Image: Jaime de cristal
Cuenta la historia que el señor Bianchi, un viajante comercial, pasaba seis de los siete días de la semana fuera de casa. Cada noche llamaba a su hijo antes de dormir y le contaba una historia breve y hermosa. Estos relatos fueron recogidos por el escritor, maestro y pedagogo italiano Gianni Rodari (Omegna, 1920- Roma, 1980) en Cuentos por teléfono (Juventud, 1993), un verdadero clásico de la literatura infantil.
Originalmente, Jaime de cristal se escuchó a través del auricular y posteriormente fue incluido en ese volumen. Como sucede con otras obras de Gianni Rodari, en él confluyen el cuento tradicional y el alegato político, la fantasía infantil y el motivo pedagógico en un equilibrio difícil de conseguir y muy fácil de tambalear. En realidad, no es la primera vez que se extrae un "cuento por teléfono" para hacer con él un libro-álbum. Pero sí es uno de los excepcionales, excepcionalísimos casos, en los que con el nuevo formato, el texto no pierde sino que gana, pues desgraciadamente lo habitual es que la lectura del ilustrador quebrante ese frágil equilibrio mencionado.
La apropiación que realiza Javier Aramburu no consiste en darle más peso al componente ideológico, al folclórico, al didáctico o al infantil. Su acierto se halla donde fallan las otras versiones: se aleja voluntariamente de Gianni Rodari y, creemos que sin pretenderlo conscientemente, lo encuentra más allá del estereotipo. Aramburu consigue plasmar perfectamente la levedad y la profundidad de la fantasía aportando un imaginario personal, nos invita a ver a través del niño transparente, al tiempo que demuestra sus elevadas dotes a la hora de articular un álbum.
Originalmente, Jaime de cristal se escuchó a través del auricular y posteriormente fue incluido en ese volumen. Como sucede con otras obras de Gianni Rodari, en él confluyen el cuento tradicional y el alegato político, la fantasía infantil y el motivo pedagógico en un equilibrio difícil de conseguir y muy fácil de tambalear. En realidad, no es la primera vez que se extrae un "cuento por teléfono" para hacer con él un libro-álbum. Pero sí es uno de los excepcionales, excepcionalísimos casos, en los que con el nuevo formato, el texto no pierde sino que gana, pues desgraciadamente lo habitual es que la lectura del ilustrador quebrante ese frágil equilibrio mencionado.
La apropiación que realiza Javier Aramburu no consiste en darle más peso al componente ideológico, al folclórico, al didáctico o al infantil. Su acierto se halla donde fallan las otras versiones: se aleja voluntariamente de Gianni Rodari y, creemos que sin pretenderlo conscientemente, lo encuentra más allá del estereotipo. Aramburu consigue plasmar perfectamente la levedad y la profundidad de la fantasía aportando un imaginario personal, nos invita a ver a través del niño transparente, al tiempo que demuestra sus elevadas dotes a la hora de articular un álbum.