Es paradójico que una obra como la de Rubén Darío, tan compleja y difícil, sea continuamente editada en colecciones infantiles. En muchos casos, se trata de libros ilustrados que, con el fin de "acercar" al poeta, despliegan escenarios exóticos o apelan a la arbitrariedad y al desorden onírico que, según parece, tanto inspira la poesía. Sin embargo, también es curioso que las ediciones que mejor lo consiguen, aquéllas que logran atrapar a los niños, apuestan por un camino donde el humor o la parodia son el recurso empleado. Es el caso de la extraordinari
a Margarita, ilustrada por Mónika Dopper (Ekaré), o de la no menos estimulante versión de
Sonatina que hoy reseñamos.
Carmen Gil ofrece una imitación burlesca de los conocidos versos de Darío. El resultado es un texto original, inteligente y divertido que, aunque parezca mentira, nos invita a acercarnos al original (incluido en el libro) y despoja así a la poesía de su solemnidad para mostrarnos su reverso lúdico.