Miguel Alcázar y Yolanda Morato. Fotos: La uña rota / Planeta.

Miguel Alcázar y Yolanda Morato. Fotos: La uña rota / Planeta.

Jardines colgantes

¿Es el arte un arma contra el fanatismo?

Ignorancia y censura, dos conceptos que suelen ir de la mano. Solo perdura la gente transgresora que se la juega.

30 abril, 2024 02:28

Inés Martín Rodrigo (El Periódico) pregunta “si es el arte la mejor herramienta para combatir la violencia” a quien mejor puede responder la pregunta, Salman Rushdie, que presenta Cuchillo, libro en el que rememora su atentado. “A veces tienes que combatir la violencia con violencia —responde dubitativo el autor perseguido—. Los artistas no tienen armas, y a veces necesitas armas. Pero es lo que yo puedo hacer. Como artista, tengo que creer que se puede usar el arte frente al fascismo, contra el fanatismo y la intolerancia, que puede convertirse en una respuesta a todo ello, y espero que mi argumento gane”.

La periodista comenta al autor de Los versos satánicos que sus agresores no habían leído sus libros y pregunta por la relación entre la ignorancia y la censura. “En la historia de la literatura, cuando los libros han sido atacados, casi siempre ha sido por gente que no los había leído —explica el autor indio residente en Nueva York—. Por ejemplo, cuando se acusó al Ulises de Joyce de contener pornografía o a Nabokov de pedófilo tras escribir Lolita. Ahora, en EE.UU., la derecha religiosa está intentando prohibir muchos libros en las escuelas, incluyendo obras de Faulkner o de Toni Morrison que nunca han leído. Así que, la ignorancia, efectivamente, da lugar a la censura. Mi caso es simplemente uno más entre otros”.

“Un traductor automático no puede sustituir un trabajo profesional”, Yolanda Morató

Luis Alberto de Cuenca y Loquillo coinciden en que en estos momentos “hay una censura terrible de lo políticamente correcto”. “Nosotros dos siempre nos hemos caracterizado por ser rebeldes frente a la corrección política —manifiestan el poeta y el músico a Pablo Gil (El Mundo), que ha reunido a los dos amigos—. La censura está siempre mal [...] Venga de donde venga”.

La traducción siempre ha dado lugar a encendidos debates en el mundo cultural. La profesora, investigadora, traductora y escritora Yolanda Morató sostiene que “el uso amateur de un traductor automático no puede sustituir un trabajo profesional, igual que buscar tus síntomas en Google jamás podrá suplir la consulta con un especialista”. “A nadie se le ha ocurrido proclamar en las facultades de Ciencias de la Salud —insiste ante Alejandro Luque (Jot Down) la gran defensora de lo que llama las Ciencias Humanas— que la medicina va a desaparecer porque tenemos Google y, además, ahora tenemos también ChatGPT”.

El filólogo Miguel Alcázar considera que “la literatura actual es un poco aburrida, por su falta de experimentación y de originalidad”. “Ahora tenemos novelas de diferentes tipos de personajes y diferentes tipos de sentimientos –aclara a Elena Cabrera (elDiario.es)–, pero son novelas que no van a perdurar porque son muy convencionales. Como filólogo sé que, al final, solo perdura la gente que se la juega un poco en hacer cosas novedosas y transgredir”.

“La literatura actual es un poco aburrida, por su falta de
experimentación y de originalidad”, Miguel Alcázar

Por eso ha decidido transgredir con la publicación del provocador volumen La crítica literaria en los noventa, un “artefacto de ficción” a base de extractos de críticas de libros publicados en esa década, escritas por él mismo bajo seudónimos de críticos irreconocibles en periódicos y revistas inexistentes.

Eva Díaz Pérez considera que “nos falta orgullo sobre la cultura de vanguardia en España”. “Desconocemos mucho de nuestro pasado reciente y de esos liberales ilustrados que quisieron cambiar España y de instituciones que siguen siendo grandes desconocidas –revela la autora de Los viajeros del continente a Mercedes de Pablos (Letra Global)–. Por ejemplo: la masonería [...] Mucho nacionalismo de palabra, pero poco interés y menos orgullo por la cultura española. Yo no soy nacionalista, pero creo en una gran cultura de país que debería hacernos sentir orgullosos”.

Con frecuencia se alaban más nuestros clásicos en el extranjero que en nuestro país. El Nobel de Literatura en 2008, J. - M. G. Le Clézio, explica a Miguel Angel Santamarina (Zenda) por qué El Lazarillo fue el primer libro que le ha impresionado. “Era algo que no se enseñaba a los niños en los cuentos de hadas: que un niño es responsable de sí mismo, como en el caso de este huérfano. El Lazarillo es vendido a un ciego sádico y brutal, y tiene que inventar una manera de sobrevivir. Como ocurre en el famoso episodio del racimo de uvas, tiene que encontrar su manera de conseguir sus alimentos, las uvas. Se tiene que ganar las uvas”.

Silvia Marsó y Abel Folk en el escenario de Claveles. Foto: Raquel Rodriguéz.

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