Image: La Dama de Shalott y otros poemas

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Poesía

La Dama de Shalott y otros poemas

Alfred Tennyson

16 enero, 2003 01:00

Alfred Tennyson

Trad. A. Rivero Taravillo. Pre-Textos. Valencia, 2002. 165 páginas, 14’45 euros

Debo confesar que, como muchos otros miembros de mi generación, también yo tenía una imagen negativa de Alfred Tennyson, derivada tanto del retrato de Watts como de los juicios de Emerson y Chesterton.

Para éste, Tennyson era "un bombero, exquisitamente decorado, que vino a caer sobre la llama de los poe-tas revolucionarios". Para el anterior, la poesía de Tennyson tenía todo "lo sublime que puede haber en una revista de moda". La excelente traducción de Antonio Rivero Taravillo me ha obligado a replantearme tanto mis prejuicios como mis presupuestos, y me ha transmitido una idea de Tennyson muy distinta a la que, de manera tan injusta como mecánica, se había acuñado y solía ser la habitual. Más aún: la ciudada selección de Antonio Rivero Taravillo me ha hecho recuperar una imagen plástica de Tennyson, fechada en 1855, en la que Dante Gabriele Rossetti lo presenta sentado de perfil en un sofá, con una mano apoyada en la pierna izquierda a la altura del pie, y leyendo un libro que sostiene en su mano derecha. Es un Tennyson aún no demasiado viejo ni reaccionario, conuna barba aún no encanecida del todo y dotado de un ímpetu todavía vital.

La Dama de Shalott y otros poemas ofrece una muy buena muestra de la obra de un poeta del postromanticismo, al que la época victoriana hizo tan suyo que lo convirtió en un poeta imperial. Tennyson asumió tal condición gustoso, y una buena parte de su escritura está dedicada a cantar las glorias del British Empire. Rivero Taravillo ha optado -y con razón- por el Tennyson lírico y ha elegido una serie de composiciones en las que el tipo de emoción resulta menos arcaica que moderna.

Incluye -sí- "La carga de la brigada ligera" y "Morte d’Arthur", recogida en The Idylls of the Kind, pero publicada en 1842 y que es una alegoría de las potencias del alma y del cuerpo y de las tres virtudes teologales, y en la que la crítica ha censurado tanto su artificiosidad como su intento de reescribir una épica neogotizante. Recoge también las dos partes del poema "Los lotófagos", inspirado en el libro IX de la Odisea y que se publicó en 1832. En la primera se enmarca el lugar de la acción -"un país/que siempre parecía vespertino" y en el que "la puerta de sol se demoraba/en el poniente rojo"-; en la segunda, el texto es un canto coral, articulado en ocho partes, de dicción más moderna, cuyos ecos llegan a algunos versos de Paz y de Seferis: sobre todo, de éste, en cuyos "remos, mareas, olas" no es muy difícil ver el rastro de "wind and wave and oar".

La musicalidad de Tennyson va unida a un gran poder de evocación, patente ya en un poema juvenil como éste, cuya primera parte sigue el modelo estrófico de Spenser. El primer verso de "Ulises" -"De poco sirve..."- parece haber sido reutilizado por Jaime Gil de Biedma en uno de sus poemas más famosos, como el estribillo "los días que se fueron" de "Lágrimas..." parece llegar, de manera distinta, hasta Philip Larkin, al tiempo que en su último verso se detecta la huella de Coleridge. "La margarita" es un ejemplo de lo que debe ser una versión: pienso, sobre todo, en tiradas completas (como "una antigua ciudad sobre la costa/o un convento entre lomas, con sus torres/visto a la luz de sus verdes olivos;/o el cabo gris oliva en el océano;/o la rosada flor en el barranco") pero también en grupos como "pórticos con pilares de leones/y viejas naves de arcos en tinieblas". Pero la parte más sustancial de Tennyson son los ciento treinta y un poemas que componen el ciclo titulado "In memoriam A. H. H.", escrito a la muerte de Arthur H. Hallam, muerto en 1833, y en el que Tennyson trabajó casi 18 años.

Antonio Rivero Taravillo ha hecho bien al no verterlo entero y al dar al lirismo -y no a la filosofía- su prioridad. Tennyson moldeó en él una nueva estrofa. Rivero Taravillo renuncia a la rima, pero no al metro ni al ritmo ni al sentido de la composición. Sus versiones de Tennyson me parecen canónicas. Sólo discrepo del modo en que ha resuelto el final de "Poets and Critics" -al que, en mi opinión, no le ha encontrado el tono- y en la inclusión de algunos poemas breves que, más que aportar, restan al conjunto significación.