La artillería rusa arrebata cada día un puñado de vidas civiles en el Donbás mientras al oeste del Dniéper sus compatriotas recuperan lentamente la normalidad.

La artillería rusa arrebata cada día un puñado de vidas civiles en el Donbás mientras al oeste del Dniéper sus compatriotas recuperan lentamente la normalidad. F.T.

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Por qué los misiles rusos han unido a Ucrania (todavía más) como nación

Kiev resistió, Járkov resistió y Odesa no ha caído en manos del Kremlin, pero Rusia controla ya una quinta parte del país.

4 junio, 2022 03:23
Kiev

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En la guerra las bombas no preguntan y en Ucrania, ahora que se cumplen 101 días de conflicto, muchos medios de comunicación tampoco. Son 14 semanas de dolor y destrucción en un país que ha cambiado la nieve por el sol y los refugios antiaéreos por terrazas. Al menos en parte de su territorio. Kiev resistió, Járkov resistió y Odesa no ha caído en las manos de Putin, pero Rusia controla ya una quinta parte del suelo, mientras el ejército ucraniano se desangra en el Donbás.

"La última semana ha sido dura; muchísimos muertos en nuestras filas", confiesa a EL ESPAÑOL Aleksandr, un soldado ucraniano atrincherado en el último resquicio de Lugansk. Él, como muchos otros compatriotas, anotó su nombre en la lista de reservistas en enero, cuando los movimientos de tropas rusas y la inteligencia estadounidense presagiaban una nueva escalada de un conflicto olvidado a las puertas de Europa. Cinco meses después, su recorrido ha sido similar al de muchos otros militares, periodistas y voluntarios: del oeste al sur y del sur al este.

Desplazado de su Crimea natal tras la invasión de hace ocho años y emigrado de la primera línea del frente donde trabajó en una ONG hasta 2019, ahora arriesga su vida con un Kalashnikov entre las manos. Sin embargo, los fusiles apenas sirven en la batalla del Donbás como no lo hicieron en su primer destino, la bombardeaba Mykolaiv.

Durante meses, las despedidas de honor han convivido con el ocultamiento de los muertos en combate.

Durante meses, las despedidas de honor han convivido con el ocultamiento de los muertos en combate. F.T.

La diferencia la marcan las piezas de artillería y una aviación que han provocado un reguero de cadáveres en las filas ucranianas. Zelenski insiste desde hace dos semanas que cada día mueren 100 soldados y otros 500 resultan heridos en el este. Mensaje –quizás inflado— que parece buscar apoyos internacionales al tiempo que prepara a su pueblo para afrontar las interminables páginas de las estadísticas de la muerte. Pero no siempre fue así.

El cambio de narrativa visibiliza a las miles de familias que entierran a sus seres queridos en jardines y cementerios del país desde el 24 de febrero. Revela, también, que algunas regiones amenazadas al inicio se encuentran ahora lejos del posible control ruso. En aquel momento no parecía lógico airear las defunciones mientras se repartían fusiles y cócteles molotov para resistir una guerra casa por casa que la capital finalmente no llegó a padecer.

¿Qué significa ganar?

Más de 100 días después, el oeste del Dniéper regresa, en gran medida, a la normalidad. El metro vuelve a transportar viajeros, los restaurantes aceptan tarjeta y hasta los centros comerciales recuperan una vida que ya no parece tan lejana. Los héroes son héroes de la patria, pero cuando fallecen lo hacen vestidos de uniforme lejos de la capital.

La insistencia del mandatario ucraniano por los muertos (invisibles durante semanas salvo para los trabajadores de las morgues) se enmarca en un país que ahora empieza a comprender la dificultad para celebrar una victoria. ¿Ha ganado? ¿Ha perdido?

El estado de ánimo camina acompañado de las expectativas, algo complicado de medir en un conflicto bélico. Si bien la existencia como Estado soberano, manteniendo la capital y recibiendo apoyo de decenas de países, es una gran victoria, la reconquista de sur, del este y de Crimea parece improbable. De los 3.620 municipios que Rusia ha ocupado en esta invasión, Ucrania tan solo ha podido recuperar 1.017.

