Ignacio Vicens, el arquitecto de Reyes y Papas: Muchos universitarios salen sin ideas ni valores

Ignacio Vicens, el arquitecto de Reyes y Papas: "Muchos universitarios salen sin ideas ni valores"

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Ignacio Vicens, el arquitecto de reyes y papas: "Muchos universitarios salen sin ideas ni valores"

“Hablar de valores en estos tiempos puede ser como hablar del imperio otomano”, sentencia Vicens, uno de los mayores expertos en arquitectura de España.

25 abril, 2022 01:21

Ignacio Vicens (Madrid, 1950) no es sólo un arquitecto español, catedrático de Proyectos de la ETSAM-UPM y autor de edificios tan conocidos como el de Santa Lucía en Plaza de España o la Facultad de Periodismo de Navarra. Él es también un defensor de las “categorías fuertes”, como él mismo, profundamente religioso, las denomina.

Hablar de valores en estos tiempos puede ser como hablar del imperio otomano”, sentencia durante el inicio de la conversación. “Soy catedrático de proyectos y he dedicado toda mi vida a la escuela, y si hay algo que me interesa transmitir a los alumnos es la idea de educar en valores y que luego los alumnos decidan por su cuenta. Esto va más allá de las creencias e incluye, por supuesto, ideas como el respeto a los demás, al medio ambiente y a la sostenibilidad”.

“En estos momentos”, añade Vicens, “las escuelas dan una formación técnica muy buena. Sin embargo, me temo que muchos universitarios salen sin ideas, sin cimientos, sin capacidad crítica… y sin valores”, prosigue. “Ser universitario no es sólo ser perito sino tener una actitud. En mi ámbito concretamente creo, como escribí hace poco, que ‘una arquitectura no intelectual revela un intelecto no arquitectónico’”.

Ignacio Vicens montado sobre una bicicleta

Ignacio Vicens montado sobre una bicicleta Imagen cedida

P. De hecho, es usted el autor de siete iglesias, si he contado bien…

Sí, son siete. Lo primero de todo es que yo intento que mi arquitectura sea siempre una arquitectura claramente enraizada en la del tiempo, es decir, contemporánea. Segundo, que sea auténticamente sacra. Tercero, que incluya obras de jóvenes artistas a los que les convenzo, ilusiono e involucro en los proyectos. Muchos de ellos no son católicos, pero son magníficos artistas. En Córdoba, en Villalba, en Ponferrada: siempre me he empeñado en que los techos y los altares, todo estuviera en relación con la obra de autores jóvenes. Aunque el término belleza hoy en día…

¿Cree que hoy está mal visto hablar de belleza?

Está muy en la línea de las categorías fuertes. Hoy en día es inusual, pero yo quiero seguir hablando de bondad, de verdad y de belleza. Porque la belleza es la que nos salva en este mundo y la arquitectura puede poner orden, dignidad y belleza en nuestra vida.

¿Sus obras buscan siempre algo trascendente?

Si alguien que habita uno de mis edificios no siente que hay algo más que programa, estructura, función o presupuesto, me sentiría fracasado.

"Fui primero por el bachillerato de letras y descubrí la arquitectura en tercero de Derecho. Yo quería ser diplomático"

¿Qué restricciones tiene diseñar arquitectónicamente una iglesia?

La liturgia es la clave, porque de ese espacio se exigen cosas como un altar, o la posibilidad de que las personas estén alrededor de un lugar o entren en otro. Hace dos bienales [se refiere a la Bienal de Venecia] el Vaticano encargó una serie de capillas, que eran más bien ámbitos de espiritualidad, una forma de espiritualidad que también puede verse en un templo sasánida o una estupa budista en la India. Todos estos lugares son sitios donde sentir claramente esa llamada a lo no puramente material, lo espiritual, o como quiera llamarse.

¿Qué opina de la arquitectura de las iglesias ‘multiuso’, cada vez más extendida, que sirven para diferentes religiones?

A mí me gusta todo lo que sea interesante. Soy de “esto y de aquello”, no de “esto o aquello”. Pero hay que distinguir: una cosa es un templo sacro y otra un lugar de ambiente espiritual. Todo lo que potencie la espiritualidad de la gente es bienvenido. Por ejemplo, la Capilla Rothko en Houston es un lugar absolutamente impresionante de espiritualidad enorme, pero no es un lugar sacro.

Un lugar muy representativo de su estilo podría ser el hall de la facultad de periodismo de Navarra

Este vestíbulo es un ágora, un lugar de encuentro. Se proyectó todo en blanco y negro para que el color fuera el de los alumnos. La variedad, la gente que sube y baja, las luces naturales procedentes de muchos lugares. Ahí estaba claro que sólo había una vista posible al campus, bellísimo.

Sostenibilidad y estrategias

¿Qué opina de la sostenibilidad?

En relación a la sostenibilidad, otra vez volvemos a la idea de la sensatez. En una mesa redonda de hace unos días celebrada en Matadero, con Campo Baeza y Tuñón, entre otros, comentamos cómo las obras de una extrema belleza que mostraban algunos arquitectos jóvenes latinoamericanos no se podrían construir en España porque no cumplían con el código técnico. Para mí, la sensatez es estar en la realidad de las cosas y no reclamar lo mismo en todas partes. El aislamiento, por ejemplo, en una ciudad, no sólo en cuanto al ruido y al consumo de energía, tiene que ser mayor. Eso no lo considera el código técnico. La normativa no tiene una excepción lógica muchas veces.

