Image: Acción de gracias

Image: Acción de gracias

Novela

Acción de gracias

Richard Ford

1 mayo, 2008 02:00

Richard Ford. Foto: A. Olivé

Traducción de Benito Gómez Anagrama. Barcelona, 2008 731 páginas, 29 euros

Richard Ford fue uno de los invitados estrella durante la última edición de la feria de Francfort. Allí presentó Acción de Gracias, una "novela política" según el propio autor, pues las "elecciones robadas" por Bush a Gore sirven de trasfondo para el desarrollo de la trama. Indudablemente las votaciones presidenciales de aquel ya lejano 2000 salpican los tres días que cubre la historia narrada, pero resulta exagerado el calificativo de "política" para esta novela, aunque el interrogante "¿Puede ganar verdaderamente ese cabeza de chorlito [Bush]?" (p. 577) sirva de contrapunto social a la vida personal del protagonista.

El narrador, su genuino antihéroe, vuelve a ser nuestro viejo conocido Frank Bascombe, aquel sagaz Periodista Deportivo (1986) que diez años más tarde protagonizara El Día de la Independencia (1996). En este preciso momento de su vida (el tiempo verbal de la narración es el presente), Frank tiene cumplidos 55 años, su propio negocio de agente inmobiliario y ha vuelto a casarse, aunque esta segunda esposa, Sally, lo acaba de abandonar para volver con su primer esposo, un combatiente de Vietnam a quien se daba por muerto. Pero eso no es lo peor, pues también Frank puede volver a reconciliarse con su anterior esposa; la auténtica tragedia es el cáncer de próstata que le han diagnosticado, aunque también la enfermedad tiene su lado positivo, "porque hace que la precaria vida que arrastras sea más plena, más querida, más digna de ser vivida: justo como siempre has esperado que fuera cuando estabas bien." (pág. 149)

Como en anteriores entregas, la acción transcurre en torno a una fecha señalada. Si antes fue la del 4 de julio ahora es, casualmente, el 4 de noviembre del 2000, el día de Acción de Gracias. Como mandan los cánones, Frank se reunirá con sus seres más queridos, aunque tal vez la decisión de organizar la fiesta no resulte la más acertada. Paul, su hijo, trabaja en Kansas para la cadena Hallmark diseñando tarjetas de felicitación, y traerá a su novia; a Clarissa, quien se ha mudado a casa de su padre para cuidarlo durante la enfermedad y parece no tener tan claro el lesbianismo como única opción de su sexualidad, le acompaña un amigo; además se espera la presencia de Ann, la madre de sus hijos, y también al padre de una antigua novia, junto a un par de viejos amigos del club de divorciados.

Durante setecientas páginas seguimos cada paso de Frank mientras se dedica a sus asuntos ordinarios con la mente puesta en la preparación de la cena. El Día de Acción de Gracias, y más concretamente la cena organizada, adquiere una novedosa dimensión metafórica. Parece que Bascombe intentara recomponer su vida pegando las distintas piezas que se han ido desprendiendo a lo largo del camino. Incluso la imagen de aquel hijo fallecido en la infancia, Ralph, mantiene su recuerdo en la mente del protagonista. A fin de cuentas, el propio Frank había confesado ya en los primeros compases de la obra: "En resumen, todas las formas en que la vida se manifiesta a los 55 afloraban como amapolas a mi alrededor." (p. 11). Una frase que perfectamente podía haberla pronunciado el inefable "Conejo" Armstrong de Updike, o el singular Nat Zuckerman de Philip Roth, personajes a los que parece emular en cada nueva entrega Frank Bascombe.

Y siendo la preparación de la cena el motor de la obra, también encontramos otras historias que plantean complejos interrogantes. Me refiero concretamente a la del personaje de Mike Mahonney, un exiliado tibetano de creencias budistas con quien trabaja Frank. Aunque Bascombe se constituye en epicentro narrativo, la vida continúa su monótono discurrir en New Jersey, y tendremos noticias de asesinatos, suicidios y atentados. No en vano la trilogía de Bascombe se ha convertido en un irónico repaso a la historia de los Estados Unidos durante el último cuarto del siglo XX (cuando conocimos a Frank en El periodista deportivo tenía 38 años).

Concluye con Acción de Gracias, pues, una trilogía narrativa que ha venido siguiendo una secuencia regular (en Estados Unidos The Lay of the Land se publicó en 2006) con intervalos de diez años. Quién sabe, lo mismo un jubilado Frank vuelve a saludarnos en el 2016, aunque me alegraría si fuera antes.