Se distribuyó El Cultural primero con ABC, después con La Razón y en los últimos veinte años con El Mundo, siempre bajo la dirección certera de Blanca Berasátegui. Ahora que la digitalización ha abierto de par en par los portones nuevos del periodismo, El Cultural ha llegado a un acuerdo con El Español que es el gran éxito digital de la comunicación en España.

Continuará El Cultural con su edición papel, además de robustecer la digital, y no perderá su principal característica: señalar el mérito allí donde se produzca. Desde el punto de vista cultural no existen condicionantes de ideología política. Jamás cayó Blanca Berasátegui ni en el sectarismo ni en las manos funerarias de los partidos. La revista ha refrigerado durante las últimas décadas el pensamiento español, ha apoyado las inteligencias malheridas, ha huido de los escritores farsantes, de los falsos artistas, de esos periodistas con inclinación invencible a dejarse poner el bozal o la mordaza. Ha sabido desescombrar las ruinas culturales y ha mantenido siempre la palabra indócil. Como el arado unido a su mancera ha contribuido a hacer fértiles, muchas veces desde la palabra hembra, las más varias manifestaciones científicas, musicales, artísticas o literarias.

Al despedirnos del último periódico que nos ha acogido –El Mundo– me parece obligado expresar el agradecimiento a todos los compañeros profesionales por la generosidad y la amabilidad con que hemos sido tratados en las dos últimas décadas. El Mundo nos ha distinguido siempre con su apoyo y ha respaldado sin reservas iniciativas como el Premio Valle-Inclán al acontecimiento teatral del año o el Premio Paquiro al acontecimiento taurino. El Mundo es un periódico que ha hecho culto a la verdad, que ha administrado con generosidad un derecho ajeno: el que tiene la ciudadanía a la información. Y que ha servido con singular eficacia al ejercicio del contrapoder, es decir, elogiar al poder cuando el poder acierta, criticar al poder cuando el poder se equivoca, denunciar al poder cuando el poder abusa. Y no solo al poder político, también al social, al sindical, al universitario, al económico, al cultural, al deportivo… El Mundo representa la frase admirable de Winston Churchill: “Cada ciudadano es rey bajo un rey ciudadano”. Todos en El Cultural hemos aprendido de la maestría de El Mundo y así hay que proclamarlo en esta hora en que nos mudamos de casa.

La amistad y el compañerismo permanecen intactos. He tenido ocasión de manifestarlo en las distintas instancias del periódico, al que deseo que prorrogue sus éxitos y el servicio que está haciendo a la estabilidad española y a la libertad de expresión.

La incertidumbre de la situación general de España, las sombras del destino cainita de los dos últimos siglos, la gran crisis internacional que ha estallado con la vergüenza estadounidense en Afganistán, la quiebra de la pax americana, oscurecen los horizontes. Maduran ya en todo el mundo las uvas de la ira, pero si hay algo que puede reconducir de fondo la situación es la expresión de la cultura libre en los pueblos del mundo entero.