Ignacio Vicens durante las charlas 'Cultura y sostenibilidad' en el Teatro Real

Ignacio Vicens durante las charlas 'Cultura y sostenibilidad' en el Teatro Real El Español

Hay dos estrategias actualmente sobre sostenibilidad, la de casas pasivas y la de aprovechamiento de recursos naturales, ¿en cuál se adscribe más?

Hace poco estuve en una mesa redonda en el Teatro Real sobre Sostenibilidad y Cultura y se hablaba de estas dos estrategias como la estrategia del botijo y la del termo. Los materiales naturales, las fórmulas locales, escuchar literalmente todo sobre el lugar: todo eso es una buenísima estrategia. En otros casos, según su ubicación o su uso, son más lógicas las casas aisladas o las casas pasivas, que no dejan perder energía.

El descubrimiento

¿Cuál fue su primera vivencia de la arquitectura?

La tuve cuando era pequeño: vivíamos en la Plaza del Cordón y un día de Reyes recuerdo que estaba leyendo un libro y leí la palabra “rococó”. Nos reímos y le dijimos a mi padre ‘qué palabra tan graciosa, ¿qué quiere decir?’ y mi padre dijo: ‘Venid conmigo’. Nos llevó esa misma tarde a la Basílica de San Miguel, y esa puede que fuera mi primera experiencia arquitectónica. Recuerdo estucos y arcos que se cruzaban y mirar a los muros con ojos de ver. Por primera vez me di cuenta de que existía la arquitectura. Espacios especiales, diferentes, solemnes.

¿Cómo resumiría su encuentro con los estudios de arquitectura?

Fui primero por el bachillerato de letras y descubrí la arquitectura en tercero de Derecho. Yo quería ser diplomático, pero aquello me permitió tener una formación diferente, diríamos humanística.

¿Ha compaginado siempre la docencia con la construcción?

Sí. Es Javier Carvajal quien me propone dar clases con él de Proyecto. Le dije que sí, y aquello me comprometió a hacer la carrera académica, la tesis y las publicaciones. Con la ayuda de él llegué a la titularidad y Cátedra. Pero toda mi carrera entrevera la docencia con el ejercicio profesional.

¿Cuál fue su primer proyecto?

Hice lo que hacemos todos: engañar a alguien de la familia, una tía mía, hermana de mi madre en ese caso, a la que convencí de que necesitaba una casa de vacaciones, cuando ella estaba feliz en hoteles. Pero la convencí, y esa fue mi primera obra.

"Es imposible estudiar la historia del arte sin hacer referencia al arte sacro, la evolución del Gótico al Renacimiento"

¿Y funcionó?

Muy bien, pero es que convencer a un cliente y hacer algo que tenía un cierto interés, porque fue una obra publicada, me dio una cierta seguridad. Yo tenido muchísima suerte y disfruto del trato con los clientes, lo pasamos bien, se hace complicidad. Soy consciente de que el que sabe de arquitectura soy yo, pero los que conocen sus necesidades son ellos. Se trata siempre de personas concretas y problemas concretos. Hace muchos años, una persona a la que le hice dos casas, me dijo: ‘Yo no sabía nada de arquitectura y ahora no sabría vivir fuera de la arquitectura’. ¿Es bonito, no?

Lo sacro y lo contemporáneo

Es usted experto en arte sacro

Sí, el arte sacro me ha fascinado desde siempre. Tenemos una línea de investigación en la cátedra sobre arte sacro, he dirigido bastantes tesis y he escrito sobre ello. Es imposible estudiar la historia del arte sin hacer referencia al arte sacro, la evolución del Gótico al Renacimiento, es imposible. Y ahora en muchos ambientes se da una cierta resistencia en lo contemporáneo hacia lo sacro y lo sagrado.

Arquitecto de papas y reyes, ha colaborado usted con la escenografía de la boda del Rey y con las visitas papales desde el año 1982…

Sí, primero me encargaron el encuentro del Papa con los jóvenes en el Bernabeu, y fue un éxito. Siempre que ha venido el Papa, dos papas en este caso, he proyectado las estructuras de Colón, Cibeles y Cuatro Vientos.

La buena arquitectura hay que pasearla

Una casa radicalmente contemporánea que sin embargo le fascine…

Tengo emociones infinitas con la arquitectura contemporánea y las descubrí desde que estudié en la escuela: cuando entré no sabía quién era Le Corbusier, así que me sometí a una formación acelerada en lo contemporáneo. Viajé mucho para ver cosas. Recuerdo haber visto la casa Tugendhat de Mies Van de Rohe. Me impresionó mucho su escala, algo que también me pasó con los primeros Rothkos que vi. Emilio Tuñón habla de la “Biblioteca de ideas”, y aquella casa, que es una obra maestra de los años veinte, me impresionó tanto que una residencia que hice en Javea se convirtió para mí en un comentario a esa obra, con el descubrimiento del paisaje nada más entrar, un elemento circular en el comedor. La buena arquitectura hay que pasearla.

¿Y qué opina de la arquitectura caprichosa?

La arquitectura caprichosa dura lo que dura el capricho. Las arquitecturas insensatas, los formalismos, los caprichos envejecen con una rapidez increíble. Esas arquitecturas de la fascinación pueden ser terribles. La única que permanece es la que está basada en el sentido común, la que transmite ideas y tiene implícitos respeto y valores. Esa soporta muy bien el paso del tiempo.