Imagen | ¿Vuelve (cambiada) la Ley del Cine?

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¿Vuelve (cambiada) la Ley del Cine?

El nuevo titular de Cultura, Miquel Iceta, tiene muchos desafíos pero uno de los más apremiantes es el de la modificación de la Ley del Cine. El nuevo panorama audiovisual así se lo exige. ¿Por dónde empezar? Responden Valérie Delpierre y Borja Cobeaga

26 julio, 2021 09:58

Borja Cobeaga
Guionista, director y presidente de DAMA AUTOR

Ley nueva, reivindicaciones viejas

Cuando me pidieron este texto había un ministro de Cultura y ahora que me pongo a redactarlo hay otro. Su tarea (una de muchas) es la misma: reformar la Ley del Cine. Quizás cuando finalmente se legisle haya un tercer o cuarto ministro o ministra. Y eso es otro de los problemas. El cine (o mucho mejor dicho, el Audiovisual) no puede depender de qué partido político o ministro ocupe la cartera de Cultura. Buenas palabras y bandazos ya ha habido suficientes y ahora, más que una nueva ley, lo que necesitamos es un nuevo marco de juego. El cine y la televisión han vivido una revolución en los últimos años (nuevas pantallas, plataformas, nuevos modelos de financiación, producción y distribución) y las políticas audiovisuales intentan seguir el paso de una realidad en la que si parpadeas, te pierdes algo. Referentes no nos faltan: la eterna envidia hacia Francia nos hace fijarnos en la necesidad de un Fondo de Cinematografía, de unas cuotas de pantalla para el audiovisual español… Nada nuevo. El sector lo lleva pidiendo años. Pero sí que es diferente el desafío al que nos enfrentamos plataformas, productores, legisladores y creadores.

¿Ha ayudado al audiovisual español la obligación a las cadenas privadas de producir cine? ¿No sería mejor obligarlas a que aporten a un fondo audiovisual que sí incentive obras variadas?

El productor no es un creador. Es un productor. Los autores entendemos que la irrupción de las plataformas ha transformado los términos de propiedad de la obra audiovisual. A nuestra manera, a los directores y directoras nos pasa lo mismo: ya no es “una película de Juana Macías” o “una película de Lluís Quílez” sino “una película de Netflix”, por poner ejemplos de dos largometrajes recientes en cuyos avances el nombre del realizador ni está ni se le espera. Pero los productores independientes no deben pedir,
como recientemente hacían en prensa, “el reconocimiento del productor independiente como creador que lidera la realización de las obras”. El productor es un motor, alguien que arriesga, se endeuda, emprende, toma la iniciativa. Pero eso no es crear. Tiene unas funciones muy necesarias. Sin productores y productoras no habría audiovisual. Pero no se enfrentan a la página en blanco ni al plano vacío como lo hacemos guionistas, directores y directoras.

Se podría pedir mucho a la nueva ley pero no caben en un breve artículo. Por eso me voy a centrar en un asunto: ¿ha ayudado al audiovisual español la obligación a las cadenas privadas de producir cine? Ahora que hay nuevos agentes y se está valorando esa “tasa”, ¿de verdad ha venido bien? ¿No sería mejor obligarlas a que aporten a un fondo audiovisual que sí incentive obras variadas, de todo tipo de creadoras y creadores, de diferentes tamaños, públicos y objetivos? Siempre he pensado que una cinematografía
plena es aquella que es capaz de producir una peli de Carlos Vermut, una de María Ripoll, una de Alberto Rodríguez y otra de Pilar Palomero. Añadiría que un audiovisual pleno es aquel que hace series de Carlos Montero, Isabel Peña, Juan Cavestany y Verónica Fernández. Y documentales y animación. En la variedad está el gusto.

Valérie Delpierre
Productora de Inicia Films (Las niñas, Verano 1993...)

La hora crítica y definitiva

El cine es arte y entretenimiento; refleja y proyecta (o debería) nuestra diversidad social, histórica y cultural. De la misma forma, el cine es industria; genera trabajo, riqueza e inversión, y como cualquier otra industria está sujeta a cambios y transformaciones imprescindibles para su supervivencia. Por eso estamos hablando de adaptar y reformar nuestra Ley del Cine, para que refleje la realidad actual y futura de nuestro sector. En este sentido creo que tenemos un gran reto por delante y una oportunidad que debemos aprovechar más allá de las urgencias peregrinas o cortoplacistas que el sistema y el día a día tiende a imponernos.

Y sí, está claro que para hacerlo necesitamos incorporar nuevos conceptos como pueden ser los nuevos formatos y contenidos, como también la forma de acceder a los contenidos audiovisuales. Y sí, es justo que queramos potenciar nuestro país como plató de rodaje. Igualmente parece lógico dar facilidades al desarrollo de contenidos para televisiones y plataformas. Ahora bien, la nueva Ley del Cine ni puede ni debe ser ajena a la creación de una estructura que permita reforzar la figura del productor independiente. Y es nuestro deber asegurarnos que estas reivindicaciones sean compatibles con la Creación Cinematográfica y Cultural que nos explica y nos proyecta como sociedad. Es vital que la inclusión del concepto audiovisual no dé por sentado, como
temo querrían algunos, que el cine es ese séptimo arte antiguo y reverenciado al que la modernidad ha superado y puede ningunear, pues sigue siendo motor de cambio, creación, proyección artística nacional e internacional, y generador de riqueza en todos los ámbitos que alcanza.

Es vital que la inclusión del concepto audiovisual no dé por sentado, como querrían algunos, que el cine es ese séptimo arte antiguo y reverenciado que la modernidad ha superado

Otra cuestión importante a tratar es de qué forma nuestro trabajo, el de nuestros autores, directores, actores y técnicos puede generar un cambio y un impacto positivo en temas de inclusión, medio ambiente o accesibilidad. La cultura y el cine son –han sido, y deben seguir siendo– herramientas para ayudar a preservar nuestro entorno, y para ser referente de cambio en lo que contamos,
cómo lo contamos y a quién se lo contamos. Entre tantos conceptos nuevos que debemos esforzarnos por analizar encontramos la apremiante necesidad de revisar mecanismos ya existentes, como el de los incentivos fiscales o el reconocimiento de coste. Cuestiones más técnicas que tenemos la obligación de actualizar y mejorar.

Ha llegado la hora de un cambio que llevamos pidiendo tras muchos años recosiendo parches a la ley actual. Y es una hora crítica y definitiva, pues pondrá los cimientos de nuestro cine y nuestro audiovisual, que han de proporcionarnos la estabilidad tan deseada y necesaria. Tenemos ante nosotros una oportunidad única para el sector, en el que toda la cadena de valor de nuestra industria
ha de participar y sentirse escuchada y valorada. Y debemos aprovecharla con optimismo, trabajo y altura de miras, ya que sólo mediante este cambio nos brindaremos a nosotros mismos (y, por tanto, a toda la sociedad española) la posibilidad de encontrar nuevos recursos y de evolucionar cultural, artística e industrialmente.