El resurgir de la vida tras el desastre: así se regeneran los bosques después de un incendio forestal

El resurgir de la vida tras el desastre: así se regeneran los bosques después de un incendio forestal Asociación Española de Agentes Forestales y Medioambientales (AEAFMA)

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El resurgir de la vida tras el desastre: así se regeneran los bosques después de un incendio forestal

Además de árboles y animales, el fuego también destruye los minerales naturales del suelo, claves en la regeneración del ecosistema.

22 junio, 2022 03:11

Es la epidemia recurrente que abre informativos prácticamente todos los veranos, la crónica negra de la naturaleza devastada en cuestión de horas. El calor extremo y la escasez de lluvias allanan el camino para que los incendios forestales devoren cada año miles de hectáreas de monte y bosques, calcinen innumerables animales y lleguen a poner en riesgo poblaciones enteras.

Acaba de empezar el verano, pero las llamas ya han dejado su rastro de destrucción en autonomías como Navarra, donde cerca de 3.000 personas han tenido que ser desalojadas; Cataluña que tiene varios focos activos de manera simultánea; o la zamorana Sierra de la Culebra, donde más de 25.000 hectáreas han quedado arrasadas en lo que ya se ha convertido en uno de los peores incendios de las últimas décadas en España.

Según la última actualización del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO), a partir de los datos facilitados por las distintas comunidades autónomas, en 2022 se han registrado casi 4.500 incidentes incendiarios en nuestro país que en total han abrasado unas 22.000 hectáreas de superficie arbolada, de matorral y de monte abierto.

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Los números aún están lejos de las 75.000 que ardieron el año pasado, pero las predicciones auguran un verano seco y con altas temperaturas, dos de los factores que favorecen la expansión del fuego. Si se suman las cifras de los últimos 20 años, en España se han quemado más de 2 millones de hectáreas.

La vida resurge de las cenizas

Jonás Hernández, miembro de la dirección de la Asociación Española de Agentes Forestales y Medioambientales (AEAFMA), matiza que “los grandes incendios devastan la naturaleza en el corto plazo, pero también terminan por influir en la economía de la zona medio y largo plazo”.

No sólo es la vida que hay sobre la superficie que calcina, lo que el fuego se lleva por delante, sino que “la pérdida de cobertura vegetal y de suelo que se produce por los fenómenos erosivos tras el incendio pueden terminar afectando al clima, a los recursos hídricos de la zona, y, por tanto, a la agricultura y a otros sectores de la economía”.

Agentes medioambientales

Agentes medioambientales Asociación Española de Agentes Forestales y Medioambientales (AEAFMA)

El suelo también se ve seriamente castigado, ya que las llamas acaban con los minerales y sustratos, desmantelan la cobertura vegetal que lo protege de las lluvias torrenciales o con las semillas de los frutos que caen de los árboles o que entierran pequeños roedores.

La capacidad destructiva de los incendios es enorme y muy rápida, y un bosque adulto puede tardar más de un siglo en restablecerse completamente. Con todo, la naturaleza siempre busca el camino para resurgir y la vida empieza a abrirse paso inmediatamente después del desastre.

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No obstante, hay que tener cuidado, ya que un suelo que ha sido arrasado por el fuego es muy sensible, y se corre el riesgo de que, al erosionarse, pueda convertirse en un lugar propicio para las inundaciones al haberse trastocado los cauces naturales que sigue el agua sobre la tierra cuando llueve.

Hernández explica que “lo primero que hay que hacer es evitar la pérdida de suelo, sobre todo en laderas donde la escorrentía, al verse sin vegetación, puede arrasar con el existente. Para ello se pueden construir fajinadas con la madera resultante del incendio que contengan el suelo. A partir de ahí, el proceso de regeneración va a depender del tipo de bosque que estemos hablando, comprendiendo siempre periodos que se cuentan por décadas, hasta que el bosque vuelve a alcanzar su plenitud”.

Dejar la madera quemada tampoco es una buena idea. Además de entorpecer el nacimiento de nuevos árboles y plantas, es muy alta la posibilidad de que surjan plagas de insectos que dificulten todavía más la repoblación. En cualquier caso, puede que no todos los árboles quemados estén muertos, ya que existen especies especialmente resistentes, como la encina, cuyo tronco interno y raíces son capaces de sobrevivir.

Relación directa con la crisis climática

Una superficie calcinada tiene un riesgo muy elevado de sufrir desertificación, uno de los problemas climáticos más graves a los que se enfrenta España. Según el Plan de Acción Nacional contra la Desertificación elaborado por el Gobierno, cerca del 75% de la superficie del país es vulnerable a padecerla debido a la emergencia climática, ya que tres cuartas partes de nuestro territorio están calificadas como zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas. Este fenómeno se ha acelerado en los últimos años y se concentra especialmente en la costa mediterránea, la mitad sur peninsular (Andalucía oriental, Castilla-La Mancha y Extremadura) y ambos archipiélagos.

Un informe publicado en agosto de 2021 por el MITECO apuntaba que la acción humana está detrás de más del 90% de los incendios que se declaran cada año en nuestro país. Además, tal y como reflejan los datos del Programa de Observación de la Tierra de la Unión Europea, los incendios forestales en España ya han arrasado casi el doble de la superficie media que se había quemado en los meses de mayo entre 2006 y 2021.

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El pasado mes de marzo, un grupo de científicos de la Universidad de California publicaron un estudio en el que demostraban que los incendios contribuyen directamente a agravar el cambio climático. Los incendios forestales liberan carbono marrón que, al igual que el dióxido de carbono, absorbe la radiación solar provocando lo que se conoce como efecto invernadero, es decir, parte del calor del sol que entra en la atmósfera y debería rebotar y liberarse se quedan dentro aumentando la temperatura del planeta.

Bomberos hablando en un incendio

Bomberos hablando en un incendio Asociación Española de Agentes Forestales y Medioambientales (AEAFMA)

Esto, además, también funciona en sentido contrario: igual que los incendios agravan el calentamiento global, los efectos de éste también favorecen que se produzcan incendios. Según un informe publicado a principios de este año por la ONU y la ONG ambiental noruega GRID-Arendal, en 2030 los incendios devastadores se incrementarán un 30% en todo el mundo. La conclusión es clara: el calentamiento global está alargando los veranos, que además son mucho más calurosos, esto seca los bosques y es mucho más fácil que ardan.

El texto también pone en evidencia cómo ya se están produciendo incendios en zonas donde históricamente el riesgo era casi nulo, como algunas regiones en Siberia, y cifra en más de 6.000 millones de toneladas el CO2 que el fuego arrojó a la atmósfera en todo el planeta el año pasado.