Catilin Moran. Foto: Rosa Martí

Catilin Moran. Foto: Rosa Martí

Jardines colgantes

¿Debe tomar partido el intelectual?

La discusión pública está vacía de pensamientos profundos. Algunos filósofos piden más compromiso con la actualidad y otros escritores exigen que se lea más: para elegir (y votar) hay que leer.

11 julio, 2022 01:33

"¿Qué está sucediendo con el pensamiento humanístico para que se le desprecie de esta manera?", se plantea Irene Vallejo en conversación con Eduardo Madina (Ethic). Hablan sobre la marginación de las "maltrechas humanidades" en nuestro sistema educativo. "¿Por qué se pregunta tan poco a los filósofos?", insiste la escritora, que cree que las humanidades son esenciales para evitar el deterioro de nuestro sistema democrático. Lo explica con un ejemplo muy gráfico. "Me gusta mucho una etimología que dice que el elector, el que elige en unas elecciones, lleva dentro el concepto de lector. El elector es alguien que lee la realidad, lee los conceptos, los interpreta y así sabe cómo elegir. Solo crearemos una comunidad de electores si somos buenos lectores de la realidad".

Diego Garrocho es de los que cree "urgente" que la ética y la filosofía
estén más presentes en la discusión pública. Se lo trasmite a David Mejía (The Objective). "La participación en la esfera pública no debería ser una opción. Es legítimo que haya gente que no quiera tomar partido […], pero sí creo que de alguna manera debemos estar presentes y debemos transferir el conocimiento que se genera en la academia y llevarlo a un público más amplio".

"El feminismo funciona mejor cuando es divertido". Caitlin Moran

"Muchas veces –continúa Garrocho– desde la academia se piensa que opinar sobre cuestiones de actualidad es un descenso desde esas grandes preguntas aladas, alambicadas y barrocas. Pero yo no creo que haya un descendimiento, lo que hay es un compromiso con la actualidad, un compromiso con la circunstancia en el sentido más propiamente orteguiano. La obligación de un pensador, con toda la modestia que entraña la palabra pensador, es pensar lo que pasa y por qué pasa en esta circunstancia concreta". El profesor sugiere que la columna periodística puede ser un buen vehículo.

Manuel Jabois no es filósofo y tal vez por eso tiene un concepto distinto de la columna, según le cuenta a César Suárez (Telva). "Yo creo que la gracia de las columnas de opinión es que no opines. Para mí contar una historia es dejar una pregunta en el aire, aportar un punto de vista pero sin demasiada contundencia. Mi verdadera cultura es la de la calle, la de la gente que he conocido. No te puedo citar a Cicerón, pero sí al chico que vive debajo de mi casa, y en general es más interesante que Cicerón".

"La gracia de las columnas de opinión es que no opines". Manuel Jabois

El productor de cine Enrique Lavigne considera "un error politizar la cultura". Así se lo deja dicho a Mirian San Martín (Vozpópuli). "Se ha usado como moneda de cambio y se ha empleado mal. Somos prisioneros de esa etiqueta y hemos sacrificado parte de nuestra identidad y de nuestra independencia con este tipo de manipulaciones políticas. Hay que saber separarlo totalmente. Es un enorme error del que nos arrepentiremos".

Quien sí participa mucho en la vida pública es Luis García Montero. En Esquire responde así a la pregunta ¿qué le ha enseñado la poesía? "Que la verdad es un punto de llegada, no de partida, que hay en el ambiente muchas corrientes de opinión, muchos prejuicios, muchas modas y quien se dedica a subirse a una moda, acaba repitiendo como un loro lo que flota en el ambiente. Por eso la verdad hay que buscarla y es un punto de llegada, hay que hacerse dueño de las opiniones propias, de los sentimientos propios y de las propias palabras".

P.S. La escritora Caitlin Moran entra en un debate candente con Leticia Blanco (El Mundo): "Creo que el feminismo funciona mejor cuando es divertido y puedes hacer bromas, como yo. Y esa idea de que algún día podrías ser una mala feminista y hacerlo mal y ser eliminada del feminismo para siempre no nos está haciendo ningún favor. […] Pero no me gusta esta narrativa de que las mujeres tienen que ser increíbles, que tenemos que ser el doble de inteligentes que un hombre y trabajar el doble de duro. El futuro que quiero es que las mujeres puedan ser tan estúpidas y perezosas y tontas y simples como los hombres. […] Realmente espero que las mujeres de la próxima generación puedan ser un poco más promedio, que puedan ir caminando por la calle sin pensar en nada, como un hombre".

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