Robbie Williams

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Jardines colgantes

La estupidez de nuestra generación

Miraremos atrás y nos avergonzaremos de hechos como las listas negras y la cultura de la cancelación, denunciada entre otros por Woody Allen

10 octubre, 2022 01:36

Woody Allen se pone serio cuando Javier Ansorena (ABC) le pregunta por la cancelación. “La raza humana se ha comportado de forma estúpida constantemente a lo largo de la Historia. La cultura de la cancelación es la estupidez de nuestra generación. Pasará el tiempo y miraremos atrás y nos ocurrirá como en la era McCarthy. Nos avergonzaremos de ello. Y nos diremos: Dios mío, ¿de verdad la gente hizo eso y lo aceptó? (...) ¿Que se pusiera a actores en listas negras?”

Robbie Williams (Vanity Fair) incluso ve su libertad coartada. “En los noventa y los ochenta, las estrellas del pop tenían que provocar y ser controvertidas, el público las admiraba y experimentaba algo fuera de lo común (...) Ahora cancelarían mis conciertos si le diera un beso con lengua a una fan (...) No, ya no se puede ser provocador, ir a contracorriente. La chispa ha desaparecido, hay que conformarse con la gran masa de pensamientos insípidos e incoloros que nos invade”.

Algo inédito está ocurriendo en nuestro cine. “Es la primera vez en la historia (...) que las clases medias acceden a dirigir películas”. Así responde Elena López Riera cuando Marta Medina (El Confidencial) le pregunta por el carácter “elitista” de la industria. La directora de El agua denuncia que “hasta ahora lo rural se había contado desde la Casa de Campo y desde los cotos de caza”. Pero eso está cambiando y menciona ejemplos como Alcarràs. “Yo abogo por ser un poco abiertos de mente y probar otras formas de hacer cine”, proclama.

Alejandro G. Iñárritu, en cambio, admite ante Eduardo Blanco (Europa Press) que ha tenido “mucha suerte”, ya que no se ha sentido nunca discriminado por sus orígenes de “clase media baja”. “Siempre he tenido libertad absoluta, nadie me ha cortado una escena ni he sido víctima de un trato de control”. Eso sí, se siente “un privilegiado”, porque “ yo no soy la mayoría de los millones de inmigrantes mexicanos que tienen una realidad mucho más jodida”.

El director de Bardo de lo que sí se queja es del “desconocimiento”. “A mí nadie me ha hablado en Los Ángeles de Octavio Paz, nadie lo conoce –cuenta a Astrid Meseguer (La Vanguardia)–. Me hablan del jardinero…” De lo que no se queja es de que critiquen su trabajo. “Está bien que la gente reaccione en contra de una película, pero que hablen de ella, y si hay una película que gusta a todo el mundo es muy sospechosa. La indiferencia para mí es el peor castigo”.

Quien no deja indiferente es Arturo Pérez-Reverte, quien explica a Ana Trasobares (Esquire) que para él “escribir es como jugar a disfrazarse de pirata, bandolero, gladiador… la diversión, el placer y el jugar es un motivo tan poderoso como cualquier otro para escribir una novela, si no más”. Lo que no impide que se lo tome muy en serio. “La escritura es un trabajo, no es un arte, a mí no me llegan las musas. Por la mañana me levanto a las ocho y trabajo ocho horas, aunque no tenga ganas”.

Algo parecido le ocurre a José Sacristán. “Si algo tiene mi trabajo de motivador es lo que tiene de juego –confiesa a R. Riaño (Vanitatis)–. Yo quiero tener la lucidez del perdedor. Sé que la guerra está perdida porque te vas a morir y lo vas a hacer rodeado de hijos de puta, de chorizos, de necios…. Pero hay que librar cada día la batalla, hay que salir con la sonrisa puesta, con la alegría y con los huevos necesarios para librar la batalla, entre otras cosas, de la propia dignidad. Hay que defender tu territorio con alegría”.

P. S. El poeta Antonio Colinas, que se define como “un trabajador de la palabra”, explica a Marta Miguélez y Víctor Blanco (Zenda) la diferencia entre la creación literaria y el mundo literario. “La creación es estar en tu cuarto ante el folio o la pantalla en blanco, y empezar a escribir. Comunicar esa voz que el escritor lleva dentro desde la infancia, pero sobre todo desde la adolescencia. Ser fiel a esa voz y traspasarla al papel o al ordenador. El mundo literario es lo que viene después. El mundo editorial, los medios de comunicación, la crítica literaria y a veces también esa guerrilla subterránea entre los escritores…”.

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