Gloria Steinem

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Gloria Steinem: 'todavía' un icono feminista

La segunda temporada de la serie estadounidense protagonizada por Sarah Jessica Parker 'And Just Like That' contará con la periodista interpretándose a sí misma.

11 mayo, 2023 02:41

Una de las teorías más divertidas de Gloria Steinem es que 'con el paso de las décadas llega la palabra todavía'. Durante muchos años, ella explica, lo que una persona hace se cuenta simplemente con verbos que se colocan detrás del nombre propio sin ningún problema, y todo está bien. Hasta que llega el momento en el que la dichosa palabra todavía comienza a aparecer: “Todavía viajas, todavía estudias”.

Gloria Steinem todavía es muchas cosas. La última, una de las invitadas estrella en la segunda temporada de 'And Just Like That', tal y como ha confirmado el creador de la serie Michael Patrick King a EW, en la que aparecerá interpretándose a sí misma.

Una unión entre dos iconos que nace en 2012, cuando Sarah Jessica Parker interpretó a la periodista en el biopic Lovelace. Steinem aprovechó entonces para agradecer en el Us Weekly a Parker por querer hacer la película, dado el tema, y para elogiar Sex and the City como "una de las pocas admisiones culturales pop en la que la amistad entre mujeres es crucial".

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A sus 89 años, "cuando la gente me pregunta cómo es que conservo la esperanza y la energía después de tantos años", explica ella misma con ironía en su autobiografía,  "siempre respondo lo mismo: porque viajo. Durante más de cuarenta años, he pasado la mitad del tiempo en la carretera".

Lo irónico del caso es que la periodista y escritora Gloria Steinem no condujo nunca, pero se pasó toda la vida en la carretera. Para ella, el viaje ha sido la clave para entender el mundo.

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El viaje como existencia

De hecho, en Mi vida en la Carretera (Alpha Decay, 2016), Steinem aclara que inicialmente no quiso embarcarse en viajes por una causa muy clara: al principio lo hacía porque sus padres la obligaban, luego como una estudiante que quería divertirse, después como periodista que buscaba historias para venderlas a los medios y al final se fue involucrando en movimientos políticos independientes, de modo que se convirtió en una activista itinerante.

"Cuando algún amigo o periodista veía como una desgracia pasar tanto tiempo fuera de casa, yo solía invitarles a que me acompañaran", señala con orgullo.

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Nacida en el Toledo de Ohio en 1934, pronto desarrolló una capacidad infinita para la ironía. "Ya de niña me di cuenta de que en El Mago de Oz, la única meta de Dorothy era volver a su casa, a Kansas, y de que Alicia en el País de las Maravillas despertaba de su sueño de largas aventuras justo a tiempo para el té. Parecía que todos los viajes emprendidos por mujeres acababan mal, desde el real de Amelia Earhart hasta el ficticio de Thelma & Louise", escribe.

"Yo cojo aviones y trenes para embarcarme en aventuras colectivas", encuentra como explicación completa a su modo de viajar. "Siempre consideré que mi vida nómada era temporal y daba por hecho que algún día maduraría y echaría raíces. Ahora me doy cuenta de que lo nómada era permanente", asegura.

Un padre empoderante

Steinem relata que siempre le gustó especialmente hacer tres cosas: hablar (pero en pequeños grupos), escribir y bailar. Respecto a su fobia a hablar en público, con los años, Steinem consultó con una especialista y su explicación le resultó reveladora: "me contó que le resultaba especialmente complicado enseñar a hablar en público a los bailarines y a los escritores, y yo era ambas cosas”.

Hay una curiosa anécdota con la que quizá se simboliza la semilla infantil de una particular vis reivindicativa: su progenitor siempre la instó a ser ella misma. "Un día, tendría yo unos cinco años, estábamos en una tienda de pueblo y le pedí a mi padre cinco centavos. Me preguntó para qué los quería. Imitándole, repliqué 'o me los das, o no me los das, pero no me preguntes para qué'. No sólo me dio los cinco centavos, sino que, para colmo, reconoció que llevaba toda la razón. Adoraba contar esa anécdota como prueba de mi carácter”, relata.

