Una imagen del batallón Bratstvo.

Una imagen del batallón Bratstvo. KYIV POST

Mundo

El batallón Bratstvo se infiltra en Rusia: saboteadores ucranianos que atacan y secuestran

La agrupación fundamentalista, apodada como "talibanes cristianos", opera al margen del ejército con objetivos al otro lado de la frontera.

6 febrero, 2023 02:44

"Somos gente libre. No tenemos nada que perder". La frase sale de un supuesto soldado bielorruso que se ha unido al batallón Bratstvo. Está colgada en redes sociales, dentro de un corte en el que se muestran los "trofeos" del último combate: algún tanque útil, varios vehículos desvencijados. Se los han arrebatado al ejército enemigo, esgrimen, y es el inicio de una futura victoria: "Putin, eres hombre muerto. Y el pueblo ruso contigo".

Estos fotogramas, que circulan sin demasiadas referencias por páginas web de contenido bélico, recopilan algún caso más de estas fuerzas ucranianas que operan en las profundidades de la guerra, al margen de las tropas oficiales. Hay otro ejemplo: los segundos grabados de un señor escoltado por dos soldados que dice ser escocés, abuelo de 61 años, y que ha viajado de Edimburgo a Kiev para luchar contra los rusos. "Larga vida a Ucrania", grita al final.

Los vídeos están fechados en las primeras semanas del intento de invasión por parte de Rusia, el 24 de febrero de 2022. Y responden al presunto reclutamiento de esta agrupación conocida por sus ideas de catolicismo fundamentalista. Se les llama "los talibanes cristianos" o "el Hézbola de los ortodoxos", en alusión al grupo terrorista libanés. El batallón Bratsvo es una milicia fundada a partir de los postulados de Dmytro Korchynsky, un líder religioso-militar ultranacionalista, y actúa desde 2014 en el país. 

"La religión juega un rol central en el mundo. Y el islamismo toma gana cada vez más terreno. Queremos que el cristianismo se haga más fuerte y cuente con nosotros. Necesitamos unos talibanes cristianos o una hermandad como Hezbolá. Nos tenemos que unir para la salvación. Creemos en una salvación colectiva con nuestras propias reglas", exponía Korchynsky en una entrevista con el medio independiente The Intercept.

Con los inicios de las batallas en el Donbás, en 2013, estos milicianos voluntarios empezaron a sonar entre las filas militares. Su nombre, que en ucraniano significa "fraternidad", fue otorgado por Korchynsky, que creó anteriormente un grupo político con ese apodo. Este militante político tiene una visible biografía en su país de origen: nacido en Kiev en 1964, luchó junto al ejército soviético en la década de los sesenta. Cuando la URSS se desmoronó, se enroló por su cuenta para luchar en Chechenia, Abjasia o Transnistria.

[Los españoles dispuestos a morir por Putin: 'antifas' voluntarios en batallones prorrusos de Ucrania]

Las incursiones en territorios convulsos tras la caída del imperio alimentaron su postura nacionalista. De esta forma, montó la UNA-UNSO (Asamblea Nacional Ucraniana de extrema derecha y autodefensa del pueblo ucraniano). Sus aspiraciones políticas le dieron un empuje a su imagen. Pronto empezó a tener notoriedad mediática y aumentó sus facetas, escribiendo poesía o ensayos de teorías fundamentalistas: no es raro que sus seguidores salgan con símbolos filonazis.

A raíz de la guerra con Rusia, el batallón ganó de nuevo protagonismo no solo en la parte oriental, sino en grandes ciudades del resto del país. Sin comentarse de manera oficial, este grupo que enarbola cruces de ocho brzos (la representativa del cristianismo ortodoxo) y tacha a Rusia de extremista, empezó a reclutar voluntarios. Algunos ingresan como "siervos de Dios". "Todo se basa en la fe en Jesucristo", suspiran aquellos que van a combatir al frente.

Utilizan técnicas, según reseñan algunas webs especializadas en la guerra, poco habituales. Y fuera de norma. En algunos casos se ha hablado de secuestro de altos cargos y de ataques a infraestructuras militares rusas dentro de su propio país, es decir, fuera de las fronteras de Ucrania. En Kiev no quieren mencionarles, igual que ocurre con otro grupo paramilitar con ciertas similitudes, el batallón Azov.

