Image: García Baena. Poesía completa

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Poesía

García Baena. Poesía completa

Pablo García Baena

1 mayo, 2008 02:00

Pablo García Baena. Foto: Madero Cubero

Visor. Madrid, 2008. 398 páginas, 16 euros




Del interés que despierta en nuevos lectores la poesía de Pablo García Baena (Córdoba, 1923) no puede haber mejor prueba que una nueva edición de la obra completa y ampliada. Tras las anteriores de 1982 y 1998 en esta editorial y la que, con el título de Recogimiento (1940-2000) publicara en 2001 el Ayuntamiento de Málaga, esta recién aparecida incorpora Los campos Elíseos, publicado en 2006 y último fruto de esa lenta destilación que durante casi 70 años ha producido una de las creaciones poéticas más brillantes y bellas de la poesía española de nuestro tiempo.

Desde los poemas de Rumor oculto (1946) y Mientras cantan los pájaros (1948), escritos al socaire de aquella aventura a contrapelo de la estética predominante que fue la revista "Cántico", la voz de Pablo García Baena ha venido tejiendo su obra con la riqueza sensorial, la intensidad vital y la sabiduría de palabras y música que le otorgan su identidad inconfundible. Con Antiguo muchacho (1950) esa identidad se acendra y la elegía fluye entre la nostalgia del paraíso de la infancia y la vivencia intensa de sentidos e instinto. Y ello en el centro de un exuberante paisaje de naturaleza y de cultura que confiere su extraordinaria hermosura a la trasmutación de lo vivido en poesía y que en los poemas de Junio (1957) verá la plenitud apasionada y pagana de la sensualidad de su protagonista. óleo (1958) significa la quiebra de la feliz quimera por el retorno de una conciencia religiosa que hace asomar las sombras de la culpa y la tentación del silencio con la misma hondura de sentimiento que antes, pues nada ha sido nunca superficial en la creación del autor: ni su afán de palabras, ni su culturalismo, ni su conciencia religiosa. Con la excepción de Almoneda. Doce viejos sonetos de ocasión (1971), 20 años separan óleo del siguiente libro, Antes que el tiempo acabe (1978) que, con su elegía mucho más vivida y con la conciencia de la fugacidad como energía creativa, constituye una cima poética del autor en la madura edad.

Doce años más tarde, Fieles guirnaldas fugitivas rubrica la continuidad de esa poesía de la madurez con la vuelta a un barroquismo de enorme riqueza de matiz y vocabulario: sus once partes organizan un recorrido por la riqueza de lo vivido que convoca variadas experiencias de soledad, erotismo, emocionados homenajes de amistad y, planeando sobre todo ello, una conciencia melancólica que no hace sino enfatizar el vitalismo sensualista. Un vitalismo que, más contrastado con las sombras de la lucidez y con un mayor grado de resonancias religiosas, ha dado, en Los campos Elíseos, nueva continuidad a la voz definitiva del poeta renovando el homenaje a la belleza y también la fusión de intimidad e historia, pues, como señala Villena en su prólogo ampliado, el libro introduce "la novedad de evocar, junto a su madre o su abuela en Córdoba, la idea de una patria que no ha sido feliz o en la que no todos hemos podido serlo". Cierra por ahora la poesía completa la plegaria "Arca de lágrimas" con una emocionante despedida.