En marzo, España cerrará el primer trimestre del año siendo uno de los países que más han sufrido los problemas de suministro de fármacos de la Unión Europea. En este momento, mientras lee este artículo, otro lector ha salido para comprar su medicación de siempre. Sale de la farmacia con las manos vacías pero han apuntado su nombre en una lista de espera. El fármaco que necesita es uno de los más de 100 tipos de medicamentos diferentes que de media suelen agotarse cada semana en el país.

En 2023, el desabastecimiento se disparó en un 36% en nuestro país. En Europa también aumentó, hasta el punto de que la propia Comisión Europea publicó la primera lista de medicamentos esenciales para evitar la escasez de fármacos considerados esenciales, entre ellos antibióticos básicos como la amoxicilina, analgésicos como la morfina e insulina; además de algunas vacunas.

La UE considera que la ausencia de estos fármacos considerados prioritarios perjudica diariamente a miles de personas que viven una odisea cada vez que intentan adquirir su tratamiento. Pero eso no es todo. En los últimos años, el desabastecimiento también se ha convertido en un verdadero quebradero de cabeza para las farmacias del país: al mes, pueden llegar a destinar 9,5 horas por profesional y 631,56 euros en sueldos a abordar el desafío de la localización de fármacos.

[La escasez de medicamentos se dispara un 39% en solo un año: faltaban 1.532 en el primer semestre de 2023]

Así lo refleja el informe del Grupo Farmacéutico de la Unión Europea (PGEU) Medicine Shortages Report 2023, en el que han participado 26 países, entre ellos España. La publicación esboza un mapa del impacto del desabastecimiento de medicamentos en Europa desde la perspectiva de los farmacéuticos encuestados. En ella, el 65% aseguró que la situación había empeorado en los últimos 12 meses, siendo los antibióticos, los fármacos para tratar afectaciones respiratorias y cardiovasculares los productos que más echan en falta. 

¿Por qué faltan medicamentos en el bloque? Las causas son múltiples, pero fundamentalmente se deben a problemas de distribución y de producción, ya sea porque falten materias primas para su fabricación o por problemas de calidad o seguridad de los propios componentes. En esta última década, sucesos como la guerra en Ucrania, la pandemia o la inflación han aumentado los costes de fabricación de los fármacos, comprometiendo su rentabilidad, ya que estos tienen regulado el precio con el que llegan hasta el consumidor.

Ante este panorama, los españoles pueden consultar los medicamentos con los que hay dificultades de suministros en el Centro de Información de Medicamentos de la AEMPS (CIMA), evitando así tener que peregrinar establecimiento por establecimiento en busca de su medicación. El sistema no permite emitir recetas electrónicas con los medicamentos que falten, si bien los médicos también deben consultar esa base de datos, que se actualiza constantemente, a la hora de realizar recetas a mano.

En caso de desabastecimiento, los farmacéuticos aseguran en la encuesta del PGEU que lo más habitual es sustituir el fármaco por un medicamento genérico. En Europa, esta es una de las opciones legales más extendidas (92%) junto con la preparación de fórmulas compuestas (50%), el ajuste posológico (50%) y la importación de otros países europeos (46%).

La primera consecuencia del desabastecimiento es que los pacientes no pueden tratarse con los medicamentos. La segunda es que los farmacéuticos deben invertir tiempo —hasta tres veces más— y dinero a abordar situaciones de localización de fármacos en comparación con la década pasada.