Dicha actuación fuera de los cauces oficiales les tiene arrinconados, sin demasiada información. En su canal de Telegram, con más de 3.000 seguidores, abundan las fotos de algunos miembros en plena batalla. O las grabaciones de misiones determinadas a tanques o inmuebles en los alrededores de las ciudades de Lugansk o Donetsk, centro del conflicto desde 2014 y escenario en las últimas semanas de una intensa ofensiva.

[En Lublin, con la primera línea de defensa de la UE: el ejército de 35.000 civiles armados que Polonia adiestra contra Rusia]

Tal y como publicaba el diario The New York Times en un artículo fechado en mayo de 2022, sus incursiones eran cruentas. "Nuestros soldados avanzan y destruyen todo sin piedad", comentaba uno de los miembros del batallón. Otra de las fuentes es Vitaly Chorny, uno de los integrantes destacados de la guerrilla. El portavoz y uno de los observadores en el frente, cuenta cómo el ejército "ruso rara vez ha tenido que enfrentarse a un país con divisiones de artillería, tanques y cohetes tan fuertes".

"Eran golpeados todos los días", sostiene Chorny, "todos los días los estábamos matando, con cientos de proyectiles de artillería de alto calibre volando hacia ellos, y gracias a nuestra ayuda, esos impactos fueron muy precisos". Este líder suelta en varias ocasiones el alarido de "¡Gloria a Jesucristo!" y confiesa que en Ucrania no son bien vistos: "Amamos a la prensa estadounidense más que a la prensa ucraniana. Para la prensa estadounidense, las hazañas del batallón son importantes. Para la prensa ucraniana, solo es interesante la suciedad que se puede derramar sobre nosotros".

Una imagen del batallón Bratstvo.

Una imagen del batallón Bratstvo. TELEGRAM

Ni la prensa ucraniana ni la extranjera les da mucho espacio. En algunos reportajes se les incluye dentro de los grupos de extrema derecha que están participando en la guerra, junto a los del citado Azov y otros grupúsculos llegados de Crimea o exrepúblicas soviéticas. El rotativo británico The Guardian acompañaba recientemente a varios soldados en un texto dedicado a esta hermandad. Trabajando fuera de las técnicas del ejército, aunque codo a codo con sus movimientos, los participantes narran sus avatares cotidianos.

"Para nosotros, es muy fácil cruzar la frontera rusa", indica uno de los soldados. "Resulta que los rusos pueden ir a territorio ucraniano, pero los ucranianos no pueden entrar a Rusia", protesta otro. El relato de estos miembros de Bratstvo entrevistados por la rotativa inglesa se basa en una de las misiones más llamativas de estos cuerpos paramilitares: internarse en Rusia y atacar objetivos concretos. 

[Andriy, el abad ortodoxo que espiaba para Moscú: le acusan de sentenciar a un batallón ucraniano entero]

Una de ellas es secuestrar o matar a varios altos cargos del Gobierno. O dejar material bélico al otro lado de la frontera. "Nuestras operaciones son en realidad dos veces más seguras que las realizadas por las fuerzas armadas ucranianas. Parece que este es un trabajo muy peligroso, pero nos estamos preparando muy seriamente para ello", explicaba uno de los soldados.

Su papel, sostienen, es fundamental en la contienda, a pesar de que ni Kiev ni los socios de la OTAN parezcan tenerles en cuenta. Al principio sí que se sugirió la ayuda de cualquier civil que quisiera sumarse a la defensa, pero ahora todo se focaliza en la ayuda extranjera. Y el batallón Bratstvo se jacta incluso de haber derribado un helicóptero ruso. Mientras, siguen con sus objetivos. Complementa los efectivos en las trincheras y cruza la línea al territorio del "invasor". "Algunos pueden creer que vamos a volar el Kremlin, pero hasta ahora no es el caso", sentencia uno de los participantes en el reportaje: "Mi opinión es que debes comenzar con tareas pequeñas y luego pasar a otras más complejas. Un amigo mío tiene un dicho: 'Para destruir una base militar enemiga, primero debes volar la perrera".