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En sus memorias, describe con gran intensidad emocional que nunca le dijo a su padre lo agradecida que estaba por "no parecerse al padre de mi mejor amiga, en cuya casa viví mi primer y humillante incidente 'como-no-dejes-el-plato-limpio-no-hay-postre'".

"Ese día, cuando volví a casa, puse a prueba a mi padre. Estábamos comiendo como siempre, sin orden ni concierto en la salita y me preguntó si quería postre. Yo le señalé que no me lo había comido todo. 'No pasa nada', me dijo al tiempo que iba a la cocina a buscar helado. 'A veces. Uno tiene hambre de unas cosas y de otras no'. En ese momento lo quise a rabiar", cuenta.

"Tenía diez años cuando mis padres se separaron”, continúa, y añade con una fina ironía: "Mi hermana quedó destrozada, pero yo jamás había entendido cómo dos personas tan distintas pudieron llegar a casarse".

Su madre tenía problemas de salud mental y viviría con su hermana a partir de la separación, haciendo algunos trabajos locales. Su padre, de origen judío, seguiría ejerciendo como vendedor viajante. "La vida nómada de mi padre se prolongó hasta sus sesenta y cuatro años", recuerda la periodista.

Tal como lo peor de nuestras situaciones a menudo se convierte en un adalid, esa transhumancia profesional paterna, cree Steinem, la salvó quizá de aquella cierta visión local y reducida de los roles de género, porque el cambio de domicilio constante imposibilitó las narrativas habituales de su entorno.

"A través de las postales, me enteré de que mi padre había resucitado su sueño de dedicarse al mundo del espectáculo", cuenta, "y de que había firmado un contrato con un joven cantante de pop italiano al que llevaba de bolos. Después, cuando oyó que en Sudamérica podían comprarse piedras semipreciosas a buen precio, vendió el coche".

El reconocimiento

Steinem relata que decidió cursar un año de la carrera en Europa, "fingiendo que estudiaba, cuando en realidad lo que hacía era viajar. Después de graduarme, pasé un verano con mi madre, luego me fui con una beca a la India, donde estuve viajando y escribiendo casi dos años". De ahí, volvió a Nueva York, donde comienza por primera vez a ganarse la vida como escritora freelance.

"Los medios de comunicación no son la realidad: la realidad es la realidad", es una de sus más conocidas afirmaciones, marcando su distancia incluso de las propias cabeceras con las que colaboraba. “Las desigualdades sociales y económicas de este país son las más flagrantes del primer mundo”, aclara.

Desde 1963 comienza a trabajar intensamente redactando textos sobre personajes famosos y artículos sobre moda y estilo de vida, "nada que ver con los reportajes que tenía en mente cuando volví de la India, hasta que leí que Martin Luther King J. encabezaría una marcha en Washington, una campaña masiva para exigir empleo, justicia, una nueva legislación y protección federal para los manifestante por los derechos civiles", afirma.

El activismo

Tras asistir a aquel evento, cambió su vida. Steinem declara que "lo único que puedo decir, años después, es que si te ves arrastrado a una actividad en contra de toda lógica, ve. El universo te está mandando un mensaje".

Sería ya en la década de los ochenta cuando publicara su primer libro personal, titulado Outrageous Acts and everyday rebellions, en el que explica cómo a partir de ese momento comenzaría a vivir también sus giras promocionales como una nueva variedad de viaje (y de cambio social).

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Su activismo sería ejercido desde un amplio espectro, y no quiso nunca ser clasificada. "Si me llamaban lesbiana —por aquel entonces, se interpretaba que todas las feministas solteras lo éramos— me limitaba a responder 'Gracias'. Sin revelar nada, confundía al acusador, me solidarizaba con las lesbianas y hacía reír al público", cuenta.