La destrucción en el este aumenta cada semana. La falta de recursos impide que muchas víctimas abandonen ciudades como Kramatorsk.

La destrucción en el este aumenta cada semana. La falta de recursos impide que muchas víctimas abandonen ciudades como Kramatorsk. F.T.

Con la oposición de los simpatizantes del gobierno anterior y sin el apoyo de los más prorrusos, el perfil de Zelenski no convencía en 2019 para solventar la guerra. No obstante, la respuesta en el momento decisivo sobrepasó todas las expectativas. No importó la lluvia de misiles por todo el país ni los tres intentos de asesinato a manos del grupo Wagner y las fuerzas especiales chechenas.

Aquella intrépida decisión del mandatario ucraniano y el mensaje lanzado tras el primer momento de caos forjaron a un líder político más allá de sus fronteras y ha servido para coser el alma común de un país diverso y complejo.

"Lo único bueno que ha hecho Putin es unirnos como nación. Sabemos que no nos podemos rendir", resoplaba Denis en una playa de Odesa a mediados de marzo. Era otra fase de la guerra, Kiev y Járkov no habían sido liberadas y este capitán de barco llenaba sacos de arena en la Perla del mar Negro para proteger su ciudad.

La unidad es un concepto repetido por ucranianos de todo tipo a lo largo del país. Alojamiento, transporte, comida… un vuelco de solidaridad en el que las diferencias identitarias y lingüísticas que tanto buscó explotar el Kremlin no han importado.

"Ahora se está resolviendo la existencia de Ucrania como nación, como nombre y como identidad"

Dmytro Hainetdinov, responsable en el museo de la Segunda Guerra Mundial de Kiev

Académicos como Dmytro Hainetdinov, jefe del departamento de trabajo científico y educativo del museo de la Segunda Guerra Mundial de Kiev, otorgan ya a este conflicto un valor fundacional: "Estoy seguro de que esta guerra es el momento crucial de la historia moderna de Ucrania, porque ahora mismo se está resolviendo la cuestión de la existencia de Ucrania como nación, como nombre, como identidad…".

Tanto es así que, la única muestra abierta en estos momentos es una exposición sobre la agresión rusa de 2022 en las regiones de Kiev y Chernihiv. Objetos, fotografías, armamento y hasta un refugio reconstruido de Irpín para conectar con los visitantes de la capital y tratar de ser la memoria colectiva que impida olvidar el sufrimiento de una nación.

¿Cuál es la salida?

¿Significa que Ucrania se prepara ya para un intercambio de paz por territorios o un nuevo olvido, como sucedió anteriormente con la guerra en el Donbás? Nadie lo sabe, pero cada día que pasa el tiempo corre en su contra y la posición de poder se resquebraja. El diario The New York Times ya reclamó a Biden reconsiderar la beligerancia de EEUU, y The Guardian ha señalado, a través de su editor de economía, que Rusia ha vencido en la guerra financiera. Ejemplos significativos alrededor de un aniversario sobre el que sobrevuela la sugerencia de llegar a un acuerdo.

Un mes después de la “liberación de Járkov”, los misiles continúan impactando en la urbe. Muchos se preguntan en Ucrania cuándo podrán volver a su hogar.

Un mes después de la “liberación de Járkov”, los misiles continúan impactando en la urbe. Muchos se preguntan en Ucrania cuándo podrán volver a su hogar. F.T.

Gran parte del pueblo ucraniano exige vencer y confía en que las nuevas sanciones occidentales debiliten lo suficiente al Kremlin para recuperar el terreno perdido. Sin embargo, en los territorios castigados por los proyectiles rusos aumentan los síntomas de extenuación.

Un agotamiento visible también en el rostro de militares destinados en la primera línea (muchos de los cuales están lejos de ser unidades de élite como se dice al escribir sobre el Donbás). Cansancio mediático también que requiere de fechas, festivales de música y partidos de fútbol para devolver la atención sobre una guerra en la que –como todas las demás— las bombas no preguntan y los civiles siguen perdiendo la vida.