Gustave Doré: Purgatorio, Canto 23, Las almas de los glotones. 1885.

Gustave Doré: Purgatorio, Canto 23, Las almas de los glotones. 1885.

Ensayo

El nacimiento del purgatorio: así inventó el catolicismo el lugar intermedio entre el cielo y el infierno

Akal reedita el impresionante ensayo del historiador Jacques Le Goff con más de 500 páginas sobre el "tercer lugar", desde su gestación medieval hasta su triunfo teológico.

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Publicada

Cuando llegue el Juicio Final (¿y si llega, de verdad?), el Purgatorio, el tercer reino de ultratumba, se quedará vacío. Como el Limbo de los Patriarcas, este lugar nació en el seno de la doctrina católica para albergar las almas de los muertos que estaban de paso.

El nacimiento del Purgatorio

Jacques Le Goff

Francisco Pérez Andrés. Akal, 2025. 505 páginas. 29,90 €

El Purgatorio se ha imaginado como una serie de receptáculos individuales o como una gran sima circular, se ha concebido con cuasi-infernales llamas purgatorias o según la especie de una montaña. En todo caso, su destino ha sido siempre quedar vacío al final de los tiempos (cuando la resurrección).

En verdad, su lento nacimiento ha sido inspirado por una cierta flexibilidad moral. Los pecadores menos malos y los fallecidos de repente, sin confesión, son sus moradores.

Entre estos muertos y los vivos existe además un vínculo de solidaridad: los segundos ayudan a los primeros en forma de sufragios y de oración. Todo esto es muy, digamos, humano. “¡Oh, razonable Purgatorio!”, exclama el medievalista Jacques Le Goff (Toulon, 1924- París, 2014) después de 505 páginas de impresionante erudición sobre las postrimerías cristianas.

El nacimiento del Purgatorio, obra originalmente publicada por Gallimard en 1981, echa mano de innumerables textos del pasado para narrarnos la larga gestación de este “tercer lugar”, tanto en la alta teología, como en la literatura las visiones ejemplarizantes o la piedad popular de Europa, hasta su nacimiento oficial en el siglo XII, su posterior desarrollo doctrinal e institucional (su “triunfo”) en el XIII (Segundo Concilio de Lyon, 1274; Jubileo de 1300) y su cénit a comienzos del 1300 en la Comedia de Dante.

Y Le Goff termina ahí, con “il sacro monte” de siete cornisas que asciende hasta el cielo, cargada de soberbios, lujuriosos y avariciosos que purgan y esperan. Le Goff nos abandona en el mismo clímax de su relato.

Mientras que los hermanos mayores del Purgatorio, el Paraíso y el Cielo, tienen unos orígenes que se pierden en la noche de los tiempos, los de aquel son escasos. La base escritural bíblica es mínima.

El libro segundo de los Macabeos contiene un pasaje que interesa a Le Goff, aunque sobre todo es Pablo quien escribe los versículos más citados al respecto.

'El nacimiento del Purgatorio' echa mano de innumerables textos del pasado para narrarnos la larga gestación de este “tercer lugar”

Están en la Primera Carta a los Corintios, donde se dice: “El fuego pondrá a prueba la obra de cada uno” y “se salvará, pero como a través del fuego”.

Sobre todo, entre los Padres, destaca en el período de gestación el magisterio de Agustín, en el siglo V, y, entre las visiones, las de la Historia eclesiástica de Inglaterra, del anglosajón Beda, en el VIII.

El fundamento del volumen está en los siglos XII y XIII, y en su transición del uno al otro. El Purgatorio nace con la escolástica parisina. Pedro el Comedor en su tratado Sobre los sacramentos (1165-1170) es quien nos propone, al parecer, el sustantivo “Purgatorio”. Luego, Pedro el Cantor, maestro de escuela de Notre Dame, lo integra a la enseñanza.

Bernardo de Claraval, muerto en 1153, pasó por el Purgatorio: fue el “primer beneficiario individual conocido de la creencia en este nuevo paraje” (p. 228). Los relatos oníricos Visión de Tundal y El Purgatorio de san Patricio, en Irlanda, constituyen el “acta de nacimiento literaria del Purgatorio” (p. 254).

La concepción sobre la usura, las indulgencias a las almas de la sala de espera otorgadas por el papa Bonifacio VIII en el jubileo de 1300, Hugo de San Víctor, Pedro Lombardo, los herejes valdenses, Buenaventura, Alberto Magno, el Aquinate, las nuevas cartografías, el culto a la Virgen María auxiliadora...Le Goff era una bestia parda de la erudición. Una especie tan en grave peligro de extinción como los gorilas de montaña.