Colaboradora de medios como Vogue, Glamour o Cosmopolitan, desplegó su ácido análisis social, sobre todo desde que comenzó a colaborar con revistas como Help! (trabajando para este medio se cuela en la mansión Playboy y escribe el conocido artículo A Bunny’s Tale, explicando cómo se trataba a las mujeres en estos clubes). Después de quedarse sin trabajo durante un tiempo, comenzó de nuevo a ejercer como redactora en New York Magazine en el año 1968.

A partir de ese momento, comienza a ser considerada una de las principales feministas de Estados Unidos, luchadora por los derechos de la mujer. En 1969 escribiría el artículo After Black power, women’s liberation. En 1971 fundaría la revista Ms y en 1978 escribiría el conocido Si los hombres pudieran menstruar. Su punto focal, la diferencia considerada como palanca de cambio para un liderazgo femenino que habría de venir.

El poder de la narrativa

Para Steinem, la frase 'El miedo generaliza, el amor específica' de Robin Morgan se encuentra en la base de cualquier avance en el liderazgo social, porque "cada manera de ser es más valiosa en presencia de los demás". Steinem explica en diferentes ocasiones en su autobiografía cómo detesta a las personas que dividen todos los temas en dos posibles posturas.

"La idea de que toda cuestión tiene dos caras: muchas cuestiones tienen tres caras, o siete o doce. La única dicotomía verdadera está en la gente que divide todo en dos y la que no lo hace", asegura.

Si nuestros cerebros se rigen por las narrativas y las imágenes que las acompañan, eso está claro, para Steinem hay algo más. “Cuando pasé a engrosar as filas de los activistas itinerantes -lo cual significa ser un agente del cambio social- descubrí la magia de que alguien relate sus historias ante un grupo de desconocidos”. Para ella, "uno de los caminos más sencillos hacia el cambio profundo consiste en que los menos poderosos hablen tanto como escuchan y los más poderosos escuchen tanto como hablan”.

Un futuro en femenino

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No tuvo hijos por elección propia, dejó escrito. Superó varias enfermedades: en 1986 un cáncer de mama y una neuralgia en 1994. En septiembre de 2000, a los 66 años, se casó con David Bale, el padre del famoso actor Christian Bale (Batman). En su biografía relata que lo hizo como reconocimiento al cambio social vivido.

"La carretera te obligará a vivir en el presente de una forma más fiable que cualquier otra cosa en el mundo”, resume finalmente. "Mi última esperanza es la de abrir (el) camino, literalmente. Hasta ahora, este ha sido abrumadoramente masculino. Los hombres encarnan la aventura, mientras que las mujeres encarnamos el hogar, sin más vuelta de hoja". Reivindicando siempre cómo en muchos países las cosas han cambiado, pero "en Arabia Saudí, las mujeres todavía no pueden conducir, ni siquiera para ir a un hospital en caso de emergencia", dice.

En 2005, junto a Jane Fonda y Robin Morgan, cofundó el Women’s Media Center. Sin embargo, a la pregunta de '¿cómo se podrá conseguir ese cambio?', en su biografía, deja claro que esto ha de realizarse por medio del viaje, y a través de las palabras que se pronuncian al desplazarse. "Ha habido grandes sociedades que no usaban la rueda escribe Úrsula Le Guin pero no ha existido ninguna que no contara historias”.

"Ciertos públicos responsabilizan al feminismo de, por ejemplo, el divorcio, la caída de los índices de natalidad o los recortes salariales, en lugar de echarle la culpa al matrimonio no igualitario, a la falta de guarderías o a las empresas explotadoras", señala como resumen. Irónica, positiva y empoderante, sentencia: "En definitiva, he visto tantos cambios, que tengo fe en que llegarán muchos más", concluye.