el Partido Republicano y que se está moviendo en contra de Trump quedó claro tras la votación este miércoles para elegir a su líder en el Senado. Pese a la candidatura de Rick Scott, senador por Florida como Marco Rubio, y buen amigo de Trump, con quien compartió mitin de final de campaña, McConnell volvió a ser elegido con un resultado escandaloso: treinta y siete votos a favor y tan solo diez en contra. La supuesta división en el Partido Republicano no era tal. El dinero y el orden seguían mandando.

Lo que nos lleva al anuncio el pasado martes de Donald Trump como candidato a la nominación republicana de 2024. Veinticuatro horas antes de su primera derrota en la votación senatorial. Trump va a tener que luchar contra McConnell y no lo va a hacer desde una posición de ventaja. A sus ya 80 años, el senador sabe cómo mover los hilos. Las miradas, desde hace tiempo, apuntan a Florida, donde, sí, Marco Rubio y Rick Scott han renovado asiento como senadores… pero donde también lo ha hecho, como gobernador, Ron DeSantis.

El Senador estadounidense Rick Scott (R-FL) llega cuando los republicanos del Senado se reúnen para las elecciones de liderazgo en el Capitolio de los Estados Unidos en Washington, Estados Unidos, el 16 de noviembre de 2022.

El Senador estadounidense Rick Scott (R-FL) llega cuando los republicanos del Senado se reúnen para las elecciones de liderazgo en el Capitolio de los Estados Unidos en Washington, Estados Unidos, el 16 de noviembre de 2022. Reuters

La cara visible contra Trump

DeSantis, que en su momento fue uno de los hombres de Trump, antes de bajarse del barco a tiempo, no estuvo en el famoso mitin de Miami del pasado 6 de noviembre. Es un tipo conservador, familiar, serio y de otra generación (tiene 44 años). Es el futuro, parece… y es tremendamente popular, más incluso que Trump en la propia Florida, donde el millonario reside habitualmente en su mansión de Mar-A-Lago. Las encuestas le siguen colocando muy por detrás de su adversario a nivel nacional, pero para eso está McConnell.

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Si el senador por Kentucky decide apoyar explícitamente la probable candidatura de DeSantis, sus 37 acólitos en la Cámara Alta tendrán un serio dilema: apostar por lo nuevo desconocido o por el populismo que mueve masas. La única manera de vencer a Trump en unas primarias es con una candidatura alternativa unida, algo que no sucedió en 2016, cuando Rubio, Cruz, Kasich y compañía se vinieron abajo demasiado pronto. Ninguno de ellos tenía el carisma que parece tener DeSantis y ninguno de ellos tuvo a Mitch McConnell volcándose en su favor.

Sin duda, Trump pensó que quitándoselo de en medio, tendría mucho ganado de cara a lo que se le viene encima. No pudo ser. McConnell se queda y se queda con ganas de guerra. Es el enfrentamiento de dos hombres completamente diferentes, pero totalmente irreductibles. O se les ama o se les odia, no caben opciones intermedias. Aunque queda un año y medio para la convención republicana que elegirá al candidato de 2024, la guerra puede darse por comenzada. Puede, incluso, que al ganador aún ni lo conozcamos.