Image: En América

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Novela

En América

Susan Sontag

28 noviembre, 2002 01:00

Susan Sontag. Foto: Iskon

Traducción de Jordi Fibla. Alfaguara. Madrid, 2002. 496 páginas, 19,25 euros

Susan Sontag es una de las escritoras más prolíficas de los Estados Unidos y sus ensayos, recogidos en volúmenes como Contra la interpretación, (1966) la han conver- tido en una de las firmas más influyentes del panorama cultural mundial, comparable a veces a Gore Vidal.

Su nombre no se asocia sin embargo al género novelístico, probablemente porque se prodiga menos en este territorio, o por la trascendencia y proyección social de su imagen; y sin embargo sus novelas reflejan unas dotes para la ficción comparables al ingenio y rigor de sus ensayos.

El amante del volcán (1992) llegará a convertirse, sin duda, en una de las obras canónicas de fin de siglo; y esta En América parece regirse por principios similares. Nos encontramos de nuevo ante una novela histórica donde las "ambiciones" de una mujer se convierten en motor de la acción. La protagonista se llama Maryna Zalenska -según nota de la autora inspirada en la popular actriz de finales del XIX Helena Modrzejewska- la más afamada actriz polaca que, hastiada del tipo de la vida en su Polonia natal, "confusa y cansada de actuar" (pág. 81), decide emigrar a los Estados Unidos, junto a su familia y un grupo de amigos, y crear una comuna para vivir en completa libertad. Su esposo Bogdan, un aristócrata venido a menos; su hijo Piotr, obsesionado por su madre; Ryszard, un joven escritor enamorado de Maryna; Julián, Danuta, Cyprian... y otros siete personajes más emprenden la aventura en 1876. Pero la vida en su granja del sur de California no es tan fácil como habían imaginado y tampoco los Estados Unidos son la tierra de promisión que soñaban."La gente como nosotros no debiera instalarse en este país..." (pág. 264) reflexiona Ryszard. El "experimento" dura tan solo dos años. La mayoría del grupo regresa a Polonia pero Maryna logra convertirse en una actriz de éxito en los Estados Unidos. Incluso se desplaza en vagón privado y se codea con Henry James. No sabemos nada del futuro de Maryna hasta su muerte, y si bien ello pudiera irritar a algún lector, lo cierto es que, a diferencia de El amante del volcán, ahora la esencia argumental no interesa la progresión de la heroína, sino las implicaciones conceptuales del "Sueño Americano". No en vano la tercera parte, donde encontramos a Maryna saboreando las mieles del éxito en los Estados Unidos, resulta mucho menos interesante que la primera, en Polonia, y sobre todo que la segunda, desde el inicio del viaje hasta el fracaso de la comuna.

En su articulación temática, Sontag utiliza un amplio número de recursos y registros: cartas, diálogos, monólogos, diarios... lo que se traduce en una agilidad narrativa encomiable. Ideológicamente esta novela se inscribiría en la corriente iniciada por Thomas Morton en el XVII, continuada por los Trascendentalistas en XIX, y recuperada en el XX por Skinner con Walden II, quienes utópicamente vieron en la comuna el modelo social donde concretizar las potencialidades del "Sueño Americano". La innovación de Sontag radica en ofrecer una visión infinitamente más realista que la de todos ellos al no estar implicada directamente en este "experimento" social. O tal vez en demostrar, como ya hiciera Philip Roth en Pastoral Americana, que el "Sueño Americano" era simplemente eso, un sueño, una quimera, una utopía que nada tenía ni tiene que ver con la realidad.

No pretendo argumentar que ésta sea una novela de corte exclusivamente sociológico. Nada más lejos de la realidad. El diseño y caracterización de los personajes, la interrelación entre ellos, las tramas y subtramas... todo se rige según los más estrictos patrones del género. Resulta también atractiva la información que se nos ofrece sobre el panorama teatral norteamericano de finales del XX y muy especialmente las reflexiones sobre el arte interpretativo. Afirmaciones del tipo: "Ningún escritor puede comprender que actuar no tiene que ver con la sinceridad. Ni siquiera tiene que ver con el sentimiento, eso es una ilusión. De lo que se trata al actuar es de parecer, de decidir. Debería tratar de no sentir" (pág. 75) obligan a replantearnos algunos principios respecto a la interpretación que teníamos por absolutos.